EL BUCLE DE LA CULPABILIDAD
@KuHaKu_1996
第1話
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Shunsuke
¿Sabías que los demonios tienen la habilidad de camuflarse como ángeles?
Como si se tratara de un lobo que se coloca encima el pelaje de una oveja a la cual ha despellejado y destrozado con el filo de sus dientes.
Así es esa chica.
Esa chica con apariencia de ángel, pero que, en el fondo, esconde una oscuridad que nadie podría ser capaz de imaginar.
Todos usamos alguna maldita máscara, ya sea para hacer daño, para protegernos o pasar desapercibidos ante los ojos de la sociedad… y eso es lo que ella hace.
La sociedad actual, en general, es solo una completa mentira, un engaño, una falacia, o como cualquier otra palabra que se quiera expresar, pero que al final, solo obtiene el mismo significado.
Que está podrida.
Mentir hace parte de la naturaleza humana, y eso hasta cierto punto puede ser comprensible. Pero, como ya sabemos, todo en exceso es malo y dañino, y las mentiras no son la excepción.
Menos aun cuando se utilizan para propósitos tan miserables como el que ella hace.
Yo personalmente justifico, entiendo y acepto que alguien mienta hasta cierto límite, ya que, como dije, eso hace parte de nuestra naturaleza. Por ejemplo: si una madre le dice a su hijo pequeño que los bebes son traídos por una cigüeña, es una mentira aceptable, ya que el motivo detrás de esa mentira es una buena razón, la cual es proteger la inocencia mental de ese niño. Si decimos que una adolescente le dice a su madre que irá a una pijamada con sus amigas, pero en realidad, el verdadero motivo de esto es pasar una noche de fiesta y diversión, hasta cierto punto puede ser justificable, ya que esos son actos algo comunes durante la adolescencia, pero que también, pueden llegar a traer causas perjudiciales durante el proceso de esa mentira. Ahora, si decimos que una mujer es golpeada por su marido y termina con un ojo morado a causa de eso, y luego los demás le preguntan acerca de qué le paso y esta solo contesta: «me golpeé con la perilla de la puerta cuando resbalé», sin duda es una mentira estúpida y desagradable, ya que la razón detrás de esta, es solo proteger a un cobarde degenerado que es capaz de alzarle la mano a una mujer. Es algo que simplemente no merece justificación alguna.
Estos son tres tipos de mentiras muy diferentes, y mi resumen al analizar ese potencial que tenemos como seres humanos para mentir, es uno muy sencillo:
Odio la sociedad, odio sus mentiras, y odio a las personas. Pero, irónicamente, no puedo odiarla a ella, aun siendo fiel testigo en carne y hueso de lo que es capaz de hacer.
— ¿Cuánto tiempo más seguirás aquí encerrado, Shunsuke?
Mi respuesta fue muy directa:
—Eso no es de tu incumbencia. De todas formas, no es como si a alguien le importara eso, ¿o sí?
Quizá fue una respuesta altanera y grosera de mi parte, pero, al final, no es como si ella me fuera a abandonar solo por eso. Después de todo… ella hace parte de mí, y de lo que soy.
—No te ensañes conmigo. Solo lo digo ya que no parece normal que un chico falte a la escuela tantos días consecutivos.
Tiene razón. Ante los ojos de la sociedad no es normal que un joven de catorce años de edad falte a la escuela durante cuatro días seguidos.
Pero, reitero, ¿a alguien le importa eso?
Actualmente solo vivo con mi madrastra, ya que mi madre biológica falleció cuando yo tenía tan solo seis años. Y mi padre, quien me acompañó durante unos años más, murió hace poco más de ocho meses. En un accidente fatal.
Él tenía un cargo que conllevaba una responsabilidad muy importante, y esta era ser piloto de aviones. En teoría, la vida de muchas personas dependía de mi padre continuamente, ya que su deber era llevarlas a un mismo destino, sanas y salvas. Pero, cierto día hubo una falla en uno de los motores del avión, haciendo que éste perdiera el completo control de vuelo, y estrellándose en no sé qué parte del mar pacifico. En ese vuelo iban exactamente setenta y dos personas, de las cuales solo sobrevivieron tres, y como es más que claro, mi padre no hacía parte de ese conjunto mínimo de personas. Y con respecto a mamá, él me dijo que ella empezó a sufrir de un silencioso cáncer que estaba ubicado en su hígado, y que terminó con su vida en menos de dos meses. A pesar del sufrimiento, todos daban las gracias por esa partida tan rápida e inesperada que tuvo, ya que si se hubiera prolongado el asunto, eso solo traería una complicación enorme sobre su existencia.
Luego, seis años después, o dos años atrás del tiempo actual, papá se realizó nuevamente con una mujer, dando como resultado el que ella viviera bajo nuestro mismo techo.
Esa mujer nunca hizo nada indebido para conmigo, pero tampoco se mostraba cariñosa. En otras palabras, ella se mantenía en un punto neutro, y yo no lo vi como un problema, pues pensé que podríamos entendernos con el tiempo.
Pero después de la muerte de mi padre… ella cambió. La poca atención que me daba ya sea cocinándome o teniendo siempre mi uniforme limpio para ir a la escuela, cambió. Ahora todo lo que hace es maltratarme verbalmente.
—Y además… a mí me importas —agregó.
Yo no complementé nada a esas palabras, y solo se hizo presente el silencio.
Es viernes, el quinto día de la semana, y los primeros cuatro los he fallado en asistencia escolar, pero no lo veo como un problema, ya que no tengo ningún interés en ir a clases de todos modos. Solo quiero estar como estoy ahora, en la oscuridad, acostado en mi cama, escondiéndome de la terrible y mentirosa sociedad que se encuentra afuera. O más bien, protegiéndome de ella.
La chica caminó y se sentó en mi cama, sin mi consentimiento, con mucha confianza. ¿Pero había algo que yo pudiera hacer en contra de ese confianzudo movimiento?
La respuesta es: no. Porque, como ya dije antes, ella hace parte de mí, y de lo que soy.
—Es increíble cómo se te derrumbó la vida por culpa de esa zorra. Pero más increíble me parece el que tú lo hayas dejado permitir.
A veces puede ser alguien tan irritante. Me agrada más cuando todo está en completo silencio.
—Recuérdame porqué estás aquí —le dije.
— ¿No es obvio? Porque me necesitas, claro está —respondió con altivez—. Porque soy la única capaz de escucharte, la única capaz de comprenderte, la única capaz de apoyarte. La única capaz de estar de acuerdo con cada uno de tus insensibles pensamientos acerca de esta sociedad.
Debo aceptar que todo lo que dice es la completa verdad, pues ella ha sido la única que ha estado a mi lado en los peores momentos de mi vida, tal como lo fue cuando era niño, y tal como lo es ahora que estoy un poco más crecido. Pero, sus ideales son muy tenebrosos, casi como si reflejara una parte de los míos que está guardado en algún rincón de mi triste ser.
Y que claramente es la peor parte.
—Tengo catorce.
— ¿Qué con eso?
Tal como dije, ella puede ser muy irritante. Demasiado irritante.
—Sé que en el fondo te sientes feliz debido a que regresé. No trates de ocultarlo y mucho menos de negarlo —agregó en un tono pícaro.
Bueno, quizá algún pequeño fragmento de mí así lo acepte. Por otra parte, a pesar de haber pasado los años, su aspecto no ha cambiado. Sigue teniendo el cuerpo de una sexy y adolescente chica. Pero pensar en algo con ella es ridículamente imposible. Conozco mi posición, y es obvio que ella también conoce la suya, y seguro es por eso que no tiene problemas en decir esos comentarios tan indebidos.
Además, mi corazón aún se siente atraído por ese demonio camuflado como ángel. A pesar de las cosas tan terribles que hace, aun siente un pequeño afecto hacia ella.
—Mejor haz silencio, Karen.
— ¿Vas a ir a clases, entonces? —me preguntó.
— ¡Déjame en paz! —le grité con furia.
Sé que mis actitudes no son las correctas, pero esto ocurre cuando una persona simplemente no entiende que quieres estar en paz, y solo sigue de insistente convirtiéndose en algo así como una piedra en el zapato.
Y Karen en estos momentos está siendo una piedra muy molesta en los míos.
—Típico de todo perdedor, se desquita con quien no debe.
Luego de decir eso, el silencio regresó nuevamente.
No me estoy desquitando con ella, es solo que mi vida es lo suficientemente miserable por culpa de la sociedad, como para que encima venga alguien a decirme que vaya y haga parte de ésta.
Su intención es buena, lo tengo claro, pero de buenas intenciones no se consigue vivir tranquilamente. Jamás imaginé que el confesarle mis sentimientos a esa chica se convertiría en una sentencia para mí. Por lo que entendía de la sociedad, el amor es algo sumamente maravilloso que puede ocurrirte en la vida. Es casi como un milagro traído para ti por parte de ese ángel.
Ese maldito y mentiroso ángel con alas y pañales.
¿Qué cree él… que con esas estúpidas flechas y ese arco puede mantener engañado a todo el mundo para siempre?
El amor es una mentira, el muy maldito es un mentiroso, y esta sociedad también lo es. ¿Saben por qué? Porque la verdad es que el amor te hace débil, el amor te vuelve vulnerable ante una persona, una persona que si así lo prefiere, puede causarte en el momento que le venga en gana un terrible daño a tu corazón. ¿Pero saben qué? Mirando en retrospectiva no es del todo malo, ya que al suceder te das cuenta de una extraña paradoja.
Una verdad acerca de una mentira.
Esa que los demás llaman “amor”, y que en realidad es solo una insignificante e inmadura ilusión creada por la humanidad para fingir que son felices, cuando la verdad es que solo están atrapados en sus pequeños mundos deseando en lo más profundo de sus corazones llegar a ser vistos por alguien que, irónicamente, también vive en su propio pequeño mundo. Y quizá mucho más triste y oscuro.
¿De verdad creen que como humanos podemos llegar a amar?
Vayan y díganselo al marido que se acuesta con su amante tres veces por semana, deleitándose en una extravagancia sexual y placentera que, al parecer, ya no consigue con esa persona que eligió sería su supuesta compañera de por vida. O díganselo a la madre que tiene las pelotas suficientes para abortar a su propio hijo. Ese hijo que irónicamente está ubicado entre sus malditas entrañas, solo porque al final, es un producto no deseado de una fiesta o diversión momentánea con alguien más. O díganselo al adolescente que es capaz de matar a su ex-novia, solo por el motivo de que ésta decidió que su relación ya no debía continuar, porque de algún modo se estaba convirtiendo en algo tóxico debido a los celos e intensidad sin sentido por parte de ese adolescente.
Esas mentiras de “vivieron felices para siempre” a otro idiota que no sea consciente de la degenerada verdad. Maldito “Walt Disney”.
—Mátala —dijo, mientras apoyaba el cuerpo en sus brazos y miraba hacia el techo.
Al escuchar esas palabras, sentí un fuerte escalofrío recorrer todo mi cuerpo.
—La gente como ella son solo escoria, no valen nada. La única equivalencia que representan es este mundo es a la de una ceses de vaca, y ni eso, porque al menos eso sirve de abono para las plantas. Es basura, más bien, solo eso… basura putrefacta y sin ninguna mínima partícula de empatía por los demás en su interior —agregó.
Por un lado, tal vez ese demonio camuflado de ángel no ha actuado de manera correcta. Eso se entiende. Pero matarla representa demasiado sacrificio para pagar sus culpas. Incluso yo lo pienso así. Por otro lado, los ideales de esta señorita sin duda son terroríficos, ¿pues qué cabeza es capaz de pensar que el acabar con la vida de una persona pueda solucionar un problema? Pero ya yo estoy acostumbrado a esos comentarios tan alocados e indebidos, así que luego de estar unos segundos ahí, inerte, y en completa estupefacción, le dije lo que debí haber dicho de inmediato apenas mencionó algo de semejante magnitud.
— ¿Cómo se te puede ocurrir algo así?
— ¿Qué? ¿Me dirás que aun te interesa? Sabes bien lo que opinamos acerca de esas cosas sin sentido, que solo son una mentira, una estúpida mentira creada por esta sociedad para dar una pizca de esperanza sobre algo que no existe a aquellos que son solo completos ignorantes acerca de la verdad. El amor es como la religión, Shunsuke, solo se utiliza para obtener un beneficio propio. Ya sea económico como las tiendas de chocolates y flores, o pastelerías, o de osos de felpa y esas tonterías. O fuera de eso, en lo personal. Por ejemplo, como esa chica que siente un estruendoso éxtasis de egocentrismo debido a que todos a su alrededor supuestamente sienten algo por ella. Es solo un negocio de satisfacción propia… eso es lo que es.
—No quiero perder mi humanidad —le dije.
—La humanidad es débil, e ignorante, y debido a eso sufren por cosas que no tienen lógica ni sentido, y mucho menos un fundamento. O respóndeme esto… ¿Crees que esa zorra que está allá afuera en la sala siente alguna pizca de amor por ti?
—Ella también está dolida por lo que pasó con Papá.
La chica dejó salir una burlona carcajada luego de escuchar eso por parte mía.
—No intentes taparte con circunstancias incoherentes, pues no tiene ningún sentido intentar hacerlo. ¿O qué? ¿Hay alguna lógica en que ella te trate mal solo porque tu padre murió? ¿Que acaso tú ibas manejando ese avión o algo así? Te maltrata, Shunsuke, te maltrata verbalmente, como a un perro. Como si tu existencia fuera algo tan insignificante que no merece atención alguna.
Luego de eso, todo lo que hice fue dar media vuelta en la cama, quedando de espaldas hacia ella. La chica lo notó, y lo único que hizo fue ponerse en pie nuevamente, quedando de espaldas hacia mí.
Yo no decía nada, pues por mi mente solo pasaba las cosas que aquella mujer me ha dicho en repetidas ocasiones. Cosas que pueden herir la integridad mental de una persona, sus emociones, sus sentimientos. En otras palabras, destruyendo la tranquilidad y estabilidad de cualquier persona. Pero bajo todo ese maltrato, me hacía la idea dentro de mi cabeza que eso era debido a lo que estaba sucediendo en nuestras vidas por igual.
Y eso era la muerte de mi padre.
O tal vez, lo único que deseaba en esos momentos de mi vida, era que alguien me abrazara y me dijera, «todo estará bien».
Y cuando pensé que la tranquilidad reinaría nuevamente en mi habitación, hubo algo que llamó mi atención. Algo que estaba sucediendo afuera en esos momentos. La voz de aquella mujer se podía escuchar hasta cierto punto, aunque no se entendía nada de lo que decía, debido a la distancia entre nosotros y que la puerta de mi habitación estaba cerrada. Después de analizar, entendí que estaba cruzando palabras con alguien. Ni idea de quien sería, pero sin duda había alguien más allá afuera. Los segundos pasaron y las voces extrañamente se iban escuchando más fuertes. Como si vinieran acercándose hacía acá.
— ¿Esperas visitas? —me preguntó.
Yo solo hice un gesto de desagrado a lo que me había preguntado. Ella entendió inmediatamente que no era así como lo estaba pensando. Después de todo, ¿quién se tomaría la molestia de visitar a alguien tan extraño como yo?
Debo admitir que mi curiosidad se vio sacudida ante tal novedad, pues una cosa si les puedo decir acerca de esta casa, y es que aquí nadie hace visitas. Nadie. Pero sin duda hoy no era un día normal como los otros, pues la señora de esta casa, se encontraba acompañada de alguien más del otro lado de esa puerta.
Ella dijo unas palabras deprimentes:
— ¡A ver si logras que ese vago y bueno para nada salga de esa habitación y haga algo productivo por su vida!
Fueron las últimas palabras que escuché por parte de mi madrastra, y la persona no agregó nada a eso. Luego, esa entidad tocó a mi puerta. Un toque sereno y amable. Karen se mostraba curiosa ante lo que estaba ocurriendo, y solo guardó silencio.
En este punto, y para satisfacer mi curiosidad, seguí el protocolo que normalmente se hace en esas circunstancias.
—Adelante.
Cuando esa persona abrió la puerta, me pude enterar de quien se trataba. Luego con mucha amabilidad, dijo: «permiso». Caminó hasta quedar en una ubicación que daba justo en frente mío, que para entonces, yo me encontraba en la cama sentado y recostado a la pared. Quizá un gesto de buenos modales por mi parte.
No entendía que hacía esa persona a esas horas en mi habitación, pues tal como dije, se supone que jóvenes como nosotros deberíamos estar en clases a esas horas. Aunque aquí, las verdaderas preguntas que se tenían que plantear eran… ¿Qué rayos quería de mí? ¿Por qué no estaba en la escuela? ¿Qué era lo que traía en mente? ¿Cuál era el propósito de su muy extraña visita?
Una visita que perturbaba esa paz que yo tanto deseaba tener.
Como era de esperarse, Karen también se sorprendió ante la presencia de esa persona, y con extrañas miradas de no entender absolutamente nada, solo se limitó en dirigir las siguientes palabras para mí:
— ¿Quién es?
Pero yo no pude responder a su duda, pues mi cabeza estaba muy ocupada tratando de procesar esa situación que estaba vigente en mi habitación. Karen, al notar que no había reacción en mí, camino y dio tres vueltas completas alrededor de esa persona, analizando, tomando sus propias conclusiones, oliéndola, recorriendo con su mirada cada centímetro de ese cuerpo ajeno, como si de un pedófilo se tratara.
—Hmph —fue todo lo que dijo, acompañado de una sonrisa indiferente en su rostro.
Eso solo me hizo llegar a una conclusión, y esa era que sin duda, esa visita se había convertido en un total desagrado para ella.
0998
Yumiko
Miré mi reloj, el cual indicaba: 3:47 pm.
Era una maravillosa tarde veraniega la que estaba presente. El viento bailaba de un lado para otro sin necesitar el estricto consentimiento de alguien, pues era libre. Sin duda era libre.
Mientras yo me encontraba mirando por la ventana hacia afuera, me preguntaba si he realizado completamente mi vida como siempre lo soñé. Me preguntaba si todo lo que he hecho fue lo correcto. Si todas mis decisiones han sido las correctas. Si todos mis pensamientos han sido los correctos. Y así, sin más, una larguísima reminiscencia acerca de todo pasó por mi cabeza en esos momentos. Tan larga que se podrían necesitar años para reproducir una película de semejante duración, pero que al final, se sintió como el “EVO”. O sea, años dentro de mi cabeza, y solo unos quince segundos aproximadamente en el tiempo real.
(NT: el “EVO” es lo que se conoce como el tiempo de los espíritus. Esa infinidad de tiempo que se vive después de culminar los años de vida como existencia)
Repasé y uní los engranajes que se encargan de armar mi historial como ser viviente, y pude llegar a la conclusión de que he sido una buena chica, y obviamente qué también cumplí con mis sueños, pues después de esa reminiscencia, me queda claro que no pude haber elegido otra profesión que no fuera esta, porque es lo que siempre quise ser.
Mi nombre es Yumiko Namikaze, treinta y cuatro años de edad. Una mujer que se cataloga a sí misma como “completa y realizada”. Aunque, no completamente realizada del todo, pues aún sigo soltera y esperando quizá a ese príncipe azul con el cual compartir el resto de mis días. Pero eso es tema aparte. Umm, acerca de mí puedo mencionar que me encanta la lectura, especialmente haciendo énfasis en las novelas de misterio. Es mi pasatiempo favorito. También tengo cierto interés por el ajedrez. A quien engaño, dejaré de ser modesta y presumiré un poco… fui campeona intercolegial una vez y ocupé el segundo y tercer puesto en dos campeonatos nacionales. Siempre me sentí atraída por las ciencias, además que, es mi asignatura favorita. Aunque ya no lo hago, debido a la falta de tiempo o que creo es algo que se vería mal en una mujer adulta como yo, me gustaba mucho cantar en karaoke. Puedo decir que durante mis días escolares, visité esos lugares una setecientas ochenta y tres veces si mis cálculos no me fallan. No recuerdo cuantas veces llegué afónica a casa por culpa de eso.
Debo decir que si hay algo que recuerdo con agrado acerca de mi vida, es sin duda los días escolares. Claro que sentirse más especial por eso sería algo sin sentido, pues todos por igual, sin duda, recordamos de manera cariñosa y agradable esos días. Desearíamos vivirlos eternamente. Pero, como sabemos, todo en este mundo tiene una fecha límite, una fecha de vencimiento, y los días escolares no son la excepción de ello. Envejecemos. De eso no hay duda. Y aunque tal vez sea algo que no te anima mucho el saberlo, debemos aceptar que en el fondo, es maravilloso apreciarlo. El pasar del tiempo es sin duda algo maravilloso de apreciar.
Recuerdo mi cumpleaños número quince, ese día mamá me preparó la que para mí fue la mejor fiesta de mi vida. Tenía un hermoso vestido color azul celeste, con holanes, acompañado de unas hermosas y brillantes zapatillas. El pastel pienso fue una exageración total… ¿Cuatro pisos? Parecía más una edificación que un pastel de cumpleaños. Pero con respecto a cómo sabía, nada que ver con edificaciones, pues el dulce sabor a crema que tenía acompañado de aquellas ricas y jugosas fresas, eran algo que puedes recordar eternamente el resto de tu vida. O también esa fiesta que se celebró en honor a los recién ingresados a la universidad. Fue un día de locos. No recuerdo haber bebido tanto en alguna otra ocasión. Ese día admito, se me pasó la mano. Pero al final, todo sirve como medio para poder recordar alegremente esos instantes. Cosas de jóvenes, ustedes saben.
Mi primer beso. Uno de los acontecimientos más importantes para una chica. Recuerdo que fue cuando tenía diecisiete años. Esa noche, en el festival de verano, cierto chico tomó el valor de invitarme a bailar la danza alrededor de la gran fogata armada en forma de “jenga”. La hermosa noche estaba acompañada da una muy redonda luna llena, y la luz que esta emitía era algo que podía hacerte perder en el abismo infinito del firmamento, en la maravillosa oscuridad de la noche. Debo decir que también me atraía mucho aquel chico. En palabras sencillas, existía algún tipo de mutualidad o reciprocidad entre nosotros, una de la que sin duda ambos éramos conscientes, pero ustedes saben que los jóvenes son algo complicados, y armarse de valor para confesarle tus sentimientos a esa persona que es importante para ti, es algo que tienes que meditar mucho. Muchísimo.
¡Santo Dios! A tu nombre, pido piedad y valor para esos jóvenes que lo están viviendo en estos momentos.
Luego de ese mágico baile, me dijo que quería decirme algo, pero que debía ser en privado. Así que ambos nos apartamos por un momento de nuestros compañeros para hablar a solas. Admito que dentro de mí misma sabía que se trataba de eso, de una confesión de amor, y estaba a punto de estallar. Pero, como pude, me controlé. Una vez tomamos asiento, miramos por unos minutos el hermoso cielo. Luego, él se dirigió a mi persona. El problema fue que… empezó a atascarse. Si. Se atascaba en sus palabras como una maquinaria a la cual se le atasca una llave expansiva entre sus engranajes. Todo lo que se veía era, “ERROR, ERROR, ERROR”, en su cara. Como un malware muy poderoso que infecta todo un sistema operativo. Incluso yo empecé a verme afectada por eso, y mi calma se vio sacudida, todo porque en verdad quería escuchar esas palabras por parte de él. Así que luego de transcurrir unos cuarenta segundos en donde solo tartamudeaba una y otra vez, pensé dentro de mí misma, «sabes lo que dirá, y sabes cómo terminará todo esto. ¡Ayúdalo!».
Yo… lo besé. El pobre chico quedó petrificado. Ese fue el día más feliz de mi vida.
Luego de eso tuvimos una relación que duró tres largos años. Una relación en donde se comportó como todo un caballero, pues fue atento y sincero conmigo. Pero como lo dije anteriormente, nada en este mundo es eterno. Por motivos personales, él tuvo que abandonar la ciudad e irse a vivir con una tía a España.
Siempre lo recordaré con mucho cariño.
El tiempo pasó y la tristeza se curó. Esa tristeza que sentí porque él tuvo que marcharse, desapareció, pues cierto día me dije a mí misma: «¿Por qué llorar si fue una bonita y maravillosa relación? Llorar por algo tan bueno que me pasó en la vida sería un insulto a la memoria del amor». Desde ese momento no volví a derramar una lágrima por aquella relación. Al contrario, siempre lo recordaba todo con agrado y hasta me hacía feliz el tenerlo presente en mi mente.
Extrañamente, —digo extrañamente porque la verdad no es que yo haya deseado que fuese así— no he vuelto a tener un noviazgo, y no me apena decirlo o admitirlo.
En cierta ocasión recuerdo que una amiga de la universidad me aconsejó que buscara quien me leyera la suerte, o mi destino, o algo por estilo, ustedes saben, esas “adivinas”, “gitanas” o lo que sea, pues ella decía que no era normal mi situación. Hasta ahora sé yo que estar soltero es algo anormal en este mundo. En fin. Dos días después de que me comentara acerca de eso, fuimos donde una adivina de esas, una que ella frecuentaba algunas veces, y que aseguraba era muy precisa en sus predicciones. Yo accedí solamente por curiosidad de saber qué me diría, y para satisfacer la intensa insistencia que mi amiga tenía para conmigo.
Una vez en su despacho, el cual tenía toda clase de cosas e instrumentos relacionados con el esoterismo, tomamos asiento y nos dispusimos a saber de una vez por todas acerca de mi suerte. El asunto como es más que claro tenía relación con el amor. La adivina me preguntó sobre qué clase de consulta quería hacer, yo le respondí que en relación con el amor. Luego de eso sacó una típica baraja de esas astrológicas o algo por el estilo. Y empezó a ponerlas sobre la mesa.
Ella dijo que solo había una cosa que se reflejaban en las cartas, un pequeño detalle. Yo le pregunté qué era, a lo que ella contestó sólo lo siguiente:
«No hay nada peor que ser consciente de las cosas y no hacer nada al respecto. La inteligencia se debe utilizar para hacer de éste un mundo mejor. Y esa será tu prueba. Mientras no logres superarla, tu vida estará atrapada… y nunca podrás avanzar».
Eso fue muy raro, pues, para empezar, no le encontrábamos ninguna relación a esas palabras con el amor, así que mucho menos sentí que su predicción fuera tan acertada como mi amiga me decía que lo eran. Luego le preguntamos que si eso era todo, ella dijo que sí, que las cartas no mostraban más que eso. Yo no reproché nada, y mi amiga tampoco lo hizo, a pesar de ser consciente de que era la predicción más rara que hubiera podido escuchar, ya que, de vez en cuando, le aconsejaba a uno que otro compañero nuestro de la universidad para que conociera su suerte. Cabe agregar que comparando aquellas predicciones con la mía, la palabra “normal”, era algo que se salía de toda comprensión. Dejamos ese tema ahí. Ella no insistió y yo no me interesé más por eso, pues ese día sentí que había sido estafada por completo.
La verdad es que yo no creo en adivinaciones, fantasmas o cosas sobrenaturales para generalizar, pues pienso que todo es un producto del miedo que podemos sentir en determinado momento, y que a base de eso es capaz de hacernos creer que solo porque una escoba cae al suelo por culpa del viento, en realidad, lo que sucede, es que una bruja está llamándola para montarla y poder volar por los aires, con el fin de hacer sus diabluras o maldades por allí.
Somos ignorantes, sin duda. Pero, si tuviera que dar un testimonio personal acerca de un suceso anormal o algo por el estilo, diría algo que creo mi mente piensa que sucede muy a menudo. Aunque la verdad es que es algo que nos ha pasado a todos es alguna ocasión, a todos por igual. Mi punto… un “de-javú”. A veces siento dentro de mí misma que he vivido mi vida quien sabe cuántas veces. Como si ya hubiera pasado por esto en algún otro momento. Pero no le doy tanta importancia, pues como dije, es algo que a todos nos pasa alguna vez en nuestras vidas. Creo que de ahora en adelante empezaré a anotar todos los números de loterías que salgan por la televisión, internet y demás, a ver si de pronto utilice mis poderosos de-javús un día de estos y ser inmensamente rica.
Que deseo tan egoísta de mi parte.
Como sea, solo hay un resumen para todo esto, y es que la vida sin duda es un completo misterio. Un misterio el cual tenemos la meta de descubrir. Quizá para alcanzar algún tipo de divinidad o algo así, que se yo. Lo siento, pero me afirmo más a la ciencia que a cualquier otra cosa, pues eso ha desmantelado los secretos más extraordinarios del universo a través de los tiempos. Con pruebas físicas irrefutables, dando respuesta a casi todas las teorías planteadas por el hombre.
Alguien tocó a la puerta de mi consultorio: «Adelante», dije.
La joven mujer entró con una cara que reflejaba claramente que algo no andaba bien en su vida.
—Buenas tardes —le dije.
—Buenas tardes, doctora —me respondió con amabilidad.
Por cierto, ¿ya les hablé acerca de mí profesión? Ups. Creo que lo olvidé. Bueno, pues les comentaré que llevo alrededor de diez años ejerciendo este oficio. Un oficio que me gusta. Aunque, yo diría más bien que lo que en verdad me gusta es ayudar a las demás personas. Ayudarlas con esos tantos y difíciles problemas que se presentan en la vida diaria de la sociedad. Por ejemplo esta mujer, que acaba de entrar con una cara de tragedia en su rostro. Sin duda algo está ocurriendo en su vida, y es mi deber como profesional el ayudarla con ese asunto. Me he ganado el respeto entre los míos, pues mis resultados han demostrado que tengo un nivel de profesionalismo respetable. Todo aquel que ha entrado por esa puerta ha tenido una recuperación satisfactoria, y yo me siento muy feliz y orgullosa por ello.
—Tome asiento, por favor —mencioné.
—Gracias.
En este punto creo que está claro a qué me refiero cuando digo que soy una mujer “completa y realizada”, ¿no?
La mujer agachó la mirada. Entrelazó sus manos y rascaba el pulgar izquierdo con el derecho.
Primer análisis: ansiedad.
—Doctora, necesito su ayuda. Es que, no tengo idea de cómo solucionar este asunto…
Segundo análisis: preocupación.
Diagnóstico: ella no es quien posee el problema. Eso significa que detrás de esa puerta…
«En términos de patrones, la vida es sencilla. Es como un juego de ajedrez», pensé.
—Dígame. ¿Quién está detrás de este asunto?
«Cuestión de simples patrones. Por ejemplo: si te caes, luego debes levantarte».
—Es mi hijo. Tan solo tiene cinco años de edad.
— ¿Cinco años? —le pregunté. No se trata de que no la haya escuchado o entendido. Solo quería que me confirmara lo que acababa de decir. A veces, por la desesperación, tendemos a equivocarnos en lo que decimos.
—Si. Cinco años solamente… es solo un niño.
Un niño con un problema, más bien.
Y hablando de problemas, recuerdo que en cierta ocasión alguien pareció haber estado en serios problemas, pues al principio hizo un sacrificio que sorprendió a todos. Al mundo entero quizá. Y su “problema”, comenzó con un sencillo movimiento:
REINA: (D1 a F3)
Tal vez se podría denominar como, “la diagonal más maravillosa de su vida”. Pero, ¿será que esa persona se sintió temerosa debido al problema en el que se encontraba, luego de realizar ese atrevido movimiento? Yo lo dudo. Cuando eres un campeón mundial, ninguna situación debe parecerte un problema del cual debas preocuparte. Uno de los componentes esenciales del ajedrez es la anticipación, de eso no hay duda alguna, y aunque no hay manera de confirmar cuantos movimientos es capaz de anticipar una mente humana, debido a eso nace la mayor incógnita que me he hecho, y que aún no he podido descifrar. Aunque, la verdad, creo que nunca lo lograré.
—Él está afuera, ¿cierto?
Ella asintió en confirmación a mi pregunta.
Si se tratara de alguien con una edad más avanzada, diría que no sería tan importante charlar con el tutor responsable. Aparte claro de proveer ciertos detalles del paciente. Luego, yo misma empezaría directamente a tratar con esa persona. Pero, dado que las circunstancias son estas, el tutor es quien debe actuar como el “vocero” de la víctima. Por eso lo indicado será escuchar todo lo que tiene por decir esta mujer acerca de su propio hijo. Cada detalle y lo mejor especificado posible.
La mujer estaba a punto de venirse en llanto.
—Entiendo que esté pasando por una situación complicada, y que lo que más le preocupa es el bienestar de su hijo, pero le pido que por favor se calme. Necesito que me relate todo con mucha claridad. Todo de lo que sea consciente con respecto al niño —le dije.
Es claro que para poder solucionar un problema, primero se debe entender éste. Solo así se pueden tomar cartas en contra-medida para llegar a obtener un resultado positivo.
—Y así poder ayudarlo —agregué. Después de escuchar esas cortas palabras, la mujer me observó a los ojos, con un brillo de esperanza que los suyos emitían.
Los padres hacen lo que sea por sus hijos, cualquier cosa, incluso si esto significaría el tener que dar la propia vida por ellos. Creo que no existe nada más noble y desinteresado en el mundo que el amor de una madre por su hijo. Aclaro algo. No estoy diciendo que los padres no sean capaces de amar de la misma intensa manera a un hijo que su madre, pero, sin duda, todos aceptamos por igual que lo que una madre es capaz de sentir por un hijo, es algo muy profundo y fuerte. Es algo imposible de romper. Cualquier sacrificio vale la pena con tal de ver a los hijos felices y tranquilos.
Por cierto, ese movimiento del que les estaba comentado, el que hizo esa persona con su pieza “REINA”, fue eso en realidad, un sacrificio. Uno de tantos que se pudieron presenciar y admirar aquella vez en aquel tablero, y que hizo reconocer a esa partida como una de las impresionantes en toda la historia de la humanidad. O en la historia del ajedrez, más bien. Eso fue lo único que hubo allí… sacrificios. Sacrificios que condujeron todo a una victoria perfectamente limpia.
Luego de tomar un profundo suspiro, la mujer, se calmó por completo.
—Empecemos entonces. Cuénteme, ¿qué le sucede a su hijo?, señora…
No pude terminar mí oración, pues aún no conocía el nombre de la mujer que estaba sentada en frente mío. Ella inmediatamente cayó en cuenta del penoso detalle, y se dispuso a dar su presentación.
—Discúlpeme, doctora, ¡qué modales los míos! Mi nombre es Naomi Suzuki. Mucho gusto —y sonrió.
En cuanto escuché ese nombre, mi semblante cambió. Mi cara habitual se vio afectada por esas palabras. Y todo se debe a que aparecieron algunos oscuros recuerdos de mi adolescencia. Unos recuerdos, que desearía tener el privilegio de olvidar para siempre. Pero no puedo. Por más que lo intente, no puedo.
Yo quedé petrificada.
— ¿Doctora? —agregó, viendo como quedé congelada al escuchar su nombre. Y unos cortos segundos de silencio se hicieron presentes entre nosotras.
Entonces caí en cuenta acerca de la única mancha que he tenido en mi perfecta vida. En mi perfecto currículo. Una mancha la cual, a pesar de ser consciente, nunca tomé la decisión de limpiar, de solucionar, justo como lo hizo aquel ajedrecista en aquella sacrificada partida. Aquella partida que solucionó de manera muy tranquila demostrando solo una cosa… que era el mejor de sus tiempos.
Ahora que caigo en cuenta por segunda vez, sigo sin decirles a qué me dedico. Bueno, como ya les dije, llevo diez años ejerciendo esta profesión, una que aparte de encantarme, ya que fue el camino que elegí seguir y logré realizar, en realidad es una decisión que tomé a causa de esa única mancha que tuve en mi pasado. Esa mancha fue la raíz por la cual ahora me dedico a esto. Y eso, es psicología.
Así es… soy psicóloga.
Traté de pisar tierra nuevamente, pues aunque el cuerpo estaba en él, como es más que obvio, mi mente no lo estaba.
—Perdón. ¿Cómo dijo que se llamaba? —le pregunté.
En la expresión de la señora Naomi, se reflejó incomprensión con respecto a lo que estaba sucediéndome, pero aun así, se limitó a aclarar mi duda.
—Naomi Suzuki, doctora. ¿Sucede algo?
En efecto, ese era su nombre. Y en efecto, eso me hacía recordar esa oscura parte de mi pasado. Una vergonzosa parte de mi pasado. Pues dentro de mí misma sé, que si hubiera tomado la disposición de haber hecho lo que debía hacer, o sea, tomar la decisión correcta, quizá las cosas no habrían terminado de aquella fatídica manera.
De aquella lamentable y triste manera.
Una manera por la cual, incluso hasta el día de hoy, me sigo lamentando profundamente.
Aún recuerdo los ojos de aquella persona. Ojos que reflejaban con mucha claridad haber perdido el brillo y sentido de la vida, y que solo estaban inundados por cosas negativas. Tristeza, odio, locura, irracionalidad, soledad, sufrimiento, y en el peor de los casos… muerte. Al apreciar aquella escena tan macabra, descubrí una de las verdaderas naturalezas de este mundo, una naturaleza que desafortunadamente cada uno de nosotros lleva consigo mismo. Una que todos tenemos escondida en alguna parte de nuestro ser, y que solo se necesita un ligero empujón para poder hacerla despertar, y que, por desgracia, tiene el terrible poder para acabar con todo. Y no de la mejor manera.
Yo me arrepiento. Me arrepiento de no haber tomado una decisión en aquellos momentos. Aunque, jamás imaginé que pudiera suceder algo tan espantoso, y que mucho menos tendría el privilegio de apreciar con mis ojos, de frente, como si tuviera la mejor posición en un cine con quien sabe cuántos asientos disponibles. Pero que, lamentablemente, en aquella función, solo hubo un espectador que compró boletas. Y ese espectador, era yo.
A veces, me pregunto cómo habría terminado todo si hubiera movido mi pieza de igual manera a ese legendario ajedrecista. Si de igual manera, hubiera movido mi “REINA” con la misma inteligencia y seguridad de aquel sorprendente jugador. Y que, como resultado de un movimiento de semejante magnitud, anticipara aquel terrible y lamentable final.
Pero la realidad fue una sola. Y esa es, que aquel día, tuve una completa y limpia derrota contra ese adversario llamado, “vida”.
MEDIOS DE COMUNICACIÓN
WWW.ENTIDADESPARANORMALES.ORG — 8 DE JULIO.
02:20 am
Kuhaku1996: ¿Han escuchado acerca del caso paranormal que se presentó en la escuela Tokoyama?
Agente_oscuro56: ¡Claro que sí! Es el tema sensación del momento.
ÁnGeL=666: ¿Quién diría que una persona tan joven tuviera semejantes poderes tan extraños?
♪Tomiko♪: ¿Poderes?
Anti-cristoΩ: Así es. Aseguran que tenía la habilidad para comunicarse con los espíritus.
Muramasa/010: Yo escuché que había hecho un pacto con el demonio. Y que por eso hizo lo que hizo.
“Akuma—07”: Al parecer era el espíritu de una chica con quien se comunicaba todo el tiempo.
El_caído_1: ¿Enserio? ¡WOW, qué miedo!
Evilgamer999: Tuvo su merecido. Eso es lo importante. ¿Matar a semejante chica tan linda e inteligente?
Nakamura∞Infinity: Y todo porque lo había rechazado. ¿Quién querría estar con alguien tan extraño?
•ApocalipsysGod•: Con cosas de otro mundo no se juegan, porque acabarás de la misma forma.
Inferno777: Solo era un maldito enfermo… además de idiota.
Lucifer_1999: Conozco a un estudiante de ese lugar que asegura se escuchan lamentos en esa parte de la escuela.
Yoshino-SeNjU: ¿No ha ido alguien a purificar la zona? Debe ser su alma la que está penando allí.
Minamoto/15: ¡El reino de los muertos está vigente entre nosotros!
KaikiDemon-32: ¡Cállate que no podré dormir tranquilamente!
Yamato_Dark666: Fue posesión. De eso no hay duda.
TenguΨRed_01: ¿La chica con la que se comunicaba o el demonio? ¿Cuál de los dos tomó posesión de su cuerpo?
Yamato_Dark666: No lo sé. No he podido encontrar más información.
LAPARCA900-009: Típico de la policía. Nunca revelan la información de manera completa, clara y directa. Siempre distorsionan la verdad.
Demon_Zombie: ¿Policía? Ni la ciencia misma puede explicar esta clase de casos.
TenshiA.C.: En resumen… fue un terrible acontecimiento.
NekoBlack˜16: Ni que lo digas. Pobre chica.
GhostOfTheNight: Escupo sobre su tumba.
KikyoT_T: Ojalá su alma se esté pudriendo en la parte más oscura del inframundo.
0002
Shunsuke
Sé quién es esta chica. Claro que lo sé. Hace dos meses ganó el torneo intercolegial de ajedrez. Increíblemente obtuvo una victoria perfecta en ese torneo, en el cual estaban participando los mejores de todas las escuelas de esta ciudad. Tan solo con catorce años de edad, sobresalió entre cuarenta y ocho participantes que estuvieron batallando los unos con los otros. Todo por el premio de ciento cincuenta mil yenes, además de la reputación con la que el vencedor terminaría luego de ganar el torneo. Y ella fue esa ganadora. La número uno.
Pero, creo que la vida debería ser un poco más justa con todos. Debería tratar de equilibrarse para poder entregarle a cada persona un poquito de felicidad. Quiero aclarar que no se trata de envidia ni nada por el estilo, es solo que esa chica ya es lo suficientemente feliz, como para que encima, sea benefactora de semejante nivel de intelecto.
Yumiko Namikaze. Ese es su nombre.
Tal vez si les explico un poco entenderán a qué me estoy refiriendo.
Esta joven, quien físicamente podríamos denominar como, “divinidad”, además de ser la actual campeona intercolegial en ajedrez, es también de buena familia. Así es, me refiero a dinero. Es de una familia económicamente superior. Pero, ¿eso será suficiente para que sea feliz esta pobre jovencita? Nunca es suficiente cuando de injusticias se trata, y menos en un mundo tan miserable como este.
Pero sigamos relatando cuan bendecida puede llegar a ser una persona, y cuan malditas pueden llegar a ser otras.
Es la delegada de la clase. Además de presidenta del club de literatura. Un club que actualmente cuenta con solo cinco miembros. El mínimo de personas que se requiere para que un club pueda sobrevivir y funcionar en una escuela. Es una regla específica de algunas otras cuantas que hay que cumplir, para que no exista problema alguno con dicho club. Es increíble, pero a pesar de estar esa “chica deidad” allí, en ese club, se trata del que menos integrantes posee en toda la escuela. Parece que ni siquiera la belleza puede hacerle frente a la estupidez. Creo que deberíamos leer más, y si de alguna forma te sientes interesado en hacerlo, te recomiendo el misterio. Es un género espectacular. A mí me encanta. Pero bueno, aquí no estamos hablando sobre mí, sino sobre esa “chica deidad”.
Díganme, ¿les interesa el dibujo? Pues si de casualidad llega a ser que sí, les recomiendo que se alejen lo más que puedan de estos alrededores, pues la señorita, aquí donde la ven toda inocente y con cara angelical, ganó un concurso de ilustración realizado por el mismísimo “Masashi Kishimoto”, creador de “Naruto”. Un concurso que resulta era de nivel mundial. Ojo, no local, sino mundial. En donde el vencedor se llevaría una suma considerable de dinero como premio.
Vive una vida socialmente activa, y todos los chicos en el salón de clases babean como idiotas por ella. A estas alturas ya se imaginarán el nivel persona que es. Pero si aún no tienen esa idea clara, yo les ayudaré. Hagan de cuenta que se trata de mí, solo que todo lo contrario, absolutamente todo, y multiplicado por mil. Aunque, tal como les dije, no siento envidia ni nada parecido hacia ella. Al contrario… la admiro como persona. Supongo que no me entienden. Déjenme seguir comentándoles para que todo tenga sentido, y entiendan el porqué de que no sienta nada negativo hacia ella. Ahora, si quieren una pista, aquí se las dejaré:
“Cincuenta días de exhaustiva investigación”.
—Hola —me dijo, con una voz cálida y sincera.
— ¿Hola? ¿Y esta quien se cree? —reprochó Karen, quien no deja esa actitud de disgusto hacia ella. Luego caminó y se sentó nuevamente en la cama.
Yo no respondí. Solo agaché mi apagada mirada.
Normalmente cuando imaginamos a una persona como esta chica, la cual posee extremada belleza y poder económico, lo podríamos asemejar fácilmente a una persona orgullosa y antipática. Con aires de grandeza y con esos ojos que miran a todos por debajo como si de cucarachas se trataran. Es lo que uno esperaría, o por lo menos se imagina. Pero, a veces el mundo...
— ¿Por qué no has vuelto a clases, Shunsuke?
—Eso no es de tu incumbencia —respondí.
Hace dos años llegó a la escuela. Aún recuerdo ese día como si hubiera sido ayer. Una vez esta chica cruzó por la puerta del salón, y caminó hasta quedar en el centro del estrado, parada frente a mis compañeros, sin imaginárselo, ya había sido aceptada en los corazones de todos ellos. Ya tenía a chicos y chicas por igual en la palma de su mano, lo cual me parece irónico e injusto, porque sabemos que entablar un lugar y tipo de relación con el salón de clases completo, es algo que no se hace inesperadamente de la noche a la mañana. Y mucho menos en cuestión de segundos. Pero, sin duda, debe ser increíble tener tanta belleza femenina recorriendo cada centímetro de su inocente y deseado cuerpo.
Rayos. Debo parecerles un pervertido.
—Soy la delegada de la clase, y mi deber es cerciorarme que todo esté en orden con respecto a mis compañeros.
—No te molestes en presumir. Para mí es claro que solo por ese motivo te dignas a cruzar palabras con un bicho raro como yo, y hasta de eso dudo. Dime… ¿Cuál de todos los maestros te envió a buscarme?
—Es obvio, Shunsuke. ¿Crees que alguien como ella se preocuparía por ti? —dijo Karen.
—Estoy preocupada por ti —mencionó Yumiko.
Yo no agregué nada.
Luego Karen soltó una maquiavélica carcajada al escuchar esas palabras. Parece que le hacía mucha gracia el escuchar que alguien como Yumiko, con semejante ficha de presentación, se digne a preocuparse por alguien tan insignificante como yo. Y no la culpo. No con la sociedad actual en la que vivimos.
—Oíste lo que dijo… es una maldita mentirosa. Y de las peores, eh.
— ¿Crees que estoy mintiendo? —dijo Yumiko, con tal vez la idea de romper esa absurda diferencia que existía entre nosotros.
En menos de dos días tenía el nivel social de una persona que, por lo general, le tomaría dos meses en lograr conseguirlo. Desde ese momento, empecé a estudiarla cuidadosamente, de pies a cabeza. Su dialecto, sus gestos, sus emociones, sus virtudes, rasgos característicos en el comportamiento general de una persona. Mi propósito, o quizá, más bien, mi malicioso propósito, era encontrar la verdadera naturaleza de esa posible máscara que ella usaba. Esa máscara con la cual podía caminar tan cómodamente ante los ojos de la sociedad. La observaba charlar con sus compañeros, la forma en cómo caminaba, en cómo se expresaba. Tardé exactamente cincuenta días en mis exhaustivos procedimientos de investigación. Pero al final, todo llegó a un solo punto de perspectiva:
—Vete —le dije.
—No lo haré. No tienes ningún derecho a echarme.
—Es mi habitación.
—Y también eres mi compañero —respondió.
—Es extraño que alguien como tú hable con tanta incoherencia.
—Y también es extraño que un alumno de catorce años falte tantos días a la escuela.
Era como ver el diario vivir de una súper heroína.
—Enserio, Shunsuke… ¿Quién rayos se está creyendo esta perra para hablarte de esa manera en tu propia habitación? —agregó Karen.
Hubo una pausa.
Fila número tres. Asiento número tres. De seis filas de seis estudiantes cada una. Ella era el centro y corazón en nuestro salón de clases. La perfecta Yumiko es alguien que siempre está dispuesta a ayudar a los demás, sin importar que tan difícil sea el camino. Creo que nunca miente, pues las veces que la he escuchado hablar, nunca dice nada salido de la realidad en la que vivimos. Aun teniendo tantas opciones para hacerlo, como dinero y ser inteligente, por ejemplo.
—Shunsuke. ¿Esa mujer de allá afuera, es tu madre? —dijo Yumiko.
—Perra y atrevida. Es increíble que alguien tenga tantos defectos.
—Puede que parezca atrevido de mi parte hacerte esa pregunta. Así que, no contestes si no quieres hacerlo —me dijo, con un tono de voz delicado.
Por un lado, hay una cosa que está causando choques eléctricos en mi cuerpo e incomodidad desde hace unos momentos, pero es obvio que simplemente es algo imposible. Por otro lado, no creo que exista inconveniente alguno en responder a su pregunta.
—Es mi madrastra.
—Entiendo.
¿Entender? Dudo rotundamente que pueda, a pesar de ser alguien tan inteligente como Yumiko Namikaze.
Recuerdo que en cierta ocasión, la familia de un compañero estaba pasando por una desafortunada situación, en la cual, al hermanito menor de ese compañero nuestro, la EPS le exigía un monto económico para poder realizar una importante operación que éste necesitaba. Todo consistía en que el niño, quien nació con problemas para caminar, necesitaba un par de platinas que se encargarían de mejorar el defecto que se hallaba en sus piernas. Ese defecto que le impedía hacer, lo que de manera natural, todos hacemos luego de unos cuantos meses después de nacer. La familia cayó en cuenta de la situación luego de pasar cierto periodo de tiempo, y el niño no mostraba ningún signo de caminar, o más importante, de poder hacerlo a voluntad. Luego de unos estudios realizados, se llegó al núcleo del problema que éste tenía, y que tras un número de operaciones, e incrustadas esas platinas, él podría caminar. Quizá no perfectamente como cualquiera de nosotros, pero sí que podría. En pocas palabras, sería como un final feliz para él, y para su familia. Entonces, la muy loca aquí presente, al notar el desespero y preocupación de su compañero, tomó medidas para resolver el problema. Ella, por su parte, donó cierta cantidad de dinero. No sabría decir cuánto, pero, fue el monto inicial de una futura avalancha de bendiciones. Una vez hecha la acción, empezó a dar un comunicado a toda la escuela sobre sus intenciones, sobre la naturaleza por la cual necesitaba reunir esa suma de dinero. ¿Cómo resultado? Podría decir que el 98.7% de los estudiantes de nuestra escuela, tuvo la generosidad de aportar dinero. El 1.3% restante, que no contaban con una ayuda económica que ofrecer, dijeron que orarían todas las noches porque todo saliera bien.
¿Pero creen que eso fue suficiente? Nada de eso.
Ni con la ayuda de toda la escuela se pudo reunir la cantidad necesaria para resolver el problema. Así que la deidad llamada Yumiko, se tomó la molestia de ir a su antigua escuela y mencionar sobre lo que estaba sucediendo. Y ¡BOOM! Una segunda avalancha de bendiciones salió a la luz. Tanto fue, que incluso sobró dinero para comprarle regalos a ese niño.
Recuerdo el carnaval de alegría que hubo en el salón ese día, y el epicentro de ese carnaval, ya se imaginarán quien era.
—Supe que hace unos meses tu padre falleció.
Vaya, quizá si lo entienda después de todo. No obstante, gracias por recordármelo.
—Así es.
— ¿Y tu madre? —me preguntó.
Solo hablo con sarcasmo. Ella nunca lo entendería.
—Odio los cuestionarios escolares.
Karen soltó una misteriosa carcajada en tono de burla, y Yumiko guardó silencio. Supongo que todos entendimos el verdadero significado de mis anteriores palabras.
Luego dio la vuelta y empezó a observar mi habitación de un lado para otro, como inspeccionando cada rincón de mi humilde espacio personal, pero que, irónicamente, estaba siendo violado de forma descarada por la deidad aquí presente. Esa hermosa deidad que está aquí presente. La cual, vio dos cosas que llamaron su atención. Primero se acercó al estante situado al fondo de la habitación.
—Novelas, ¿eh? Dime, Shunsuke, ¿qué géneros son de tu interés?
Yo no respondí.
—Ella es de las peores, y lo sabes. Creen que pueden hacer lo que se les da la gana y pasar por encima del quien sea solo por tener un lindo rostro —dijo Karen— ¿Te resulta familiar su comportamiento?
Luego fue tomando uno por uno los libros. Les echaba un corto vistazo para saber de qué se trataban. Desde el más ancho hasta el más angosto.
— ¿Stephen King? ¿NisiOIsin? ¿Arthur Conan Doyle? Veamos… IT. Cementerio de animales. Misery. El cazador de sueños. Doctor sueño. El instituto. El resplandor. La torre oscura. Volumen uno, dos, tres, cuatro, cinco seis, siete, y ocho. ¡Toda completa! Mmm… Bakemonogatari. Volumen uno y dos. Kizumonogatari. Nisemonogatari, uno y dos. Kabukimonogatari. Hanamonogatari. Onimonogatari. Koimonogatari. Tsukimonogatari. Death note: Another note. Boukyaku Tantei. Uno, dos, tres, cuatro, y cinco. Las aventuras de Sherlock Holmes. Archivos de Sherlock Holmes. El signo de los cuatro. Estudio en Escarlata. El sabueso de los Baskerville. Solo misterio es lo que hay aquí. ¿Te gusta ese género?
Estaba sintiendo una terrible molestia cada vez que escuchaba el nombre de esas novelas, pero ahora me estaba molestando mucho más por otra cosa, y eso es… ¿Por qué hace la pregunta si ya sabe la respuesta? Si se tratara de alguien sin cerebro, yo lo aceptaría, pero es ni más ni menos que Yumiko Namikaze quien está hablando. No hay duda, lo hace apropósito.
Yo no respondí.
—Mátala —dijo Karen.
Luego, empezó a caminar hacia el otro lado de la habitación, en donde se encontraba la otra cosa que había llamado su completa atención.
—A decir verdad, también es mi género favorito… y también es el único que leo.
Pero algo es seguro, y es que nada de lo que estaba diciendo me importaba. Solo quería una cosa, y eso es que se largara de mi habitación. Karen parecía estar perdiendo la paciencia poco a poco, y ese comentario fue una clara muestra de que así era.
—Apuesto a que deseas que me vaya, ¿no es así? —agregó Yumiko.
Dio en el blanco. Era casi como si pudiera leer mis pensamientos.
— ¿Qué prefieres… una verdad que sea dolorosa o una mentira que te haga feliz? —le dije.
Pero Yumiko Namikaze no era de las que se sacudían por comentarios hirientes como ese. Ella elegía un camino diferente. El camino de seguir solo sus patrones e ideales sin permitir que nada la hiciera cambiar de parecer.
Y tomó con su mano la pieza más poderosa en todo el tablero. Esa pieza llamada, “REINA”.
—Treinta y dos movimientos fue todo lo que se necesitó aquella vez para que pasara a ser una de las partidas más importantes en toda la historia del ajedrez.
Yo la observé, y ella me miró fijamente con una sonrisa pícara.
— ¿Sabes de qué estoy hablando? —agregó.
En ese momento pensé que tal vez si le seguía la corriente, me dejaría en paz de una vez por todas. No soy de los que habla mucho con las personas, pero tampoco puedo quedarme en silencio e ignorarla después de haber venido hasta aquí con esa extraña intención de por medio. La intención de hacerme regresar a clases.
Yo suspiré.
—Riga. Capital de Letonia. Año 1961.
— ¡No le sigas el juego! ¡Solo terminarás todavía más lastimado de lo que ya estás! —gritó Karen.
No le estaba siguiendo el juego. Solo quería satisfacer sus ganas de charlar y que se largara lo más pronto posible, aun si eso fuera en contra de mis propios ideales, pues todos sabemos que para alcanzar la paz, es necesario hacer un pequeño sacrificio.
Su semblante asomó cierta alegría sin fundamentos, aunque trató de mantenerse calmada y no reflejarlo. Solo digamos que soy bueno analizando los minúsculos detalles en las personas.
—El actual campeón mundial de su época y además local en esa partida, debía enfrentar a un muy poderoso rival. Pero desafortunadamente no recuerdo al héroe de esta historia. ¿Cómo es que se llamaba?
—Es escoria. Igual que todos en este mundo.
No sé qué es más estúpido, si contestarle o ser consciente de que ella sabe la respuesta a esa pregunta.
—Mij-.
Pero entonces, por algún extraño motivo, me detuve. Anulando por completo la intención de contestar.
— ¿Mij? —reiteró.
—Olvídalo —respondí.
La joven chica al notar como me retracté, sintió la ligera necesidad de no desistir a una posible conversación. Así que su siguiente movimiento fue tomar el tablero, en donde resulta estaban todas las piezas perfectamente ubicadas en su respectiva posición. Era un tablero que medía cincuenta por cincuenta centímetros, de color beige, y sus piezas con una altura entre cinco y nueve centímetros. Papá me lo había regalado en mi cumpleaños número siete.
Y postró el tablero en el suelo, justo en el centro de la habitación. Parece que existía una intención detrás de todo esto.
— ¿Sabes por qué me gusta el ajedrez, Shunsuke?
No sé a dónde se dirigía todo esto. Pero, por el momento, me limité a saciar su desesperante sed.
—No.
—Es porque el ajedrez es un juego donde la suerte no tiene cavidad. Solo se rige por patrones que hay que seguir y tratar de tomar siempre la mejor decisión. O la correcta, más bien.
«Si te levantas, existirá el riesgo de que vuelvas a caer».
—Decisiones, anticipaciones, patrones, lógica… es como la vida misma plasmada en un tablero. Por ejemplo, Shunsuke. Si eres consciente que, al volarte el semáforo que está en rojo puedas salir gravemente lastimado por un vehículo, ¿aun así lo harías? ¿Te volarías ese semáforo?
— ¿Por qué justo ese extraño ejemplo entre tantos posibles? —le pregunté.
Karen, en ese momento, se levantó de la cama y se movió hasta quedar justo al lado de Yumiko, y la miraba detenidamente de pies a cabeza.
—Porque cumple todos los requisitos mencionados antes. Tienes el patrón, que es el semáforo que está en rojo. Tienes la decisión, que es la intención que quieras tomar, si cruzar, o no. Tienes la anticipación, que es aquella es donde sabes como puedas terminar si cruzas ese semáforo de manera indebida. Y finalmente, la lógica… si eres atropellado por un vehículo, sin duda saldrás lastimado. A menos claro que sea un vehículo de algodón o algo por el estilo.
Pero, como dije, voy a continuar hasta que se sienta satisfecha.
— ¿Qué me dices de las probabilidades? —pregunté.
— ¿Probabilidades?
—Si. Por ejemplo, nadie ha dicho que la calle en donde me vuele ese semáforo vaya a estar infestada por vehículos en ese momento. Que tal y la calle esté despejada, ¿eh? Creo que no habría o existiría peligro alguno.
—No entiendo —me dijo.
—Bien, lo plantearé de otra forma. Respóndeme. ¿Cuándo crees que hay más probabilidades de ser atropellado? ¿Un miércoles en hora pico o un domingo por la mañana?
Hubo silencio. Solo nos observábamos fijamente sin decir nada. Al parecer esta inesperada visita se convirtió en una batalla de lógica acerca de la vida. Lo que no entiendo es porqué se toma la molestia de discutir con alguien como yo. Lo único que sigo deseando de todo esto es que se vaya lo más rápido posible… y que me deje en paz.
Sonrió nuevamente.
Parece que en su cabeza, un mecanismo de engranajes estaba moviéndose rápidamente, como analizando todo lo que ha ocurrido hasta este momento, y buscando una pronta solución para esta incómoda situación. O por lo menos para mí era incómoda. Y dijo:
— ¿Has jugado ajedrez antes? ¿Conoces las reglas?
Karen sonrió de una manera pícara y malvada. Al parecer ella ya era consciente de quien sabe qué cosa.
—Si existiera la probabilidad de que sí, ¿qué pasaría? —le dije.
Pero la chica no se anda con rodeos en cuanto a sus ideales se refiere. Los defiende y los aplica de manera precisa en su vida. He sido testigo de eso, y es una de las cosas por las que se ha ganado un poco de mi respeto. Me siento muy inferior ante su presencia.
—Sabes… odio a la gente que utiliza máscaras para esconder quienes realmente son. Su verdadera identidad. Simplemente no le encuentro ningún sentido a eso. Sin tan solo el mundo dejara de lado esas acciones tan oscuras y repugnantes, las probabilidades de que las cosas tuvieran una solución sería mucho más considerables. Por ejemplo, si alguien te cae mal, por qué no se lo dices y ya. Todos sabemos que los seres humanos una vez aceptamos nuestras diferencias, nos sentimos mucho mejor los unos con los otros. Y a base de ese alivio, casi siempre se da paso a la aceptación. Y al final, irónicamente, esas personas que se odiaban a muerte, resultan ser los mejores amigos que hayan existido. Casos así se han dado. Yo una vez fui testigo de eso. Lo he pensado seriamente durante mucho tiempo, y he llegado a la conclusión de que la paz, como humanidad, nunca la podremos alcanzar. ¿Sabes por qué? porque, para obtener la paz, se requiere de un pequeño sacrificio. Es pequeño, en unidad, pero, si esa unidad se multiplica por siete billones de personas, es claro que se convierte en una circunstancia imposible de sobrepasar. En un escollo casi indestructible. Digo casi, porque como tú lo dijiste hace un momento, las probabilidades existen, aunque sean mínimas, pero existen. Pienso que una vez compartimos y entendemos el dolor del otro, como seres humanos, nace una empatía, e incluso simpatía. Quizá porque seamos hijos del mismo creador, o en otras palabras, atados por el mismo hilo. Somos criaturas hechas por el amor, y de igual forma el amor existe dentro de cada uno de nosotros, solo que a veces perdemos el sentido y orientación de las cosas, por X o Y motivo, que al final, si realmente sientes el deseo de superar, lo lograrás satisfactoriamente.
Es increíble que una persona tenga la habilidad de decir semejante monólogo tan poco creíble.
— ¿Tu punto? —le pregunté.
—Seamos realistas. Tú quieres que salga de tu habitación y te deje en paz de una vez por todas. Pero, mi querido Shunsuke… esa paz te costará un pequeño sacrificio.
—Esta perra desborda maldad pura —dijo Karen, quien continuaba muy feliz con cada choque de palabras que se presentaba entre nosotros.
Ahora yo, quien me aseguro de no molestar a absolutamente nadie, y que permanezco de manera pacífica en mi habitación, mi espacio personal, tendría que hacer un pequeño sacrificio para poder tener esa paz que esta “deidad”, ha estado interrumpiendo de manera muy insistente. Se supone que solo venía a cerciorarse de que yo regresara a clases, pero su concepto de ayuda al prójimo, se desvió de una manera sin precedentes.
— ¿Cuál? —dije.
A estas alturas sería estúpido andar con rodeos, y sobre todo con semejante chica. Yo solo deseo mi paz, y por eso quiero resolver esto lo antes posible.
—Una partida. Una amistosa partida de ajedrez.
Y allí nacía la solución que tanto deseaba saber. Era simple, una partida de ajedrez… y luego adiós.
—Huelo a satisfacción personal.
Karen volvió a soltar una exagerada carcajada en tono de burla. Pero, ¿de quién se burlaba? ¿De mí? ¿De ella? ¿O de ambos?
— ¿Satisfacción personal? —me preguntó, con expresión de duda.
—Solo quieres presumir de tus habilidades. Después de todo, eres la actual campeona intercolegial, ¿no es así?
—Yo tendría cuidado si fuera tú —mencionó Karen.
Les haré una pregunta. ¿Saben cuál es la diferencia entre un demonio camuflado como ángel, y un auténtico ángel? ¿Saben cómo se puede reconocer a alguien que está optando una identidad que no es realmente propia de sí mismo, y alguien que sí es auténtico? ¿No? La respuesta es sencilla. Y esta es…
…Cincuenta días de exhaustiva investigación.
0999
Yumiko
Por casualidades de la vida, el hijo de la señora Naomi estaba pasando por una situación que, para ser sincera, fue la que me ayudó a encontrar mi camino en la vida. Mi camino profesional. Un camino que yo seguiría con mucha pasión, a base de aquel amargo capítulo que experimenté en mi juventud.
Aún lo recuerdo como si hubiera sido ayer. Fue un 6 de julio. Día viernes. El día en el que entendí el auténtico significado de lo que es sufrir por la culpabilidad.
Ese día, cierto compañero mío no se presentó a clases. Aunque, a decir verdad, no se había presentado en todo el trascurso de la semana. Su comportamiento no era normal, ni su actitud, ni su aura como persona entre la sociedad. Alguien me dijo que unos pocos meses atrás, en ese entonces, su padre había fallecido. Todos sabemos que la pérdida de un ser querido es algo que nos deja una herida profunda en nuestros corazones. Pero, desafortunadamente, no era ese el único problema. Otra retorcida situación estaba ocurriendo en su vida.
Fila uno. Asiento seis. Esa era su posición en el salón de clases. El estudiante llamado Shunsuke era el propietario de ese lugar. Justo al lado de la ventana.
Llegué a la escuela ese día de manera pacífica como cualquier otro, e inmediatamente mis ojos notaron esa extraña peculiaridad… él no se encontraba en su asiento. Era el quinto día de la semana y Shunsuke no se presentaba a clases. Fue en ese momento donde fui arrastrada por sentimientos de culpa, ya que yo era consciente de un terrible acontecimiento que había sucedido unos días antes, y que resulta, tenía mucha relación con que él no se presentara a clases. Así que tomé una decisión con respecto a lo que estaba sucediendo.
Esperé.
En cuánto el profesor terminó su lección y todos trabajaban en completa calma, decidí acércame al estrado.
— ¿Sucede algo, Yumiko? —me preguntó el profesor.
—Disculpe, profesor, ¿sabe algo acerca de Shunsuke? Es raro que hoy tampoco se haya presentado a clases.
El profesor llevó la mano derecha hasta su mentón.
—La verdad, no. ¿En el grupo de chat ha dejado alguna razón?
—No. Desde que empezaron las clases en abril no ha dicho nada. Ni un mensaje.
—Qué extraño.
Sin duda era extraño. Pero dentro de mí cabeza, debido a cierto motivo en particular, el que Shunsuke no se presentara a clases era una posibilidad que siempre estuvo vigente.
—Me preocupa, y por eso quiero pedirle un favor.
El profesor se sorprendió al escuchar mis palabras.
— ¿Un favor? ¿De qué se trata?
—Que me permita ir a la casa de Shunsuke para saber por qué se está ausentando tanto.
El profesor exhaló por la nariz y me observó por unos momentos. Luego de pensarlo seriamente, y advirtiéndome que eso no era algo que se debía hacer, movió palancas y el permiso se hizo posible. Al final ellos confiaban en mí, y yo correspondía de manera correcta a esa confianza.
Cuando llegué a su casa observé la hora. El reloj mostraba: 9:17 am.
Me recibió una mujer en la puerta, la cual tenía una actitud algo intimidante. Yo le expliqué la situación y el porqué de mi visita. Luego ella, casi como en contra de su voluntad, me dejó entrar a su casa. Luego me acompañó de camino a la habitación de Shunsuke, pero no en silencio. Las pocas palabras que decidió utilizar para referirse a él, no eran precisamente las más bonitas, delicadas o elegantes. A decir verdad, me sorprendió muchísimo la forma en cómo se expresó. Y como si fuera poco, antes de retirarse por completo de la escena, habiéndome dejado a mí parada en la puerta de la habitación, dijo: «¡A ver si logras hacer que ese vago y bueno para nada salga de esa habitación y haga algo productivo por su vida!»
Fue increíble… solo eso puedo decir.
Al tocar la puerta, del otro lado me dieron el permiso de pasar. Con mucha tranquilidad, entré a la habitación del chico que tantos días llevaba ausentándose de la escuela. Cuando lo vi, solo puedo decir que fue una escena muy triste. Estaba sentado en la cama y recostado a la pared con sus ojos apagados. Como si no le importara absolutamente nada de lo que ocurriera en el mundo exterior, y que solo quería estar allí encerrado en completa paz y soledad.
Una escena muy deprimente. Pero, yo venía con un propósito que cumplir.
Por un lado, fue una charla pesada la que tuvimos. A veces me respondía y a veces no. Y por otro lado, en medio del proceso, se presentaron varias circunstancias diferentes.
La primera: entendí que teníamos algunos gustos similares, que resulta, tratándose de mí, eran mis cosas favoritas para hacer, ignorando el cantar en karaoke que también me gustaba mucho hacerlo. Tenía solo novelas de misterio y un tablero de ajedrez.
La segunda: descubrí la identidad de alguien que estuve buscando durante cierto periodo de tiempo.
Y la tercera: nunca existió privacidad alguna en esa conversación, pues todo el tiempo estuvo presente una tercera presencia que solo hacía la misma acción en repetidas ocasiones… llamarme perra, perra, y perra. Lo cual fue extraño, porque, la mujer, quien resulta era su madrastra, me había dicho que él se encontraba solo y encerrado en su habitación.
Al ver esa presencia, comprendí que estaba involucrada en esa triste situación que estaba viviendo Shunsuke. La incógnita era, ¿qué tanto? Al final del día me di a mí misma una conclusión, aunque, ignorante de todo, su verdadera naturaleza siempre fue una errónea conclusión.
Luego de haber salido de su casa, tomé de vuelta el camino a la escuela, pensando si de verdad Shunsuke cumpliría el atrevido trato que formulé entre nosotros aun sin su consentimiento. Yo solo ofrecí un trato que desde ambos puntos de vista, el de él y el mío, sería beneficioso. Yo quería que regresara a clases. Y él quería que yo lo dejara en paz. Pues, que mejor manera de solucionar esa controversia si no era por medio de una apuesta.
Un juego.
Aunque, siendo razonables, no fue precisamente como debió haber sido. Pero, aun con ese detalle de por medio, me demostró de una manera muy clara la capacidad que albergaba en su interior. Recuerdo que mientras caminaba, no hacía otra cosa que no fuera pensar en ese juego. En él. Y, sobre todo, pensaba acerca de esa presencia que también estuvo allí.
Y mis temores se disiparon. ¿El motivo? Shunsuke fue a clases. Tarde, pero llegó. Eran exactamente las 10:27 am cuando puso un pie dentro del aula de clases.
«No está con ella», pensé.
Y como si coincidencia de la vida se tratara, unos veinte minutos después, aparecieron un grupo de personas con la única intención de dar una charla. Una charla que era justamente acerca de esa retorcida realidad que estaba viviendo mi sorprendente compañero.
El primer descanso llegó. Estudiantes abandonaron sus aulas como naturalmente sucede durante ese periodo de tiempo, y Shunsuke también lo hizo. Yo no salí del salón, pues ciertas compañeras me estaban pidiendo consejos acerca de la clase que tuvimos. Luego de ayudarlas con su inconveniente, decidí buscar a esa persona por toda la escuela. Fui a la biblioteca, a la cafetería, a la sala de informática, a los clubes, uno por uno los visité con la idea de poder encontrarlo. Pero entonces, mientras iba por el pasillo, a través de la ventana, lo vi. Venía de la parte trasera de las canchas, lo cual llamó mucho mi atención, pues en ese lugar no se halla a ninguna persona en particular. Solo Shunsuke, quien parecía venir de esa dirección. Bajé rápidamente las escaleras y salí al patio de la escuela, y allí venía hacia mí, con un paso lento, en silencio. Pero había otros pequeños detalles además de esos.
Su ropa maltratada. Su cabello despeinado. Su mejilla derecha colorada. Me detuve y esperé que se acercara por completo a mí.
— ¿Qué te ocurrió, Shunsuke? —le pregunté.
Pero el chico ni siquiera se inmutó ante mi llamado. Solo pasó por mi lado sin decir absolutamente nada, y yo, ante tal reacción, no supe que hacer y por eso no insistí. Me dirigí hacia ese lugar donde creí Shunsuke había estado, y cuando caminé por cierta parte en específico, noté algo en el arenoso suelo. Había varias pisadas marcadas allí. Me fijé en ellas detenidamente y pude entender que tenían tamaños diferentes, o sea, eran pies diferentes. Y pies diferentes significan personas diferentes. Personas de las cuales yo era consciente quienes eran.
Lo perdí de vista por segunda vez. Luego miré el reloj y entendí que estaba a punto de acabar el receso, así que volví al salón de clases. Minutos después él entró por la puerta. Ya se había mejorado un poco su apariencia. Se acomodó el cabello, se lavó la cara, y también se compuso su uniforme. Aunque hay una cosa que no pudo cambiar ni esconder, y eso… eran sus ojos.
Ojos que perdieron por completo su brillo ese día.
Quién pensaría que el siguiente receso sería el terrible final de todos esos acontecimientos. Acontecimientos de los cuales caí en cuenta de inmediato al notar que Shunsuke había escrito algo en el grupo de chat del salón, en donde, increíblemente, desde abril que comenzaron las clases, nunca se había decidido a escribir aunque fuera una sola palabra. Pero ese día, lo hizo. Y estas eran…
MEDIOS DE COMUNICACIÓN
ESTACIÓN DE RADIO: HOLA-JAPÓN/98.7 FM — 13 DE JULIO.
15:51 pm
Locutor: …A estas alturas, con una sociedad tan avanzada como lo es la japonesa, sumergida e inducida en una buena y correcta actitud, además de comportamiento, se podría catalogar como “aberración”, el lamentable suceso que se presentó el pasado viernes en la escuela Tokoyama. Sin duda, fue una situación contraproducente en relación con los ideales de la que, a los ojos del mundo, se categoriza como una honorable nación. Pero sin más preámbulos, le damos la bienvenida a nuestro invitado de hoy. Representante de la secretaría de educación nacional. Con ustedes, el señor, Yamamoto Hayama. Buenas tardes.
Yamamoto: Buenas tardes, Meitei. Es un gusto estar aquí con los oyentes de la emisora “Hola-Japón”. Y gracias por invitarme a su programa.
Locutor: El placer es nuestro, y gracias a usted por aceptar nuestra invitación. Bueno, creo que lo mejor será ir directamente al grano. Cuéntenos. ¿Qué piensa acerca de este caso tan deprimente, señor Yamamoto?
Yamamoto: En efecto, es triste que se presenten a estas alturas del partido, como dicen por ahí, casos tan desastrosos como el que sucedió el pasado viernes en la escuela Tokoyama. Fue una perdida que ha dejado al país entero sin palabras. Pero lo verdaderamente inquietante es que nosotros, como adultos, permitamos esta clase de acontecimientos en nuestras instituciones. Quiero aclarar que no estoy culpando a nuestros educadores por esto. Es más. Para pensar en un posible responsable, se necesitaría una muy profunda investigación. Pues como todo apunta, estos casos parecen producto de la discrepancia de una persona o cuerpo profesional en general. Cabe agregar que el deterioro mental de un individuo, que en este caso tomaremos como ejemplo lo sucedido anteriormente, puede tener distintos puntos de arranque o despegue. Ya sea en el hogar, en la escuela o en su vida social, el quiebre de una persona puede proporcionar resultados fatales por igual. Los factores pueden provenir de cualquiera de estas circunstancias mencionadas, de la cuales se desprenden situaciones como la agresión verbal o mensajes de texto intimidantes, por ejemplo. (Asiente con la cabeza).
Locutor: ¿Cuál cree usted que sean los principios fundamentales que se deben instruir en los jóvenes para evitar esta clase de acontecimientos?
Yamamoto: No solo en los jóvenes, Meitei, porque esta problemática no conoce límites como la edad. Esto es algo que puede presentarse ya sea en lugares como un jardín infantil hasta los pasillos de las oficinas en una empresa. Y con respecto a tu pregunta, pienso que estas bases constan de dos valores fundamentales en la vida de cualquier persona. El respeto y la tolerancia, a eso me refiero. Pues una persona que tenga completa conciencia y claridad de lo que es el respeto, jamás haría actos tan infames como el de este joven estudiante. Y la tolerancia, que no es algo menos importante, permite que la persona entienda a los demás y que no actúe bajo comportamientos nefastos en contra de sus acercados. Familia, amigos, relaciones, conocidos, etc. Una vez dominamos estos principios como seres humanos, la idea de una mala convivencia con los demás es algo que se desprende de toda lógica. Si tú me respetas, yo te respeto. Así de simple funciona este sistema.
Locutor: Tiene toda la razón. Sin duda, la base de una buena convivencia estudiantil se debe construir bajo estos conceptos. Respeto y tolerancia. Pero haré una pequeña pausa con usted, señor Yamamoto, porque, como ya sabemos, en este caso sucedió algo que parece estuvo involucrado con fuerzas de otro mundo. Así que para entender un poco acerca de esa parte, tenemos aquí al señor Natsuki Karuizawa, quien es experto en demonología y ciencias ocultas. Mucho gusto, señor Natsuki, y gracias por atender a nuestro llamado. Buenas tardes.
Natsuki: Buenas tardes, Meitei. Mucho gusto.
Locutor: Pues, ya estará al tanto de la situación que se vivió el pasado viernes en la escuela Tokoyama. También tengo entendido que una persona, que es lógico tiene autonomía sobre este suceso, le pidió exclusivamente ayuda a usted. Por petición de éste no ofrecemos información como medio de comunicación y nos limitamos a proteger su identidad. Habiendo quedado esto claro, díganos… ¿Es posible que este joven haya sido o estado influenciado por efectos sobrenaturales?
Natsuki: Meitei. A veces las personas piensan que casos como estos son solo producto de cámaras o efectos cinematográficos. Pero todos, como seres humanos, somos conscientes de la verdad en la que vivimos. El bien y el mal existen. Dios y el demonio existen, o como mejor les parezca llamar a esa causa. Pero, aclaro, decir que este chico podría estar bajo esos efectos, no sería algo prudente o sincero. Porque que es que… la situación es complicada. En primer lugar, desafortunadamente, no contamos con alguien que pueda darnos un historial detallado acerca de la vida de este joven, pues sus padres, o tutores legales, ya han fallecido. Al no contar con una información clara sobre el chico, es difícil decir si pudo tener antes alguna especie de roce o contacto con estas entidades.
Locutor: Entiendo su punto. No puede dar un resultado claro de lo que sucedió por falta de información concisa. Entonces hago esta pregunta… ¿Creé que pudo tratarse de una posesión?
Natsuki: Mmm… si… y no.
Locutor: Explíquenos, por favor.
Natsuki: El punto es este. La testigo de la escena asegura que el joven intercambió palabras con ella, y también con alguien más que estaba presente. Cuenta que las últimas palabras de este chico fueron: «Gracias por todo, Karen… y adiós». Palabras que indican una clara despedida. Como cualquier despedida que dirías tú, yo, o cualquier otra persona. La policía hizo su trabajo y no encontró rastro alguno de un cuarto involucrado en la escena. Ni huellas, ni cabellos. Absolutamente nada. Tenemos las pruebas de que, antes de terminar la situación de esa manera tan fatídica, había en el cuerpo y uniforme de la víctima, huellas dactilares y ADN del agresor, que como sabemos es el joven del que estamos hablando. Entonces, ¿por qué no hay rastro de una posible cuarta persona? Seamos sinceros. A menos que se trate de un insensible robot o algo por el estilo, es imposible que una persona se quede apreciando semejante escena tan alocada y que no haga ningún movimiento en absoluto. Ni una pisada siquiera. Y que encima tenga la habilidad de desaparecer por completo de la escena sin dejar rastro alguno.
Locutor: ¿Si había un ente sobrenatural entonces?
Natsuki: (Suspiro) Podríamos asumir con las cartas que tenemos sobre la mesa que sí. Pero, ahí dejamos a un lado el trabajo de la policía y empezamos con el mío. Investigué el cuerpo, de pies a cabeza, y no había señal alguna de posesión demoniaca o algo relacionado con las artes oscuras. Sabe… normalmente un cuerpo poseído deja indicios de haber sido poseído, y no solo el cuerpo, sino también los objetos o espacios quedan impregnados por una especie de energía extraña. Sus compañeros comentaron como éste se comportaba en el salón de clases, y aunque, sin duda, su comportamiento era fuera de lo normal, esto no tendría nada que ver con lo paranormal. Yo lo llamaría más bien, social. El chico era un solitario. Un asocial. Solo eso. Obviamente las personas que sufren o actúan bajo efectos sobrenaturales, tienen un cambio ya sea mínimo o drástico en su conducta. No se niega. Pero, de ahí a tener el poder de controlar el cuerpo de la víctima y hacer que éste mate a otro, tiene que ser un nivel muy avanzado de contacto el que exista entre la persona y estas entidades. Estuve en la escena del crimen, en la habitación del joven, en el salón de clases. En todos los lugares donde éste se movía… y no hubo resultado alguno de movimientos sobrenaturales o algo por el estilo. (Ladeo de cabeza). Pienso que a este caso se le debe hacer más énfasis en lo social que en lo paranormal, pues debemos recordar que la víctima de este terrible suceso, rechazó el afecto amoroso de este chico hace aproximadamente un mes atrás. Lo sabemos porque unas compañeras, amigas íntimas de la víctima, sabían que había ocurrido ya que la chica misma se los había contado. Que el joven se le confesó.
Locutor: ¿Un posible ataque de ira de un adolescente desestabilizado a causa de un rechazo sentimental?
Natsuki: No sería el primero ni el último caso. Se han visto en la sociedad, y por cantidades.
Locutor: ¿Entonces esto no tiene alguna posible relación con lo sobrenatural?
Natsuki: La madrastra del chico dice que llevaba viviendo con él casi tres años, y asegura que nunca notó o sintió algo salido de lo normal con respecto al comportamiento del chico. Cuando se le preguntó acerca de una posible relación con lo sobrenatural, ella solo agregó: «Uno nota esas cosas… y yo nunca presencié indicios de algo así en él». La diferencia entre la policía y yo, es que lamentablemente no puedo comentar acerca de mis métodos para probar o no la posible presencia de algo como un ente sobrenatural. Pero, soy un profesional, y se de estos temas muy profundamente.
Locutor: Dígame, señor Natsuki… ¿Cual creé que sea la posible solución a este caso tan extraño?
Natsuki: Es complicado, sin duda. Pero, dado que las cosas llegaron a este punto, solo puedo decir que recurramos a esas viejas palabras que se han transmitido de generación en generación.
Locutor: ¿Las cuales son?
Natsuki: Que a veces, irónicamente, la respuesta más estúpida y sin sentido suele ser la correcta.
0003
Shunsuke
Sin duda se ha salido de control esta chica.
¿Una partida? ¿Para qué? ¿Qué ganaríamos con eso?
Yo no respondí nada, y Karen, lo único que hacía era tener esa siniestra sonrisa en su rostro. Además, hace un momento dijo: «Yo tendría cuidado si fuera tú». Pero, no se tomó la molestia de decir “Shunsuke”, o, “perra”. Entonces… ¿A quién de los dos va dirigida esa advertencia?
—Si tú ganas, me marcharé y no te volveré a molestar.
Bueno. Eso me interesaba, pues todo lo que yo deseaba era que mi paz regresara. Paz que, con cada segundo que transcurría, sentía que se iba alejando cada vez más y más. Aunque, la pregunta que me inquietaba verdaderamente era, ¿qué pasaría si yo perdiera? O mejor dicho, ¿cuáles serían sus exigencias si yo perdiera?
Claro que, dado el motivo por el cual se tomó la molestia de presentarse en mi casa, además de habitación, supongo que la respuesta a ese enigma, aparecía sola sin hacer el más mínimo esfuerzo mental necesario.
Aun así me tomé la precaución de aclarar ese punto.
— ¿Y si lo haces tú… cuales serán tus exigencias?
—Dilo, perra. Todos sabemos lo que dirás a continuación —dijo Karen.
Incluso Karen era consciente de la oración que diría Yumiko, por consiguiente.
—Si yo gano, te pondrás tu uniforme e irás a clases.
Sinceramente, que atinada al clavo más estúpida. Luego agregó:
—Me tomé la precaución como delegada de la clase en hablar con el profesor, y él dijo que no hay problema con que llegues dos horas tarde. Que lo importante es que te reportes.
Yo no respondí nada.
Yumiko tiene los pies muy bien puestos sobre la tierra. Analizó la posibilidad de que yo dijera en reproche algo como, «de todas formas es tarde. Así que, ¿para qué ir?». Anticipó ese movimiento que para ser sinceros, estaba pensando en estos momentos muy seriamente en decir. Pero se me adelantó la muy astuta chica. Lástima que mi uniforme esté colgado justo ahí en la puerta en vista de todos nosotros, sino habría sacado el cuerpo con la excusa de que estaba sucio.
—Entonces… ¿Jugamos? ¿Aceptas el reto?
Se toma muchas molestias solo para llevar a cabo sus propósitos. Debo admitir que sus acciones siempre han correspondido a lo que es ella como persona, o sea, esa chica que siempre se ha preocupado por los demás. Aunque, en esta vida, nunca terminamos de conocer a una persona completamente. Quizá ella si guarda en su interior algunos defectos o puntos negativos, solo que sabe muy bien como ocultarlos. Sobra mencionar que es alguien muy inteligente, y como toda persona inteligente sabe cómo manejar muy bien las cosas. Para su conveniencia, claro está.
— ¿O acaso no sabes jugar? Dilo sin pena si así es. Y no te preocupes, conozco muchas personas que ni siquiera saben que el caballo es una pieza que se mueve en L.
—Lo sabía. Solo quieres presumir —le dije.
Parece que finalmente había encontrado ese defecto que tanto busqué en la perfecta Yumiko Namikaze. Cuando la vi, tenía una mirada seria en su rostro, como si de algún modo, se hubiera molestado por esas palabras que le dije.
Solo hablo con la verdad, y ella me lo acaba de demostrar. Chicas como Yumiko solo les fascina presumir lo encantadoras e inteligentes que son, para sentirse satisfechas con respecto a ese ego que tienen que alimentar constantemente. Yo sabía que todo no podía ser perfecto en ella, que alguna debilidad debía tener, y parece que el suyo era el orgullo. Un orgullo que con solo tocarlo, desataría ese lado oscuro que posee en su interior.
—Sabes que no. La verdad es que, como te dije, solo quería tener una partida amistosa contigo, aunque, parece que no se va a poder. Debo decir que ese trato no me importaba en lo más mínimo, y tampoco quien ganara o quien perdiera. Pero no me malinterpretes, de verdad me interesa que regreses a clases. Mis intenciones fueron buenas desde un comienzo, pero eres alguien muy raro e inestable. Algunas veces me contestas y otras veces no, como si de una escoba se tratara quien te está hablando. Es increíble. Simplemente me parece increíble que exista alguien tan grosero con las chicas como lo eres tú. Sé que no debo decirte estas palabras, pero todos en el salón piensan que eres un perdedor. Y seré muy sincera con respecto a esto que diré… yo no pienso que lo seas. Creo que todos en este mundo tenemos algo bueno que ofrecer, algo bueno que demostrar, pues todos de igual manera tenemos un talento oculto en nuestro interior. Solo debemos esforzarnos en lograr conocer cuál es ese talento y explotarlo, y luego, la vida misma se encarga de devolverte eso tan maravilloso que te mereces por todo el esfuerzo que has hecho. Pero, contigo, parece que me equivoqué. Parece que al final, todos tenían razón. Solo eres un perdedor. Alguien que no hace el más mínimo esfuerzo por mejorar su vida. ¿Y sabes qué, Shunsuke? Si de verdad quisiera presumir como tú dices que quiero hacerlo, entonces haría esto…
Con su mano, aventó todas las piezas a un lado, dejando el tablero completamente vacío. Y agregó:
—Y solo te dijera… “Peón de rey a E4”.
Luego guardó silencio. Yo no agregué nada, y agaché la mirada.
Sin duda se había enfadado. Había hecho que se saliera de sus cabales y expulsara un poco de esa oscuridad que yo sabía estaba dentro de ella. Pero no soy tan estúpido como creen. En términos de modales, cortesía o decencia, sé que no me he comportado de la mejor manera, o como debería hacerlo. Pero eso es algo que me tiene sin cuidado.
Karen estaba llenando la habitación con carcajadas descontroladas, dejando en claro que lo estaba disfrutando por completo. Cada palabra, cada segundo, cada mirada… todo eso lo disfrutaba de la misma manera a como un niño disfruta el día entero en un parque de diversiones. Riendo y siendo feliz sin zozobra o remordimiento alguno.
Yumiko inhaló y exhaló hondamente. Sacudió su falda y se dispuso a abandonar la habitación. Pero, antes de irse, se aseguró de decir unas últimas palabras.
—Reitero, no te preocupes. Después de todo, no es como si esperara que pudieras vencerme, o tan si quiera sorprenderme. O algo por el estilo.
Yo solo pensaba en una cosa con respecto a esas palabras que dijo.
Caminó hasta la puerta, se tomó unos segundos y luego puso su mano en la perilla. Sin duda la paz volvería a mi habitación, y todo sería tan normal como lo era al principio, antes de que Yumiko entrara aquí con sus extrañas intenciones. Pero entonces, Karen dijo:
—Riga, capital de Letonia, año 1961. Con eso deberá ser suficiente. Démosle a la perra lo que tanto desea, para que al fin deje de llorar.
Debo decir que escuchar eso me sorprendió, pues era Karen quien lo había dicho. Recuerdo que hace unos minutos atrás me dijo que no le siguiera el juego, y ahora que está a punto de irse, ¿quiere que lo haga? ¿Por qué las chicas son tan difíciles de entender? ¿Por qué esa insistencia en recurrir a la bipolaridad en sus personalidades? ¿Por qué esa maldita necesidad de dejarse arrastrar por la complicación? ¿Qué acaso no pueden tener control de sí mismas y de sus emociones?
Aunque, siendo conscientes, también quería sacudirla un poco. Quizá para que aprenda buenos modales. Esto parece un típico momento de esos que se dan en aquellas novelas que están ubicadas en el estante al fondo de mi habitación.
Por cierto, ¿ya les he mencionado que tengo un perfil y que soy jugador de ajedrez en línea?
Ella giró la perilla de la puerta.
—“Peón. C7 a C5” —dije.
Su cuerpo brincó muy ligeramente. Karen mostró de nuevo esa sonrisa.
No hacía nada. No decía nada. Solo estaba ahí petrificada al pie de la puerta, como pensando seriamente en lo que acababa de ocurrir, y que al parecer no podía procesar. Los segundos pasaban y una respuesta no se hacía presente. Entonces Karen, quien se divertía con esta situación, caminó lentamente hasta acercarse por completo a su espalda, y le dijo al oído:
— ¿No vas a hacer nada? Supongo que eres consciente que en un campo de batalla, si los soldados no se mueven o actúan, sencillamente morirán. Mi rey ha hecho su movimiento. ¿Qué piensas hacer entonces con respecto a eso… eh, perra?
Yo no tenía idea qué era lo que estaba impulsando a Karen a actuar de esa forma. Es como si ella estuviera cediendo a lo que Yumiko quería lograr. Por otra parte, ha de ser divertido decirles insultos en el oído a las personas, y que estas no puedan darse cuenta de ello.
Y el silencio había llegado a su fin, pues estando aún de espaldas a mí, dijo:
— ¿Por qué precisamente hiciste ese movimiento?
¿Por qué precisamente hice ese movimiento? Era una pregunta muy interesante la que me había hecho Yumiko. Por varias cosas, quizá. Por aburrimiento, por entregarle la victoria, o porque era el movimiento más adecuado para hacer en relación con el que ella había hecho. Tal vez, ante mis descuidados modales, solo quería ofrecerle una pequeña fracción de buenas intenciones. Después de todo, sea cual sea su concepto, ella se tomó la molestia de venir hasta aquí solo para saber qué era lo que estaba ocurriendo… y porqué yo no iba a clases.
Pero aun así, no respondí. Ella continuó.
— ¿Tienes alguna idea de lo que estás haciendo?
Ya me tenía harto con tantas preguntas. Era todo lo que hacía desde el preciso momento en que puso un pie dentro de mi habitación.
— ¿Vas a hablar o vas a jugar? —le dije.
Y Yumiko, al escuchar eso, muy lentamente giró su cuerpo, quedando otra vez de frente a mí. Todo lo que hacía era observarme detenidamente. Pero yo, aún continuaba con la mirada agachada.
Sin duda, como jugadora de ajedrez, comprende las cosas que involucran un movimiento de esa magnitud. Pero, aparentemente, le cuesta el aceptar la posibilidad de que yo también lo comprenda. ¿Qué acaso es algo imposible? ¿Acaso no puede existir una posibilidad que represente el que yo pueda ser muy consciente de mis acciones?
—Ese movimiento que acabas de hacer es lo que se denomina como d-.
—Defensa Siciliana —le interrumpí.
La comisura de la boca de Karen se estiraba cada vez más y más. Pues como dije, en ese momento ella estaba pasando el día en un parque de diversiones. En donde, sin permiso o aprobación, Yumiko y yo estábamos siendo utilizados como máquinas de juegos o atracciones.
—Exacto. La cual consiste en opo-.
—Oponerse a la ventaja de espacio del blanco y el flanco del rey. Con un contra-juego activo en el flanco de dama, y que resulta también retrasar el enroque corto.
—Pero además de eso se desp-.
—Se desprenden setenta y nueve tipos diferentes de variantes y sub-variantes al jugar con este movimiento.
—Entre los cuales hay una, que para muchos, es la mejor decisión a tomar después de la defensa siciliana, y que se conoce como la va-.
—Variante Najdorf.
—La cual es muy agr-.
—Agresiva y en donde las negras, pueden apostar a una probabilidad de victoria —interrumpí por quinta vez.
Yumiko estaba en completa estupefacción. Sin duda, se había llevado una gran sorpresa con cada una de mis anteriores interrupciones. Parece que, al final, las cosas si eran como yo pensaba… a ella le era difícil aceptar la posibilidad de que yo estuviera consciente de cada una de mis acciones en este juego.
Típico de las chicas como Yumiko Namikaze.
—Sabes. Se recomienda no jugar con este movimiento debido a su gran complejidad. Si habláramos estadísticamente, existe un sistema que clasifica a los jugadores de ajedrez según su puntación. Se conoce como, “sistema de puntación Elo”. El nivel de los jugadores se diferencia según su rango de puntuación. En el cual, se recomienda jugar con la defensa Siciliana, solo si tu nivel de clasificación equivale al de un “jugador intermedio”, o, “jugador de club medio”. O sea, que supere los mil ochocientos puntos de Elo.
Yo no respondí nada. Unos segundos de silencio. Luego continuó.
—Debo comentarte que me he enfrentado a cierto jugador en línea, y que resulta, he perdido diecisiete veces consecutivas con él. Pero, como sabes, en un juego en línea pueden incorporarse jugadores de distintos países o nacionalidades. Así que, me tomé el atrevimiento de rastrear su localización por medio de su dirección IP, ya que siempre le escribía una vez terminábamos la partida, pero ese jugador nunca me contestaba. No sé exactamente su posición, ya que parece tomarse la precaución de poner cierto tipo de seguridad a su dirección. Pero una cosa es segura. Ese jugador está en esta ciudad. Y además, para mi fortunio, justo por esta parte de ubicación en el mapa. Ya te lo dije antes, ¿no? Odio a las personas que se ocultan detrás de máscaras, así que seré muy directa contigo, Shunsuke… ¿Eres ese jugador? ¿Eres esa persona detrás de un monitor que me ha vencido perfectamente diecisiete veces consecutivas?
— ¡Esta perra está loca! ¡Me encanta! ¡Me encanta! —gritó Karen con mucha pasión.
Mi respuesta fue muy sencilla.
— ¿Vas a hablar o vas a jugar? —le dije.
Parece que Yumiko tiene un sentido muy exagerado en cuánto a investigar algo de su interés se refiere. ¿Rastrear la dirección IP de alguien solo porque te ha vencido en un estúpido juego diecisiete veces seguidas? Eso tiene un nombre, ¿sabían? Se llama “paranoia”. Casi como una asesina serial de esas que aparecen en las novelas de misterio. Como las del señor “Arthur Conan Doyle”, “Stephen King”, “Edgar Allan Poe”, “H. P. Lovecraft”, o algo por el estilo.
Esta chica es mucho más peligrosa de lo que parece. Sin duda Karen tiene razón. Está loca. Eso es todo.
Y así, la amistosa partida, continuó.
—“Caballo. G1 a F3” —dijo.
—“Peón. D7 a D6” —devolví.
—“Peón. D2 a D4”.
—“Peón por peón. D4”.
—Creí que jugaríamos enserio, Shunsuke —me dijo con una sonrisa— ¿Quieres hacer las cosas de este modo?
—Eres tú quien tiene una pieza menos en estos momentos —le dije.
— ¿Eso crees? En ese caso… “Caballo por peón. D4”.
—“Caballo. G8 a F6”.
—“Caballo. B1 a C3”.
Hice una pausa en mi turno.
Nunca me imaginé que las cosas terminarían de esta manera. Y si ustedes conocen la historia acerca de aquella legendaria partida, sabrán que al final, seré yo el perdedor en este asunto. A menos… que altere el patrón de las cosas con mi siguiente movimiento. Supongo que, para variar, fue algo entretenido lo que estaba sucediendo en mi habitación. No recuerdo cuando fue la última vez que mi corazón se sintió sacudido como lo está ahora. Por cierto, ni piensen que se trata de amor ni mucho menos. Debo aclarar que debemos atribuirlo a estos lentísimos segundos en los que estoy pensando muy cuidadosamente si, seguir con esos patrones de los que me ha hablado antes Yumiko, o cambiar las cosas y arrastrarla a mi eterno mundo de probabilidades desconocidas.
Pero entonces, alcé la mirada y me di cuenta de algo peculiar en ella, y eso era, lágrimas. Un par de lágrimas que descendían por sus mejillas. Y dijo:
—A veces hay que hacer sacrificios, ¿no Shunsuke?
Irónicamente, entendía a qué clase de sacrificio se estaba refiriendo la muy tonta chica. Ese sacrificio que debía hacer solo para complacerla a ella. Aun estando muy claro para mí todas las cosas que he tenido que pasar durante toda mi vida, y que cualquiera que esté al tanto de esas cosas, sabría que pedirme un sacrificio a estas alturas, sería la idea más ilógica e irracional de todas.
Este mundo es egoísta, sin duda. Nunca es suficiente sufrimiento cuando se trata de lastimarte. Pero, para aclararles el asunto, a lo que Yumiko se estaba refiriendo era… el sacrificio de mi orgullo.
Un dato más acerca de esa partida. Es la que se considera con la mayor cantidad se sacrificios en toda la historia, teniendo de por medio el nivel de los jugadores que se estaban enfrentando. Aunque, cabe adicionar, que la persona que hizo todos esos sorprendentes sacrificios, al final, salió victoriosa. Una muy perfecta y sorprendente victoria.
Aclaro otro detalle, sus lágrimas no me hicieron doblegar. Claro que no. Solo quería que se sintiera satisfecha y se largara de mi habitación lo antes posible. En resumen, me quedé con las ganas de arrastrarla a mi eterno mundo de probabilidades desconocidas. Agaché nuevamente la mirada, y dije:
—“Peón. A7 a A6”. (Variante Najdorf)
Creo que este es el mejor momento para ofrecerles una breve charla informativa con respecto a un asunto en particular. Bueno, así lo he aprendido de todas esas novelas que están ubicadas allá en el estante al fondo de mi habitación. Claro, no trato de demostrar que sea un escritor de novelas ni mucho menos, sino que he leído algunas, y, casi siempre, luego de cierto suceso emocionante o en medio del proceso, salen con alguna clase de idiotez o reminiscencia sin sentido. A veces lo utilizan para plasmar ese sentimiento que está despierto en el justo momento en que está sucediendo lo emocionante. A veces lo utilizan para dar un fundamento a cierta especie de poder o habilidad, que estuvo guardada desde un principio en el interior del protagonista de dicha historia. O, a veces, lo utilizan para marcar acontecimientos importantes de X o Y personaje en específico, con la idea de que, según su comportamiento, tenga una lógica de porqué está haciendo o el porqué de posibles y extraños pensamientos o cosas así.
Pero, como ya he dejado en claro mis pensamientos hacia esta sociedad desde un principio, me tomaré el atrevimiento de decir que, lo que comentaré a continuación, empezará en relación con una de esas cosas. Esas cosas de la sociedad. Así que permítanme iniciar con mi informativa charla, y además, con cierta situación que desearía tener el privilegio de no poder recordar más nunca.
Retroceso…
Les diré que, normalmente, el promedio de edad en los alumnos que se disponen a cursar el primer grado de primaria en las escuelas japonesas, es de seis años. Esta es la edad esencial de toda persona que se dispone a empezar sus largos días escolares, el camino a recorrer, su enseñanza, su educación, su formación como persona para esta sociedad. A partir de los seis años, o más, todo niño podrá asistir legalmente a cualquier escuela del país.
Pero, mi caso, fue algo diferente.
Desde pequeño tuve cierta habilidad mental y capacidad de aprendizaje. No era precisamente un mega-genio de esos que son capaces de hackear las súper computadoras que están ubicadas en el pentágono de Washington D.C., nada de eso. Solo era un chico que entendía y captaba las cosas, de algún modo o forma, más rápido que el promedio normal de niños. A la edad de cuatro años ya entendía muy bien las cosas, ya era consciente de asuntos básicos en este mundo. Por ejemplo, que dos más dos es igual a cuatro. Que dos por dos es igual a cuatro. Que Papá Noel en realidad no existía. Que los adultos a veces nos mentían solo para proteger la inocencia que, como niños, albergaba en cada uno de nosotros por igual. Cosas básicas, como les digo.
Ahora bien. Si hay algo por lo que debo resaltarme en mis tiempos de niñez, fue que, desde la edad de los cuatro años, ya tenía la capacidad de cursar el primer grado de una forma segura y sin inconvenientes. Ya tenía la habilidad mental suficiente para entrar en ese círculo. Ya saben. Aprendizaje diario, uniformes, un horario y todas esas cosas que hacen parte de los sucesos escolares.
Pero… a Mamá no le agradó la idea. Aun recibiendo tales recomendaciones por parte de personas que aseguraban lo que yo mencioné antes. Me imagino que saben por qué, ¿no?
Así es. El muy puro espíritu protector de una madre que se preocupa por su hijo.
Ella decía que pronto llegaría el momento en que yo asistiera a la escuela como es debido. Que no debíamos apresurarnos por ese asunto. Su intención era clara. Ella quería que yo entrara a la edad de seis años como ingresan los demás niños normalmente.
Yo me entristecí, pues de verdad deseaba entrar a la escuela lo antes posible. Unos meses pasaron y yo me mantuve con una insistencia impresionante. Día y noche le rogaba a mamá de manera desesperada que me dejara entrar a la escuela, que yo sería feliz si ella lo permitía. Hasta que llegó el día en que finalmente desistió de sus palabras. Fue un 31 de marzo. El día antes de comenzar las clases en todas las escuelas.
Mi cumpleaños. El cumpleaños número cinco.
Fui un idiota. Un ignorante. De haber sabido lo que ocurriría después, jamás hubiera dicho ese día el estúpido deseo que le pedí a la vida. Fue en el justo momento en donde me dispuse a apagar las velitas que acompañaban el pastel de cumpleaños.
«Mi deseo es que… Mamá me permita ir a la escuela». Y soplé.
Ella estaba presente cuando dije ese deseo en voz alta, y como toda madre que desea la felicidad de su hijo, se sintió sacudida por tales palabras y se dispuso a permitirme ir. Solo quería cumplir el tan desinteresado y noble deseo de su propio hijo. Y el día de mis cumpleaños pasó.
Amaneció y era primero. Día de escuela. Y misteriosamente Mamá me dijo… «Hoy no vas al jardín. Hoy me acompañarás a cierto lugar». Y así fue.
Nos alistamos, desayunamos juntos, y nos dispusimos a marcharnos hacia ese lugar del cual yo no era consciente. Durante todo el camino pensaba hacia donde me llevaba Mamá. Cuando lo vi, supe enseguida de qué se trataba.
Era una escuela.
Una escuela como esas a las que yo deseaba asistir con tanta pasión y alegría. Luego entramos a la oficina de cierto hombre que ya no logro recordar. Mi madre habló con él acerca de mí, de mi deseo, de mis intenciones, de eso por lo que yo insistía con tanta agonía desde hace meses atrás. Luego el hombre me hizo unas cuantas preguntas. Algunas de conocimiento, y otras acerca de mis deseos. Yo le contesté lo que pensaba en realidad con respecto a eso. A lo que él dijo: «Más niños así y no tendremos que preocuparnos por el futuro de este país».
Él y mamá rieron después de esas palabras.
Al final todo terminó con un apretón de manos, y unas últimas palabras por parte de ese hombre: «Le damos la bienvenida a su hijo a nuestra institución».
Yo era un niño, pero sabía perfectamente lo que significaban esas palabras. De la emoción debido a eso, le di a Mamá el que quizá fue el mejor abrazo que haya recibido en toda su vida. Tanto fue, que incluso hasta lloró. Y mi deseo, se había hecho realidad.
A partir del día dos, del cuarto mes, yo sería legalmente un estudiante de primaria en este país. Recuerdo que ese día llegué a clases a primera hora y con una gran sonrisa en mi rostro…
Mi maestra se tomó la gentileza de presentarme ante todos mis futuros compañeros y mencionar mi nombre, además de mi edad. Creo que en ese momento fue cuando todo se fue a la mierda.
La humanidad asegura que el mundo de los niños es el más lindo e inocente de todos. ¿Acaso no son conscientes de que, al igual que un adolescente o un adulto, también pasa por esas pequeñas mentes, pensamientos negativos además de actitudes inadecuadas? ¿Qué les hace pensar que por esas pequeñas cabezas, no pueden atravesar emociones de ira y comportamientos suicidas de igual forma a como lo padecería una persona de edad avanzada? ¿Qué acaso todos son tan idiotas e ignorantes? No. No se trata de eso. La respuesta correcta a esa supuesta idiotez o venda con la que todos vivimos es, “no hay peor ciego que el que no quiere ver”.
Las primeras dos semanas fueron felicidad total, no lo niego. Pero luego, cierto día, mientras estaba en los baños haciendo del uno, como dicen por ahí, se me acercaron cuatro compañeros de mí clase… y no precisamente con las mejores intenciones.
Solo agregaré algo más de forma directa y sencilla, porque la verdad, no quiero hablar acerca de esos sucesos tan retorcidos.
Golpes, maltrato verbal, actitudes groseras, cuadernos rayados, zapatos escondidos, robo del material escolar. Y una que otra cosa más. ¿Su fundamento para hacerme tales acciones? Uno muy sencillo.
Yo era el único presumido que tenía cinco años de edad en ese salón de clases.
Mi vida se convirtió en un verdadero infierno, e irónicamente a tan corta edad. Como era de esperarse, mi comportamiento y actitudes se vieron afectados por esos oscuros acontecimientos, pues mis días soleados y llenos de vida, se nublaron por completo trayendo solo muerte. Una muerte mental dentro de mi cabeza. Mamá como era de esperarse lo notó, y decir una cifra exacta de cuantas veces me preguntó qué era lo que me pasaba, sería mentirles, pues es como las estrellas del cielo o los granos de arena en el mar… imposibles de contar.
Yo no me atrevía a mencionar nada con respecto al abuso por el que estaba pasando, pues mis compañeros me habían amenazado, y se encargaron de bajar tanto mi autoestima y confianza como persona, que me era imposible tan siquiera imaginar el enfrentarme a ellos. Después de eso, y presenciando el desespero por parte de mi madre debido a lo que estaba sucediéndome, lo que siguió fueron visitas al psicólogo, en donde tenía largas charlas en las cuales me preguntaban muchas cosas acerca de mi vida, lo que me sucedía, lo que pensaba, lo que sentía. Con respecto a mi familia y la escuela, todo tipo de información específica era tratada de ser sacada de mí cabeza.
Nunca dije lo que me estaba sucediendo, pero supongo que ellos, al final, eran conscientes de eso. Entonces, la única solución que plantearon para ese mal, fue cambiarme de escuela. Más nada. Debo agregar que en ese nuevo lugar no ocurrió nada ni remotamente parecido. Y todo parecía regresar a la normalidad.
Pero entonces, cuando pensé que ese golpe tan siniestro por parte de la vida había pasado, cuando creímos que ya todo volvería a la normalidad, justo como era antes de que todo aquello ocurriera, vino el segundo golpe. Un golpe fatal.
Mi madre… murió.
Sobra decir que mi único apoyo en este mundo se había ido para siempre, pues Papá era un hombre con un trabajo algo tedioso. Así que tuve que abandonar también esa otra escuela en donde estaba, pues no había quien se hiciera cargo de mí, y la única solución que pensó mi padre, fue irme a vivir donde su madre, la cual solo se ocupaba de mí en términos básicos, lo demás, no le importaba en absoluto. Luego, cuando tenía doce años, como ya les conté, mi padre volvió a realizarse, y me mudé a una nueva casa con su actual mujer. Mi madrastra. Quien resulta es exactamente igual que mi abuela. De todo lo demás ya están enterados, pues aquí estoy contándoles.
En resumen, la vida me había reclamado ese año de edad que trataba de tomar por ventaja con respecto a la escuela. Quizá por ser un acto egoísta de mí parte, quién sabe.
De vuelta al presente…
—Yo gané, así que, te espero en la escuela —me dijo Yumiko.
Y se marchó.
Supongo que mi deber es ponerlos al tanto con respecto a lo que pasó mientras les hablaba de esa oscura parte de mi pasado, ¿no?, pues aunque fue poco, aquí vamos de nuevo.
La loca y yo reproducimos perfectamente aquella legendaria partida. Paso por paso, de manera precisa. Los treinta y dos movimientos que ocurrieron esa vez en Riga, también sucedieron aquí, y fueron muy bien explicados por ambos, aunque ella habló mucho más que yo. También mencionó que se le hacía imposible creer que ese jugador que ella estuvo buscando durante cierto tiempo, era yo. No agregué nada eso. Dijo que si hubiéramos optado por jugar una partida normal como cualquier otra, por medio de mi juego, no había duda de que también se hubiera dado cuenta que aquel jugador en línea, era yo. Tampoco agregué nada a eso. Me preguntó que siendo alguien tan listo, ¿por qué mis notas en la escuela son tan malas entonces? No hubo respuesta alguna para eso.
Karen. Ella solo gozó cada segundo que transcurrió en esta habitación. Desde el principio hasta el final. Y como ya lo saben, cada vez que se dirigía a Yumiko, decía: perra, perra, y perra. Gracias a Dios esa chica no puede escucharla, porque si no, hace rato hubiera tenido que levantarme de mi cama para separarlas, y que no continuaran jalándose de los cabellos.
Yo me levanté.
— ¿A dónde vas? —preguntó Karen.
—No es obvio… a la escuela.
Ella se cruzó de brazos y frunció el ceño de una manera intensa.
— ¡Ah, claro!, cuando soy yo quien te lo digo no te importa en absoluto. Pero cuando se trata de alguien tan linda como esa pe-.
—Yumiko —le interrumpí.
— ¡Fumiko, Kimiko, Namiko, como sea…! Ahí si corres inmediatamente detrás de su falda como si fueras su perro.
— ¿Celosa?
—Voy a matarte.
—Adelante. No tengo nada por lo que valga la pena vivir después de todo.
Y me fui a la ducha.
Mientras estuve en mi habitación alistándome, Karen no dijo una sola palabra, solo se mantenía recostada a la pared en completo silencio, y también con una actitud que reflejaba un claro enfado. Desde el preciso momento en que Yumiko había entrado por la puerta de mi habitación, estaba seguro de que Karen iba a tener un mal sabor de boca. Pero no es por celos ni mucho menos. Así se trate de Yumiko, de los profesores, de mis compañeros, de mi madrastra, incluso de mi padre, ella siempre mantendrá una actitud negativa hacia todos. Karen odia a la sociedad en general. Karen aborrece la comunicación social entre los individuos, pues piensa que todo es solo una completa mentira. Que cada palabra que se dice en una conversación, conlleva un significado muy distinto a lo que realmente piensan las personas en su interior. Y de los sentimientos ni para qué hablar. ¿Amor? Ve y coméntale algo con respecto a eso, y ella se encargará de abrirte los ojos y mostrarte la auténtica y miserable realidad en la que vivimos día a día.
La increíble mentira en la que vivimos día a día.
Todos tenemos defectos. Cada ser humano o entidad en este mundo tiene algún defecto del cual avergonzarse. Pero, si tuviera que dar mi opinión en relación a eso, si tuviera que señalar a alguien para lavarme las manos y tapar mis propios defectos con los que otros tienen, como tan cotidianamente lo hace cada persona de este mundo, entonces yo, señalaría a Karen.
Ella, sin duda, es la más defectuosa de todas las criaturas. Aun siendo una chica tan linda a primera vista.
Ambos íbamos en completo silencio de camino a la escuela…
—Karen —le dije.
Ella no respondió. Sin duda, estaba disgustada. Reiteré.
—Karen.
Pero nada, ni siquiera una mirada. Solo caminaba con su visión muy bien concentrada hacia el frente. Entonces, me dispuse a decirle lo siguiente:
—Sabes que eres alguien muy importante para mí. Además, sin duda eres muy linda.
Un alago. A las chicas les encanta ser adoradas. Les encanta que les resalten lo maravillosa que es su belleza. Lo que representan en la vida de los demás. Lo afortunados que se sienten algunos por tener la oportunidad de cruzar palabras con ellas. Eso les encanta. Pero…
—Tus estúpidos sentimientos no me importan, y créeme que tu coqueteo sí que mucho menos.
Y no solo porque esté enojada en estos momentos. Generalmente, ella es así. Ella, lo rechaza todo. Pero al menos me respondió.
No sabía que más decirle, pues no soy el típico chico que se la pasa intentando ligar con el sexo opuesto ni mucho menos. Así que, ante tal problema, lo único que se me vino a la mente fue mencionar una peculiaridad que estoy escuchando en ciertos instantes desde que puse un pie fuera de la casa.
—Karen.
— ¿Que? —me respondió. Parece que su enfado estaba disminuyendo poco a poco. ¿Debido a mis anteriores palabras? Eso es algo que lo que nunca sabremos respuesta alguna.
— ¿Oyes eso?
Ya lo había escuchado como cinco veces, y nuevamente estaba el sonido presente en esos momentos.
— ¿Qué cosa? No sé de qué hablas.
Eso sin duda fue muy extraño. Yo respondí:
—Las campanas.
Íbamos caminando uno al lado del otro, pero entonces, ella se detuvo, y yo seguí caminando. Cuando lo noté, me detuve también, y di vuelta hacia atrás. Ella estaba mirándome de manera fija, y yo correspondía con lo mismo, sin entender qué rayos era lo que le pasaba. Fue un corto silencio el que hubo entre nosotros.
Y miró hacia el cielo.
—Vaya… parece que este juego terminó. Otra vez comenzaremos desde cero —murmuró.
— ¿Qué dices? —le pregunté, pues no escuché nada de lo que había dicho. Entonces ella caminó y me pasó por el lado. Yo también caminé y entramos en sintonía andante por segunda vez.
—Que te has vuelto loco por completo, Shunsuke. Yo no estoy escuchando nada.
Me pareció muy absurdo que dijera algo como eso.
— ¿Loco? Hmph. Tu solo existencia en estos momentos representa mi pérdida total de la cordura, o la demencia que sosiega cada uno de los rincones en mi mente.
Ella sonrió. Y así, seguimos el resto del camino en completo silencio rodeado de la hermosa mañana veraniega que se podía apreciar bailando en todos lados. Y el viento acariciándote.
1000
Yumiko
—Bullying —le dije.
— ¿Bullying? ¿Qué es eso, doctora?
Ella no es ni la primera ni la última persona que no sabe o tiene la más mínima idea sobre qué se trata este delicado asunto. Las personas vivimos constantemente en una ignorancia que, a veces, sin imaginárnoslo, puede traernos graves problemas o consecuencias a nuestras vidas. Creemos que porque una persona no se tome la molestia de decir “ayuda”, significa que todo anda completamente normal en su vida. Todo esto es como una telaraña, en donde resulta, quien la teje, podríamos interpretarla como una falta de comunicación y compresión hacia los demás. Vivimos desapercibidos y no nos importa para nada lo que pueda estar ocurriéndole a nuestros semejantes, todo por el sencillo y egoísta pensamiento de, “mientras no me afecte a mí… lo demás es cuento”. ¿Acaso la persona que pasa por nuestro lado, aun sin que la conozcamos, no es tan humana y tangible como nosotros?
Y no solo eso, pues ahora con la tecnología tan avanzada, cometemos un comportamiento muchísimo más estúpido que el mismo egoísmo propio. ¿Vemos a alguien en dificultades y qué es lo único que hacemos…? Sacar nuestro teléfono y grabar lo que le está sucediendo. Luego tenemos la desfachatez de subir ese archivo a las redes sociales y decir: «dale “me gusta” si también te conmovió este video».
Ignorantes de eso, estamos vendiendo nuestra propia alma al mismo satanás solo por unos cuantos “me gusta” en nuestras redes sociales.
—Acoso escolar. A eso me refiero.
La señora Naomi me estuvo platicando acerca del comportamiento general que demuestra su hijo, en los cuales me identificó los siguientes:
Actitud retraída.
Aislamiento.
Daño físico.
Pérdida del material escolar.
Falta de apetito.
Excusas para no tener que ir a clases.
Sin duda son puntos precisos que identifican a una persona que posiblemente esté sufriendo de bullying. Que en este caso, aunque a muchos le parezca absurdo, está ocurriendo en el inocente mundo de los niños.
—El bullying puede proporcionarse de manera directa o indirecta, señora Naomi, y también manifestarse de distintas maneras, entre las cuales está: sistemática, emocional, física, social, sexual, cibernética, racial, psicológica y verbal. ¿En qué áreas exactamente puede estarse presentando estos casos? Ya sea el ambiente familiar, sociocultural y escolar. Le daré un ejemplo. Todos bromeamos en alguna ocasión con los demás. Usted lo sabe y yo lo sé. Entre los jóvenes, a veces se toman el atrevimiento de tratarse los unos a los otros como “idiotas”, “feos”, “narcisistas” y algunas otras cosas más. Esto no es considerado como acoso escolar, pues son patrones comunes que se presentan en esas edades. El asunto cambia cuando hay una insistencia a pesar de los signos de angustia y oposición que pueda presentar cierto individuo o víctima. En esos términos las cosas si dejan de ser un comportamiento común y corriente, y le está dando paso a lo que se conoce como acoso escolar. Pero no es solo eso, pues a veces, y sin querer, como padres, involuntariamente estamos creando un ambiente de acoso escolar en nuestros hijos sin darnos cuenta. ¿Se preguntará cómo es eso posible? La respuesta está siempre presente delante de nosotros. Si dejamos que nuestros niños reciban un contenido inapropiado en sus mentes, como la elevada admiración por el dinero y las cosas materiales, sus cabezas traducen esto como violencia, agresividad, comportamientos inadecuados y la perdida de los valores fundamentales como persona.
La señora Naomi escuchaba cada una de mis palabras con mucha atención, pues para ella, entender lo que estaba sucediendo en la vida de su hijo era un asunto de suprema prioridad. Y, como les dije, fue justo por esta circunstancia que pude encontrar mi camino en la vida. Eso que ocurrió aquella vez en la escuela, día seis del mes siete, hace veinte años atrás. Serán recuerdos con los que tendré que cargar hasta el final de mis días.
Recuerdo perfectamente la primera vez que fui testigo de una situación que involucraba al bullying. Pero, sobre todo, más allá de la crueldad que presencié en esos momentos, me parecía imposible de creer quien era la persona que lo estaba haciendo. Ese día, mientras caminaba por el pasillo, cierto profesor había olvidado una cosa en el almacén donde se guardaba el material de gimnasia. Eran las cuerdas de saltar que utilizaban las chicas. Una vez chocamos, me pidió con amabilidad que le hiciera el favor de traer esas cuerdas, que él iba por otra cosa al salón de clases en ese momento. Por lógica, yo le dije que no se preocupara, que de inmediato iría a buscarlas.
Me dirigí con algo de prisa hacia ese lugar, pues noté que el profesor estaba acelerado, así que de seguro necesitaría esas cuerdas lo antes posible. Crucé el patio de la escuela y me fui hacia la parte trasera de éste, pues en el fondo, era donde quedaba el almacén de gimnasia. Se trataba de un rincón apartado, así que, como era de esperarse, nadie se acercaba por esos alrededores. Entonces, cuando me dispuse a abrir la puerta de ese almacén, me detuve, pues noté una singularidad en particular.
Se escuchaban voces dentro de ese almacén. Al fondo.
Eso sin duda fue muy extraño, y sobre todo, no tenía ni idea de qué era lo que estaba ocurriendo en ese lugar. Me tomé unos dos minutos parada al pie de la puerta, pensando en qué debería hacer. Y luego, después de tanto pensar, llegué a la conclusión de que lo mejor era entrar con suma cautela al almacén. Y así lo hice. Con mucha precaución abrí la puerta, delicadamente, casi indetectable, y me infiltré a escondidas en ese sitio. Como es obvio debido al rebote del sonido, me llegaban un poco más claro las palabras que se estaban diciendo, lo cual llamó mucho más mi atención. Me fui acercando hasta cierta distancia por medio del desorden que había en ese lugar, pues allí era donde se guardaba todo lo referente a gimnasia, actividades escolares y todo tipo de situaciones cívicas. Hasta que me ubiqué en un punto donde podía apreciar y escuchar todo de forma clara y directa. Y como dije, al verlo, quedé totalmente sorprendida por lo que estaba pasando en aquellos momentos.
Había cuatro personas en total.
Dos jóvenes que eran de otro salón, y otros dos que pertenecían a mi clase. Los de mi clase eran un chico y una chica. El chico se encontraba en esos instantes tirado en el suelo, mientras que la chica estaba postrada en frente de él, con los dos que eran de otra clase detrás de ella; como si de guardaespaldas se trataran. El que estaba en el suelo se mostraba impasible ante lo que estaba ocurriendo, como si no sintiera absolutamente nada aun recibiendo tales actos desagradables e incorrectos. En silencio, y con la mirada hacia el suelo. Creo que jamás en mi vida, presencié una actitud tan fría, vacía y desinteresada con respecto a su entorno por parte de una persona.
— ¿De verdad crees que correspondería al afecto amoroso de una basura como tú? Nunca, óyeme bien, nunca me podría sentir interesada por alguien tan idiota, débil e insignificante. Alguien que solo demuestra desagrado con su sola presencia. Alguien que para los demás, representa solo un asiento vacío o un fantasma penante. Solo mírame, y mírate a ti mismo. Soy linda, inteligente y popular. En cambio tú solo eres feo, bruto y no le agradas a nadie.
(Carcajadas por parte de los tres)
Pasaron unos cinco minutos más en donde, sin cesar, se le propinaba a la víctima maltrato físico y verbal de manera intensa. Le hacían y decían toda clase de cosas inhumanas. Era algo increíble, era algo que me hacía temblar, pues no entendía o aceptaba cómo podían existir personas capaces de hacer tales atrocidades a alguien más. Y, como ya mencioné, el chico no hacía nada. Solo se limitaba a recibir todo ese daño sin reflejar la menor intención de queja o reproche. Por consiguiente, estando muy satisfechos de sus acciones, la chica y sus guardaespaldas se retiraron con toda calma de la escena. Unos minutos después, el chico también abandonó el lugar. Ninguno notó mi presencia en absoluto, pues me escondí entre la cantidad de chécheres que estaban regados por todos lados en ese almacén.
Cuando entendí que ya no había peligro alguno de ser descubierta, casi temblando, di unos pasos acercándome a esa parte donde se había llevado a cabo todos esos actos malvados y sin fundamento. Me tomé unos segundos ahí parada, donde el chico estuvo tirado, mirando el suelo, tratando de procesarlo, tratando de asimilar si en verdad era esa persona la que estaba haciendo todo ese daño. Pero una cosa es segura… no fue una ilusión ni mucho menos. Fue real. Y si lo hizo.
Al volver en sí, agarré el motivo por el que había ido hasta ese lugar, y eso era las cuerdas de saltar. Luego, estando un poco aterrada aun, a pasos lentos, abandoné el almacén.
—Muchas gracias por tu ayuda, Yumiko —me dijo el profesor—. ¿Mmm? ¿Te pasa algo? Te noto pálida.
No me había recuperado del todo.
— ¿Ah? ¡Ah, eso! No se preocupe, profesor… de seguro es por no haber desayunado esta mañana.
Fue la única respuesta que pude maquinar dentro de mi cabeza en esos momentos. Pero, debo agregar que me sentí extremadamente incómoda cuando regresé al salón de clases, porque allí estaban ambas personas, agresor y víctima, en completa calma, como si nada hubiera pasado. Como haciéndome creer que en realidad, todo lo que aprecié durante aquellos instantes había sido solo un producto de mi imaginación.
Lo digo y lo sostendré siempre… odio las máscaras.
De vuelta al presente…
Yo continuaba explicándole a la señora Naomi acerca del asunto que estaba padeciendo su hijo.
—Los siguientes son los tipos de acoso escolar:
Acoso verbal: que es cuando se expresan o escriben cosas inadecuadas. Por ejemplo: burlas, insultos, comentarios sexuales, y amenazas de causar daño.
Acoso Físico: que es cuando se lastima el cuerpo de una persona o alguna de sus posesiones. Entre estos hallamos: cachetadas, golpes, gestos groseros con las manos, empujar, escupir, o romper los objetos que hacen propiedad de alguien más.
Acoso psicológico: esta se expresa cuando, de tal forma, se logra bajar la autoestima de una persona, haciendo que despierte sensaciones de culpabilidad y temor. En este tipo se presentan: intimidación, manipulación, y amenazas hacia la víctima, logrando que esta se sienta insegura de sí misma.
Y el acoso social: que es cuando se atenta contra la reputación de una persona, o de sus relaciones. Excluirla, aislarla, ignorarla apropósito. O por ejemplo, en los niños, decirle a uno que no se acerque o sea amigo de aquel u otro.
El acoso escolar es una conducta que, bajo ninguna circunstancia, puede tener justificación alguna, ya que consiste en que el más fuerte someta o domine al más débil, y esta es una desigualdad que se puede identificar cuando los involucrados, no tengan la misma fuerza física o psicológica. O también cuando el número de personas entre agresor y víctima representan cantidades diferentes. Por otra parte, según algunas investigaciones…
Y así, seguí comentándole acerca de muchas otras cosas en relación a esa problemática social. Por ejemplo, como tomarlo, como actuar, como ayudar al afectado. Trataba de explicarle de manera precisa, cada uno de los comportamientos y soluciones que pueden exponerse cuando se presenta una situación como el acoso escolar. Una situación que, sin duda, día a día se hace más notoria entre nuestros niños, jóvenes, e incluso en el mundo de los adultos. Todo con el humilde propósito de ayudarla a ella y a su hijo, para evitar o anticipar tragedias nefastas como aquella que se vivió aquel seis de julio hace veinte años atrás.
Una tragedia que, desgraciadamente, tendré que recordar hasta el final de mis días…
MEDIOS DE COMUNICACIÓN
ESTACIÓN DE RADIO: HOLA-JAPÓN/98.7 FM — 13 DE JULIO.
16:16 pm
Locutor: …El señor Natsuki ha dicho sus palabras en relación con el caso de la escuela Tokoyoma. Se le agradece por su cooperación en este asunto tan delicado. Pero ahora regresamos con el secretario de educación nacional. Señor Yamamoto, ¿qué piensa de la opinión profesional dicha antes por el señor Natsuki?
Yamamoto: No hay duda que es alguien inteligente. Las cosas son como él lo ha dicho… se trata de un problema exclusivamente social. Un informante anónimo nos dejó una declaración en donde asegura, que el joven, estaba siendo víctima de “bullying”, o acoso escolar. Ahí las partes del rompecabezas sí empiezan a encajar, porque si asimilamos el comportamiento general del muchacho con esta clase de circunstancia, llegaremos fácilmente a la conclusión de que, sus acciones, fueron producto de muchos factores que solo se presentan en una persona que esté sufriendo por culpa de este veneno social.
Locutor: ¿Una declaración, dice?
Yamamoto: Así es. En la oficina de la secretaría de educación instalada en esta ciudad, llegó el lunes, alrededor de las cuatro de la tarde, una carta con un mensaje en ella que estaba hecho con tiras de recortes. En esa carta decía: «Shunsuke estaba siendo víctima de bullying. Hablo con la total verdad». Entonces, basándonos en esto, podemos decir que lo que el chico sufrió fue un colapso mental, y de allí, se desprendió su irracional comportamiento. Primero, éste perdió a su madre cuando tenía alrededor de seis años. Somos conscientes de que los niños son muy delicados, y una pérdida tan importante como lo es la madre, significaría un daño emocional a su completa estabilidad. Luego, tenemos la información de que hace poco más de ocho meses, también sufrió la pérdida de su padre. Después, empezó a sufrir de bullying por parte de una persona que aún no hemos podido identificar. En este punto podemos asumir que este joven, en definitiva, debía estar emocionalmente inestable, y sus acciones así lo reflejaban. Al final, el haber sido rechazado por la señorita que despertó su interés amoroso, significó un quiebre total para su mente. Fue como la gota que derramó el vaso. Lo único malo de todo esto es que, por error, liberó toda esa frustración de manera equivocada, usando como blanco a la última persona que se encargó de hacerle un daño involuntario en su vida. Claro que para entender perfectamente lo que acabo de decir, tendríamos que necesitar un poco más de tiempo, pues cada evento mencionado antes, se encargó de ir sembrando en el joven muchas emociones negativas, que en últimas instancias, le dio paso a la inestabilidad. Le comenté el caso a una psicóloga, de forma detallada, la cual nos respondió que lo que hizo este estudiante, desde cierto punto de vista, fue algo razonable y justificable, teniendo como prioridad el pensamiento de cómo debió haberse sentido durante los últimos meses de su vida. Las cosas concuerdan. Por ejemplo, su vida social. La investigamos, y descubrimos ciertas publicaciones en su página de “Pacebook” que demuestran un claro pensamiento negativo con respecto a su entorno. Decía: «la sociedad está podrida». «El amor es una estúpida mentira creada por la sociedad solo para obtener beneficios egoístas y sin fundamentos». O, «el mundo entero siempre aparenta y actúa de manera contraria a lo que realmente piensan». Y hay algo mucho más extraño. Desde que empezaron las clases en abril, el joven nunca había dicho una sola palabra en el grupo de chat de “LINE”, creado por sus compañeros de clases. Pero, el día del incidente, estipulando más o menos quince minutos antes del lamentable final, escribió lo siguiente en el grupo: «¿Sabías que los demonios tienen la habilidad de camuflarse como ángeles?».
(Quince segundos de silencio)
(Suspiro por parte de Yamamoto)
Locutor: ¿Qué piensa usted acerca de la otra cara de esta historia… la parte “sobrenatural”?
Yamamoto: Acerca de eso no tengo nada que mencionar. Nada. Si no le encontró respuesta un experto en ciencias ocultas, ¿que quedará para mí que solo soy parte del sistema educativo de este país?
Locutor: Sin duda este caso ocurrido el pasado viernes, en la escuela Tokoyama, pasará a ser parte de la historia en nuestra nación Nipona. Lo que sucedió fue algo extraño y que nos tomó a todos con la guardia baja. El acontecimiento del estudiante Shunsuke, de catorce años de edad, será algo que continuará en escases de claridad quien sabe por cuánto tiempo más. Y pues, parece que hemos llegado al final de esta entrevista. Y lastimosamente, todo quedó igual a como empezamos… sin una respuesta. Solo especulaciones. ¿Hay algo que quiera agregar, señor Yamamoto?
Yamamoto: Lamentablemente, el pasado seis de julio, será un día que tengamos que recordar con desagrado durante un largo tiempo. Hoy, sufrimos la pérdida de dos jóvenes que pudieron ser piezas esenciales para el futuro y bienestar de esta nación. Sin duda, hemos fallado humanamente. Y como dije, esto que sucedió es un veneno social, y que además se está presentando en distintas partes del mundo actualmente, y nuestro deber como adultos responsables, es abrir los ojos lo antes posible. Ponerle un stop a esta clase de problemas que se encargan de destruir lo más importante para nosotros… a nuestros niños y jóvenes. Debemos dejar tantos pensamientos egoístas y tratar de mirar a esa persona que está sentada a nuestro lado, a tratar de escucharla, de comprenderla, porque la idea como seres humanos es que extendamos las manos y nos ayudemos los unos con los otros, no ver a alguien en problemas y hacernos de la vista gorda como si nada estuviera pasando. Esto que estoy diciendo no espero que lo tomen como regaño ni mucho menos, pues yo también soy una persona como cualquiera de ustedes, y también me equivoco, pues perfecto no soy. Pero la idea es que de esas equivocaciones, aprendamos y seamos mejores cada día. Que nos fortalezcamos, y que casos tan tristes como el que ocurrió en la escuela Tokoyama, nos sirva de escarmiento para entender que andar desapercibidos y actuar de manera incorrecta, proporcionará como resultado solo situaciones de las que tengamos que lamentarnos luego…
…feliz tarde.
0004
Shunsuke
— ¿A dónde vas? —le pregunté.
—Tú ve a clases… yo daré una vuelta para distraerme. Allí adentro es muy aburrido —me respondió Karen.
En serio, las chicas sí que son incompresibles. Ella siempre insiste en estar a mi lado. Todo el tiempo. Aunque yo la rechace, ella no me abandona. Día y noche está ahí, algo que supera incluso la insistencia de una novia en una relación. Claro que, como les dije… ella hace parte de mí después de todo, y esa es una cuestión totalmente diferente a cualquier circunstancia que abarque la realidad.
Pude apreciar cómo se alejó poco a poco hasta que su presencia desapareció. Continué caminando hasta que llegué a la puerta del salón. Eran las 10:27 am.
Al entrar, lo primero que sucedió es que todos se fijaron en mí, y también Yumiko, obviamente. Aunque yo solo me mantenía con la mirada agachada. El profesor detuvo su clase y me señaló que me acercara a él.
— ¿Está todo bien? —me preguntó.
«Apuesto a que eso no es lo que piensas o te interesa saber. Todos son unos malditos mentirosos», pensé.
—Si.
— ¿Por qué no habías vuelto entonces?
—Estuve enfermo.
Es obvio que se trataba de una mentira. ¿Pero alguien puede culparme? Claro que no. Todos somos unos malditos mentirosos después de todo.
—Pues no lo parece.
Yo no agregué nada. Solo lo observaba fijamente.
—Puedes irte a tu asiento —agregó.
Caminé hasta sentarme en mi respectivo lugar.
Ojalá pudieran estar en este salón de clases, para que entendieran el peso tan enorme que se siente en el ambiente cuando se hace referencia en algo con respecto a mí. Es increíble. Soy como la oveja negra de un perfecto rebaño. Soy como la mala hierba que no para de crecer. Soy como esos virus que se encargan de aniquilar civilizaciones. Soy como ese estúpido gato que se encuentra encerrado en una caja de cartón, acompañado solamente de un matraz con veneno y un dispositivo con una partícula radioactiva. Como si estuviera y no al mismo tiempo. Como si existiera y no al mismo tiempo. Como un ciclo infinito de probabilidades entrelazados con mi triste ser y vivir. Maldito gato cósmico.
Para resumir, cuando Karen también se encuentra en este salón insultando y maldiciéndolos a todos, su existencia es exactamente igual que la mía. La única pequeña diferencia entre ella y yo, es que yo soy un ser tangible. Una materia que ocupa un lugar en este infinito vacío. Y ella no. De resto, todo es igual para ambos.
Karen…
Aún recuerdo la primera vez que la vi.
Fue durante aquella época que les comenté antes. Aquellos años en donde el mundo me enseñó por primera vez, la verdadera oscuridad que estaba presente en cada ser humano que yacía a mi alrededor. En donde el mundo me enseñó, que las personas son mucho más complejas de lo que parecen, y estúpidamente difíciles de entender. Fue en esa época, en la que comprendí que cada ser humano porta una máscara diferente, y que la usan para propósitos diferentes.
Fue en esa época, en donde cierto número de humanos, usaban sus máscaras con el único fin de hacerme daño.
A muy corta edad, ya era consciente de esa putrefacción que está vigente en cada uno de nosotros. Que la sociedad es mentirosa. Que la sociedad es egoísta. Que la sociedad es un engaño. Pero, en medio de toda esa oscuridad, en medio de todo ese dolor, en medio de todo ese sufrimiento… conocí a esa chica. Una muy hermosa chica. De cabello negro y ojos grises. Con un peinado que hacía resaltar su belleza. Una larga cola de caballo y flequillo. De contextura delgada. Pecho bajo y cola bien reafirmada. Incluso yo, con tan solo cinco años de edad, me sentía atraído por su singular encanto.
En ese momento me encontraba en mi habitación. Solo, triste, intimidado por la vida, intimidado de la sociedad en la que vivía, pues tan solo era un inofensivo niño de cinco años. Y entonces, ella apareció. Con una sonrisa perfectamente proporcionada, y acompañada con un toque de maldad y picardía en su mirada. En esos ojos. Esos hermosos ojos grises.
Quedé perplejo ante su presencia. Claro que, también confundido, pues no tenía ni la más remota idea de quién era ella, ¿qué quería?, ¿o por qué había aparecido así tan de repente?, ¿cuáles eran sus intenciones para conmigo? Yo solo sabía una cosa en aquellos instantes… la chica había aparecido como por arte de magia. Punto. Pero, por algún extraño motivo, a pesar de ser tan joven, no entré en pánico ni mucho menos ante lo que estaba sucediendo. El silencio se prolongaba entre nosotros. Entonces, ante tal comportamiento de mí parte, la hermosa chica se dispuso a dirigir sus primeras palabras hacia mi persona. Hacia aquella inocente persona:
— ¿Sabías que los demonios tienen la habilidad de camuflarse como ángeles?
Una extraña pregunta… esa fue su primera acción. Yo, como era más que obvio, no supe que decir ante tales palabras. Ella agregó:
— ¿Tienes alguna idea de por qué pueden hacerlo? ¿De por qué pueden camuflarse perfectamente?
Yo solo limpié aquellas lágrimas que corrían por mis ojos con el brazo. Y luego, negué con la cabeza ante sus preguntas. Ella se propuso a responder mi duda:
—La respuesta es sencilla, Shunsuke. Porque antes de ser demonios. Antes de convertirse en malvados demonios, fueron ángeles.
Y sonrió.
—No entiendo —le dije.
Con tan solo cinco años, era complicado que entendiera el significado de semejantes palabras.
—Por ejemplo. Todos te conocen por ser un niño bueno e inteligente, ¿no es así? Eso es lo que eres ante los ojos de los demás. Ahora te pregunto. Si decidieras matar a unos de esos malditos compañeritos tuyos, que solo viven lastimándote y convirtiendo tu vida en un infierno… ¿Crees que alguien lo notaría? No, ¿verdad? Porque tú solo eres un angelito, un angelito que sería incapaz de hacerle daño a los demás. Ahora. Aquellos que de manera malvada te hacen daño todos los días, y que obviamente son demonios, ¿alguien los culpa por eso? No, ¿verdad? ¿Sabes por qué? Porque a pesar de que sean unos demonios, el mundo los ve como lo que alguna vez fueron… simples angelitos. Se aprovechan de eso y lo utilizan a diario con el único propósito de lastimarte. ¿Sabes cuál es la gran diferencia entre ellos y tú? ¿Sabes por qué tú eres mejor que todos ellos? ¿No? Sencillo… porque ellos son demonios que tienen el privilegio de actuar como ángeles. En cambio tú, eres un ángel que tiene el privilegio de actuar como un demonio. Así de ilógico es este mundo.
(Una corta y malvada carcajada)
—Todos tenemos una máscara con la cual nos ocultamos en esta sociedad. Pero tú, mi querido Shunsuke… tienes la mejor y más poderosa máscara de todas. Deberías usarla, ¿no crees? —agregó.
Luego me uní y continuamos charlando acerca de muchas cosas, referentes a todo lo que estaba ocurriendo en mi vida. A la vida misma. Personas, emociones, sentimientos... hablábamos de un sinfín de cosas con el único propósito de entender la verdadera naturaleza de la sociedad, del mundo, de todo en general. Tanto fue, que incluso me dijo su nombre. Que sería mi amiga de ahora en adelante. Que estaría conmigo para siempre. Que yo no necesitaba a nadie más en este mundo, pues todas las personas eran malas y mentirosas.
Nos entendíamos perfectamente. A las mil maravillas. Me apoyaba en todas mis decisiones y me cuidaba mucho. Me aconsejaba en lo que debía hacer y lo que no. Se convirtió en algo así como una hermana mayor. Una hermana a la cual le empecé a tomar afecto, y como no, pues era muy linda y buena conmigo.
La vida continuó. Lo único extraño que sucedió para variar, es que cierto día un compañerito mío, murió. Eso creó mucho revuelo en la sociedad, pues lo encontraron con una grave herida que le atravesaba por toda su vena yugular.
Pero, antes de que empiecen a hacerse ideas que no son, déjenme aclararles ese punto.
Yo no fui.
Pues en verdad era solo un angelito. Un angelito que, desafortunadamente, sufría mucho. Que sufría por culpa de esos demonios que tenían el privilegio de actuar como ángeles.
Por otra parte, dicen por ahí que nada es eterno en este mundo. ¿Mi punto? Dos cosas. La primera: mi sufrimiento. La situación cambió en cuanto fui transferido a otra escuela. Dejé de sufrir a causa de los malos actos que provenían por parte de mis compañeritos. Y la segunda: la vida de mamá, que como ya saben, ella murió cuando yo tenía los seis años de edad. Pero, algo les puedo asegurar de todo esto… mi mentalidad no volvió a ser la misma. Algo se quebró dentro de mí durante ese tiempo. Algo dejó de funcionar.
El baile continuaba de una manera muy triste. Mamá había muerto. Papá no se preocupaba por mí. Mi abuela, que es a donde fui a parar una vez Mamá murió, sí que mucho menos. Todas estas cosas me impulsaron a no interesarme más por la sociedad, así que decidí solo seguir un itinerario: de la escuela a mi habitación, y de mi habitación a la escuela. Lo demás no me importaba en absoluto. Y otro pequeño detalle sucedió después. La chica, quien resulta era la única que me entendía, la que siempre estaba a mi lado, la que me enseñó la auténtica realidad con respecto a todo, mi linda hermana mayor… desapareció cuando yo tenía ocho años de edad.
Así es. Ella se fue. Se esfumó. Su rastro desapareció. La única entidad con la que tenía un contacto social en este mundo… me había abandonado. Me sentí muy triste debido a eso, y solo, claro está, pues ella se había ido por completo.
Entonces recurrí a dos cosas desde ese momento hasta la actualidad, dos pasatiempos para mantenerme distraído y no perder la cabeza a causa de tanta soledad: novelas de misterio y el ajedrez en línea. Solo eso. Pero, como dije hace un instante, nada es eterno en este mundo. Y la ausencia de Karen tampoco lo sería.
Ella regresó hace unos pocos meses. Después de seis largos años de ausencia, la muy sexy chica regresó a mí. Con los mismos ideales, con los mismos pensamientos, con las mismas actitudes. Los mismos gestos, los mismos comportamientos, la misma gracia y encanto. Mi diabólica hermana mayor había aparecido nuevamente en mi vida, y decir que no me alegró aunque fuera un poco sería mentir. Y sin ella preguntarme, yo mismo la puse al tanto de todo. Le dije lo que hacía, como pasé todo ese tiempo sin ella, que ahora estábamos en otra casa, que aquella mujer era ahora mi madrastra, que mi padre había muerto. A toda esa información que, resulta, obtuve solo una corta respuesta:
—Ya lo sé todo. No te molestes en informarme.
Incluso ya era consciente del maltrato verbal que estaba recibiendo por parte de esa mujer. Y decir que de su boca haya escuchado menos de treinta veces la proposición de matarla, sería estar mintiéndoles. Karen decía que era una solución sencilla que podía acabar con el problema de raíz. Sin duda está loca. Pero aun así me agradaba.
Todo eso es lo que ha sucedido hasta la situación actual. Una muy mala situación actual.
En estos momentos hay un grupo de personas dando una breve charla acerca del acoso escolar a la clase, lo cual me pone de mal genio, porque en cuanto se trate de charlas, actividades, conferencias y demás, simplemente no lo tolero. Me alegro por Karen que tomó la sorpresiva decisión de no pasar tiempo aquí.
Por cierto… ¿Qué estará haciendo? ¿Dónde andará?
Yo solo miraba por la ventana hacia afuera con esas dudas en mi mente.
«Otra vez ese sonido», pensé.
Y, para matar el tiempo, mientras están en esa charla, les hablaré un poco acerca de este salón de clases. Solo digamos que se trata de otra pequeña charla informativa acerca de mí vida.
Como ya saben, pues se dijo antes, hay treinta y seis estudiantes en este salón. Seis filas de seis. ¿Por qué? pues porque seis por seis, es igual a treinta y seis. Aunque, yo diría más bien, treinta y seis máscaras. Pero eso no es lo alarmante, pues máscaras usamos todos. El verdadero punto importante a tener en cuenta aquí es que, entre este grupo de treinta y seis ángeles… hay un demonio camuflado como ángel.
Una hermosa y sexy demonio camuflado como ángel.
Fila tres, asiento cuatro. Ubicada justo detrás de la magnífica y perfecta Yumiko, hay una existencia muy influyente en este salón de clases. Normalmente con una reina sería suficiente. Una deidad. Alguien a quien orarle y rendirle todo el tributo de este mundo. Pero, a veces, algunos tienen la suerte de tener que cargar con el doble de la mala suerte. ¿Paradoja? Tal vez. Podríamos llegar a la conclusión de que, en estas situaciones, una clase llegaría a dividirse en dos jerarquías, reinos, o algo por el estilo. Una parte que sigue a una reina, y la otra parte a la otra reina. Fieles admiradores que guardan un pensamiento muy positivo hacia la chica que mejor les parece digna de admirar. Pero aquí no. En este reino, no. Aquí se disfruta de ambas reinas por igual forma, y esas reinas también se respetan entre ellas. Una sociedad perfecta diríamos. ¡Aunque! Nada en este mundo es perfectamente igual, y las reinas no son la excepción. Pero dejemos tanta cháchara a un lado y vayamos directo al grano. Les presento a, Sakura Amane… la otra reina.
Ella es l! *** to8=’’¿ 2”%6 qui3n cr3/?* y si & %#3” ¡ZORRA! !5_9#3……. 0101010101010101010101010101010101010101010101010101010101010101010101010101010101010101010101010Z10101010101010101R101010A0101010101010101010101010101010101010101010Z1R1A! ¡Z0RR1! ¡0OR1A!
(Trasmisión interrumpida)
¡ZORRA! ¡ZORRA! ¡ZORRA! ¡ZORRA! ¡ZORRA! ¡ZORRA! ¡ZORRA! ¡ZORRA! ¡ZORRA! ¡ZORRA! ¡ZORRA! ¡ZORRA! ¡ZORRA! ¡ZORRA! ¡ZORRA! ¡ZORRA! ¡ZORRA! ¡ZORRA! ¡ZORRA! ¡ZORRA! ¡ZORRA! ¡ZORRA! ¡ZORRA! ¡ZORRA! ¡ZORRA! ¡ZORRA! ¡ZORRA!
¡Error…!
¿ ?
Karen
Supongo que sabrán porqué mi monólogo no puede ser registrado como un capítulo, ¿no? Y si de casualidad no, les daré una idea. Los que escriben capítulos o crean historias son los humanos. Solo ellos.
Así es. No soy como Shunsuke o la perra. Yo no soy humana. Yo no pertenezco al mundo real.
Soy una entidad muy diferente. Soy una fuerza muy diferente. Soy algo que apareció debido a tal sufrimiento que padece cierto individuo en particular. Un individuo que puedo decir, aprecio de cierto modo. A quien engaño. Shunsuke es un chico importante para mí. Por él soy quien soy, por él tengo una identidad, por él tengo pensamientos, ideales y emociones.
Por él… soy Karen.
La verdad, quien escribe esta historia nunca planeó darme una sola oportunidad de monologar con ustedes. Pero, como ya dije, yo no soy un ser humano. Y como no soy un ser humano, me desprendo de toda racionalidad, lógica o compresión humana, y por eso es que soy capaz de interferir en la charla de Shunsuke y lograr comunicarme con ustedes. Y me limito a eso. Porque, lo que hago en estos momentos, no es una cuestión de admiración o algo así. Nada de eso. Claro que, si desean saberlo, con mucho gusto se los diré… estoy buscando el lugar donde están las campanas. El lugar donde terminará todo. El lugar del desenlace de esta historia. Y me pregunto, ¿cómo será?
Fue por esa razón que no entré al salón de clases con él, pues esto es algo que me interesa mucho más. Aunque, ahora que lo pienso detenidamente, la perra ya puede verme, ¿no?, lo cual es algo que cambia completamente las cosas. He estado algunas otras veces en aquel salón de clases, y comentar acerca de mi existencia sería algo ridículo, ya que, como dije, yo no soy humana. Ellos no pueden verme, ni detectarme. El único que lo puede hacer es Shunsuke, y ahora también la perra. Supongo que sus estúpidos sentimientos de culpabilidad al fin han empezado a afectarle.
Creo que ya saben cómo son mis ideales y pensamientos acerca de este mundo. Un mundo, que odio. Un mundo, lleno solo de basuras egoístas incapaces de ver más allá de sí mismos. De sus estúpidas narices. Y la existencia de Shunsuke es una prueba irrefutable de ello. Los maldigo, y bailaré sobre sus tumbas las veces que sean necesarias para sentirme satisfecha.
(Los campanazos están produciéndose en la escuela. ¿Pero dónde exactamente?)
Deben pensar que soy la villana de esta historia, ¿no? y si así lo piensan y no tienen el valor de decírmelo a la cara, tranquilos. No los culparé. Ya que ustedes son solo basura que, cuando hablan, no tiene ninguna partícula de conexión con lo que están pensando en realidad. Solo son portadores de un sinfín de máscaras con las cuales se encargan de llevar todo a una inminente destrucción. Relaciones amorosas, familiares, amistad… cualquier tipo de relación social que se pueda crear o imaginar por ustedes mismos, irónicamente, ustedes mismos son quienes se encargan de destruirlas. Solo son una bomba que en cualquier momento se encargará de acabar con todo. La vida, La civilización, el futuro. Créanme, no hay otra raza que esté más destinada a la aniquilación total que la de ustedes. Pero, yo no estoy aquí para sermonearlos debido a la magnitud de sus mismas estúpidas acciones. Nada de eso. Solo soy alguien que quería cruzar unas cuantas palabras con ustedes. ¿Con qué intención? Ni yo misma lo sé.
(En los baños, nada. En las aulas, nada)
Saben… mi existencia es complicada. Tanto como la de Shunsuke con esa triste vida que le ha tocado, o como la perra que incluso en el futuro, recuerda amargamente esta historia debido a los sentimientos de culpa con los que ha tenido que cargar siempre.
Sí, sí. Entiendo que suene ilógico que sepa eso, siendo conscientes del tiempo en donde intenté comunicarme con ustedes, que es durante el relato de Shunsuke. Pero sería un error si me asociaran con ese tiempo solamente por eso. Pude haber hablado durante las intervenciones de la pe-. (Suspiro)
De Yumiko. Si así lo hubiera querido. Recuerden, yo no soy un ser humano como ustedes. Y de seguro ahora mismo estarán pensando que, si sé acerca del futuro, eso significaría que entonces sé cómo terminará esto. Pero… Es complicado. Mucho más de lo que creen. Y no sé cómo explicarlo.
Ahora que lo pienso, para variar y no enredarnos, ya que interrumpí la charla de Shunsuke acerca de su clase, creo que retomaré eso. Después de todo, ahora que todo regrese a la normalidad, de seguro él ya habrá terminado con su relato. Y entonces, habría una omisión en los detalles de la historia, y todo esto se vendría abajo. Lo cual es algo que no puedo permitir que suceda.
¿En que iban? ¡Ah, sí! ¿Quién es Sakura Amane?
Seré directa. Sakura Amane es la maldita abusadora que está haciéndole daño a Shunsuke. Lo maltrata verbal y físicamente cuanto tanto le apetece. Es solo un miserable demonio con el privilegio de actuar como ángel, y que resulta nadie se da cuenta de lo que verdaderamente es.
Seré muy directa con respecto a esto.
Siempre le he dicho a Shunsuke que los sentimientos y emociones son solo una debilidad humana, una cosa sin fundamento, algo innecesario que ocupa un espacio dentro del mecanismo humano, y que debemos ignorar. Pero ustedes son las criaturas más tercas y complicadas que existen.
Hasta hace unos meses atrás, había seguido los ideales que forjamos juntos de manera precisa. Pero, dicen por ahí que nada es eterno. Claro que, para que entiendan a qué me estoy refiriendo, permítanme comentarles acerca de algunos acontecimientos en concreto. Por cierto, antes de continuar y, para que quede claro, estoy hablando en el tiempo de los sucesos relatados por Shunsuke.
Ahora sí, continuemos.
Hace casi tres meses atrás, empezó su acto de… “cincuenta días de exhaustiva investigación”. Todo con la idea de poder encontrar un defecto en una de las reinas del salón, porque en Yumiko ya lo había intentado, y que no proporcionó los resultados que él esperaba encontrar. Así que cierto día y de la nada, decidió hacer lo mismo con la también perfecta Sakura Amane, pero el muy tarado, resultó enamorado. Se enamoró de la chica. Ambas tienen un nivel muy parecido como personas, tanto en belleza como inteligencia. Claro que muy parecidos no es lo mismo que parecidos completamente. La cosa es esta. Yumiko es linda, pero es la número uno académicamente. Y Sakura es mucho más linda que ella, pero es la número dos académicamente. Hay una controversia entre ellas, y, teóricamente, según la información que hay sobre la mesa, Yumiko es linda y es la mejor de la clase, por lo tanto, debería ser la mejor. Pero no es así. La pequeña diferencia física que hay, causa el mismo efecto que la pequeña diferencia académica. Son pequeños detalles que no se pueden ignorar. Pero los idiotas de sus compañeros ignoran lo verdaderamente importante a tener en cuenta con respecto a ellas, debido a que están cegados ante tanta perfección.
Una de ellas, es un demonio camuflado como ángel.
Desafortunadamente, durante esos “días de investigación”, Shunsuke descubrió dos cosas:
Uno: el amor.
Y dos: ella le hacía bullying a un estudiante.
Lo más ilógico de todo es que él continuaba amándola aun después de conocer semejante defecto, porque, al final, así funciona ese sistema llamado, “amor”.
Pero la situación empeoró cuando Sakura descubrió que Shunsuke estaba enterado de quien era ella en realidad, ya que uno de sus brabucones guardaespaldas, lo había visto espiándola, y se sintió amenaza. Así que, le dijo al estudiante que le hacía bullying en ese entonces lo siguiente:
—Te dejaré en paz. Pero, a cambio, tendrás que mantener la boca cerrada.
Personalmente, si a mí me dieran semejante oportunidad de vivir en paz a cambio de olvidar lo ocurrido, también lo haría. Especialmente cuando se trata de una víctima del acoso escolar. Sería como una boleta al paraíso mismo. Y claro, Lo que más odiamos todos es el papeleo y los procesos en las cosas.
La muy hermosa zorra cumplió con su palabra. No molestó más a esa persona. Todo porque, ahora, tenía un nuevo objetivo entre ceja y ceja. Y, para su suerte, éste estaba sufriendo de una terrible debilidad que le entregaría en bandeja de plata el perfecto control sobre la situación. Shunsuke la amaba. Luego, hace aproximadamente un mes atrás, le declaró sus sentimientos a Sakura. Y todo se fue por el barranco, pues ella, lo rechazó.
Entonces, ante semejante debilidad, y con la idea de querer hacerlo sufrir por el motivo de haber descubierto su verdadera naturaleza, Shunsuke volvió a ser víctima de acoso escolar, que en este caso, era por parte de ella y sus miserables guardaespaldas. El mismo infierno que vivió cuando tenía tan solo cinco años de edad se estaba repitiendo.
Golpes, maltratos, sus objetos personales… todo empezó a ser sacudido inesperadamente. La última vez que sucedió, fue cuando lo llevaron a contra de su voluntad hasta el almacén de gimnasia. La semana pasada desde el punto de vista de su tiempo. Ese día, pude apreciar a una chica escondida entre el desorden del almacén, en completo silencio, y dándose cuenta de toda la situación que estaba ocurriendo. Una chica que, para sorpresa de todos, era ni más ni menos que Yumiko Namikaze, alguien que se conoce por siempre estar dispuesta a ayudar a los demás. Sea cual sea el problema, ella siempre está ahí. Pero, al parecer, con Shunsuke no sería esa clase de persona bondadosa.
Incluso yo, con mis negativos pensamientos, creí que Yumiko sería aquella que se encargaría de extenderle su mano a él, a ayudarlo, a terminar con estas maldadosas acciones por parte de aquella zorra, a darle el punto final a tal vil comportamiento.
Pero… me equivoqué.
Ella nunca hizo nada al respecto para intentar cambiar esta infame situación.
Durante todo el trascurso de la siguiente semana, o sea, de ésta, que resulta Shunsuke no había mostrado la más mínima motivación de querer regresar a clases, me tomé la molestia de venir cierto lapso de tiempo a esta escuela, esperando ver con mis propios ojos que Yumiko, se decidiera a hablar acerca de lo que está sucediendo, a intentar cambiar las cosas, a tener la disposición de ayudar a su compañero, a actuar con ese sentido de la justicia por el que ella se ha caracterizado siempre. Pero no sucedió. Y creo que nunca sucederá.
Hasta cierto momento, tuve una pizca de esperanza con respecto a esa chica, pues soy consciente de todo con respecto a ella, y me daba cuenta que, a pesar de tanta oscuridad, Yumiko representaba un pequeñísimo faro de luz en todo esto. Su comportamiento, actitudes, gestos, movimientos, todo acerca de ella, para generalizar, indicaba que era algo real, bueno, y, sobre todo… sincero. Incluso parecía ser el primer ser humano que no caminaba con una máscara para poder ocultar su verdadera faceta. Es alguien que hasta cierto punto, podríamos decir que, me caía bien.
Aunque, las cosas son como son, y eso no va a cambiar por más que uno lo desee. O en otras palabras, Yumiko, a través de mis ojos, nunca podrá ser esa súper-heroína que por algunos instantes pensé que era.
(En el patio, nada. ¿De dónde provendrán esos campanazos entonces?)
Es una chica inteligente, no lo niego. Pero, no tanto como mi Shunsuke. Ese chico que, aunque no lo parezca, se ha dado el gusto de vencer a la campeona intercolegial de ajedrez diecisiete veces consecutivas. Aunque, a pesar de semejante logro, él tiene muy en claro que presumir acerca de eso no lo llevará a nada, y por eso no se toma la molestia en intentar hacerlo. Hace un rato disfruté mucho lo que sucedió entre ellos en aquella habitación. Era como estar en medio de una batalla que colocaba a dos genios encima de un cuadrilátero. Intercambiando golpes de habilidad mental sin tener siquiera la minúscula intención de ceder ante los ataques del otro. ¡Ojo! Con respecto al juego, haciendo sorprendentes y correctos análisis de una partida la cual ya sucedió hace muchos años. ¿Se imaginan como habría sido si se hubiera tratado de una partida totalmente nueva entre ellos?
Desde pequeño, Shunsuke demostró tener muchas habilidades. Habilidades las cuales me atrevo a decir que, no pudieron florecer y expulsar incluso resultados mucho más sorprendentes que los que posee en la actualidad, debido a todo ese ambiente que ha tenido que pasar o vivir desgraciadamente.
Podría decirles tantas cosas acerca de Shunsuke que todavía desconocen. Por ejemplo, que su tipo de sangre es O positivo. Que su comida favorita es el curry. Que es excelente en las matemáticas. Que pesa cincuenta y tres Kilogramos. Que se siente ligeramente atraído por los pechos grandes. Que odia el canto en las marionetas. O que se graduó de la primaria con distinguidos honoríficos, y el respeto total por parte de sus profesores... y tantas otras cosas.
Pero incluso aun, con toda esa inteligencia, no puede evitar sentirse lastimado por parte de este mundo. Incluso Yumiko, con toda esa inteligencia, no tiene el valor suficiente o la solución en sus manos para hacer algo con respecto a lo que está sucediendo en la vida de Shunsuke. Pero, en cambio, Sakura, quien también es una chica inteligente, recibe una estúpida iluminación o quien sabe qué clase de cosa que la lleva a utilizar de manera perfecta, esa habilidad mental que posee para hacer sus fechorías en contra de sus mismos congéneres, y pasar desapercibida ante los ojos de esta maldita y egoísta sociedad.
Yo miré hacia arriba, e irónicamente, parece que también fui bendecida por algún tipo de estúpida iluminación. Sin duda me faltaba un lugar por revisar. Un lugar que había ignorado por completo. Así que me dispuse a ir hacia allá.
Por cierto, con respecto a lo que mencioné anteriormente, eso que no podía explicar o darle un entendimiento claro de la situación que estamos viviendo en estos momentos, al fin hallé unas palabras con la cual identificar ese problema. Unas simples palabras que espero sirvan de ayuda para lograr el propósito de su compresión. Las cuales, creo que de algún modo correcto o indicado, serían… “El bucle de la culpabilidad”.
Solo eso.
Llegué a ese lugar al cual me propuse ir, y que resulta, era el tejado o azotea de la escuela. Esperé unos segundos, y miré a todas partes desde la altura. Cuatro pisos para ser más exactos. Y entonces, justo ahí, se produjo el sonido de unos campanazos. Había encontrado lo que tanto estaba buscando.
—Entonces… será aquí, ¿eh? —dije conmigo misma.
Yo decidí quedarme en esa parte de la escuela y esperar a que llegue el acto final. Ni para qué ir a donde estaba Shunsuke, pues sería hacer un esfuerzo innecesario. Sé qué tarde o temprano, el vendrá aquí. Justo aquí. Ese es uno de sus tantos destinos después de todo.
Por otra parte, ya no quiero hablar más acerca de nada, pues la cólera me ha invadido por completo. Así que, dadas las circunstancias, solo diré una última cosa:
Gracias por escucharme. Y, sobre todo, quiero que sepan que… los odio profundamente.
(Transmisión terminada)
En resumen, cabello color rosado, catorce años de edad, muy hermosa, inteligente, y tan malvada además de mentirosa, justo como son los demonios que se camuflan como ángeles.
Eso, sin duda, es la chica llamada… Sakura Amane.
Otra vez estoy escuchando esos estúpidos campanazos. ¿Qué rayos será eso? Ya me están empezando a molestar.
La charla acerca del acoso escolar llegó a su final. Luego, transcurrieron otros minutos más de clases, los cuales fueron finalizados por el timbre que anunciaba el descanso. Algunos se levantaron de sus sillas dispuestos a salir del salón. Otros prefirieron quedarse y no abandonar el aula. Yumiko era una de esas personas. Por mi parte, decidí salir, ya que, mientras estoy ahí, me siento terriblemente hostigado. Fui a la cafetería y compre algo para comer. Después, decidí ir a uno de esos pocos lugares que los estudiantes no frecuentan, que en este caso, sería detrás de las canchas. Cruzando el patio. Casi llegando al almacén de gimnasia.
Miraba al cielo y pensaba en tantas cosas con respecto a todo. Trataba de entender aspectos de la vida que se salían de cualquier tipo de comprensión humana. Maldecía mentalmente la terrible suerte que me ha tocado. En lo cansado que estaba. En lo aburrido que estaba. Y, lo único que me acompañaba durante esa agonía, era esa suave brisa de verano que estaba presente. Sin duda, la mejor estación del año.
—Hmph. Parece que Karen me volvió a abandonar —dije.
Desde que llegamos a la escuela, no la había vuelto a ver. Incluso aquí, en esta soledad, que normalmente ella utilizaría para comunicarse conmigo de manera cómoda, no se muestra el más mínimo rastro de su presencia. Lo cual representa una singularidad imposible de ignorar. Pero entonces, un nuevo baile estaba a punto de empezar en esos momentos. Un baile que ya he tenido que vivir y sufrir tantas veces. Un malvado baile el cual me enseña que en este mundo, las personas como yo solo nacemos para convertirnos en el juguete de entretención o tapete para limpiar los pies de la sociedad. Más nada.
Tres personas invadieron el lugar donde yo estaba sin previo aviso.
—Así que aquí te escondías, eh —dijo. Luego se acercó y me propinó una patada como si de un animal se tratara lo que estuviera ahí sentado. Pero, como lo he hecho últimamente, ya que hacer algo al respecto sería solo un malgasto de energía, me mostré impasible ante los abusos de la hermosa chica que estaba parada en frente mío. Se agachó y me agarró por el cabello.
Todavía me cuesta creer que Sakura sea portadora de semejante nivel de oscuridad en su interior.
—Sabía que no dirías nada acerca de esto durante la clase. Eres consciente de eso, ¿no?, que nadie se tomaría la molestia de escuchar o auxiliar a una basura como tú. Pero, no puedes culparme de nada, ¿cierto, Shunsuke?, ya que todo esto está sucediendo por tu misma culpa. Nadie te mandó a meter tus narices donde no te estaban llamando. Y créeme cuando te digo esto… no pienso perder mi prestigio en esta escuela solo por las absurdas acusaciones de un desadaptado como tú. Aunque, lo he pensado últimamente, y creo que no existe riesgo alguno para mí en todo esto, pues apuesto que, si tomaras la decisión de delatarme, nadie creería en semejantes palabras provenientes de ti. Soy una de las más populares en esta escuela, y me conocen por ser una chica dulce, inteligente y buena estudiante. En cambio tú… Hmph. No tengo ni las palabras para describir a una cucaracha de semejante magnitud. Encima, hace poco rechacé tu afecto amoroso, ¿no? La gente solo pensaría que estás diciendo esas cosas malas sobre mi debido a que no acepte tus supuestas buenas intenciones para conmigo. Estás perdido, amigo. Mientras que yo, puedo divertirme las veces que sean necesarias golpeándote y tratándote como te lo mereces.
Luego me soltó y se levantó por completo, y nuestras miradas chocaron durante unos segundos. Ella me miraba desde arriba como si de una diosa se tratara. Confiada, sonriendo. Y yo, a mirarla a los ojos desde abajo, como si no tuviera el poder suficiente para hacerle el más pequeño de los daños. Pero, Sakura ignoraba una realidad que yo había comprendido en medio de todo este caos. Una verdad que sin duda, ella nunca sería capaz de aceptar.
Y como desde hace tiempo no lo hacía, sonreí de una forma gustosa y malvada, mientras que mis ojos la señalaban y penetraban en lo más oscuro de su profundo ser, hallando y reconociendo ese secreto que ella guardaba con mucha insistencia. Ese secreto que se negaba a admitir ante los ojos del mundo. Y este era:
— ¿De qué te ríes, idiota? —me dijo.
Su sonrisa había desaparecido por completo al notar la mía, y supe que era el momento indicado para disfrutar un poco de la vida acosta de la misma maldad que estaba presente en ésta. Y respondí:
—En realidad, yo te gusto… ¿No es así?
Sakura quedó petrificada ante mis palabras. Y, por segunda vez en mi vida, sentí que algo se quebró dentro de mí en esos momentos. Yo continué:
—Esa es la gran diferencia que existe entre tú y yo, estúpida. Que yo si tengo el valor como persona de decírtelo a la cara, de aceptar que me gustas. De aceptar que, aun siendo consciente de semejante naturaleza que ocultas, logro tocar esa mínima parte de ti que es pura y noble. Esa mínima parte de sensibilidad que es muy importante en la vida de las chicas. Dime… ¿No te parece extraño que, a pesar de ser tan hermosa y popular, nadie se haya tomado la molestia de confesar sus posibles sentimientos por ti? Si mal la cuenta no me falla, a Yumiko se le han confesado alrededor de unos veinte chicos, ¿no es así? ¿Sabes por qué sucede esto? ¿Tienes alguna idea de por qué nadie se acerca a decirte que siente algún tipo de interés por ti? ¿Quieres que yo te lo diga? Bueno, eso es porque, por más máscaras que pretendas utilizar para ocultarte, las personas tienen un sexto sentido que reconoce la maldad cuando la ven. Incluso si es algo involuntario o contradictorio con respecto a lo que realmente piensan, logran reconocer en alguna parte de su ser, que lo mejor es no involucrarse con una chica de tu calaña. Eso se llama karma, Sakura. El karma, la envidia y el resentimiento con el que tienes que vivir a causa de tus malos y estúpidos actos sin sentido. Pero yo, que entiendo perfectamente la verdad acerca de ti. Que soy consciente de lo malvada que puedes llegar a ser como persona. Que incluso después de vigilar las acciones de Yumiko durante cincuenta largos días, de la misma manera a como lo hice contigo, nunca existió la más remota posibilidad de sentirme interesado por ese ángel, sino por el demonio que tiene la habilidad de camuflarse como ángel. O sea, de ti. Pero, tu antepones tu estúpido orgullo y vanidad por encima de tu felicidad, lo cual me hace sentir muy decepcionado, porque en el fondo, sé que tienes el talento suficiente para incluso superar a Yumiko en todos los aspectos. Pero, lastimosamente, careces de un factor importante que a ella le sobra. Se llama, corazón. Un corazón que es capaz de sentir empatía por los demás.
—Cállate —me dijo.
— ¿Qué se siente vivir bajo la sombra de alguien más, eh? Aun sabiendo que tienes la habilidad de incluso ser mejor que esa persona.
—Cállate.
— ¿Qué se siente ser alguien tan linda e inteligente, y que en fondo, nadie lo pueda recocer realmente?
—Cállate.
— ¿Qué se siente vivir frustrada y resentida con todo y con todos, eh, Sakura?
—Cállate.
— ¿Que se siente saber que aun en medio de tanta oscuridad, existe una sola persona que es capaz de aceptarte tal y como eres en realidad, y que tú, absurdamente, eliges maltratar a esa persona y abandonar la felicidad sólo por estúpidos sentimientos egoístas y sin fundamento? ¿Qué se siente, Sakura Amane?
— ¡Cállate! ¡Deja de decir estupideces sin sentido!
Y me dio una fuerte bofetada.
—Golpéenlo —le ordenó a sus guardaespaldas.
Ellos, de un empujón, me tiraron al arenoso suelo y me dieron de patadas por la espalda y parte abdominal. Una y otra vez. Mientras reían satisfactoriamente.
No cabe duda. La maldad y estupidez en este mundo es algo que no conoce límites. Siempre elegimos el camino incorrecto aun sabiendo que eso no nos llevará a nada bueno al final. Pero… no podemos cambiar las cosas con solo desearlo, ¿no es así? Ya que todos somos entes egoístas e incapaces de pensar en la persona que está sentada nuestro lado.
Todos somos unos malditos egoístas y mentirosos. Solo eso.
Los minutos de maltrato iban pasando, hasta que al fin decidieron marcharse y dejarme tranquilo. Ahí, tirado, golpeado por todos lados. Solo. Muy solo. Porque ni siquiera estaba esa chica que siempre se encontraba en esos dolorosos momentos por los que he tenido que pasar. Ni siquiera estaba Karen presente para acompañarme y compartir ese dolor conmigo.
Y un nuevo sentimiento nació dentro de mí. Una nueva y muy extraña emoción había nacido dentro de mí. Una emoción, que solo aquellos que han cruzado la raya entre la cordura y la locura, son capaces de despertar en una forma muy excitante y apasionada.
—Voy a matarte —dije.
De regreso, decidí pasar por el baño para mejorar un poco mí aspecto. Y entonces, me topé con Yumiko, quien me hizo una pregunta que no me interesó ni aunque fuera un poco en responder:
«¿Qué te ocurrió, Shunsuke?»
Ya ella no podía hacer nada por mí, pues en esos momentos no era consciente de mis propios actos, o de mis pensamientos. En otras palabras, la lógica no estaba presente en mi existencia.
Esperaba con ansias el segundo descanso, pues es donde todo este alboroto llegaría a su final. Ahí es donde le pondría solución a todo este asunto. Así que, todo lo que quedaba por hacer, era esperar pacientemente a que llegara ese momento. Lo siguiente a tener en cuenta era la manera de arrastrarla hasta el lugar que había decidido utilizar para llevar a cabo mi propósito, lo cual era sencillo, pues un solo mensaje de texto sería suficiente para que sucumbiera ante mis exigencias. Me tomé la molestia de llevarme cierto artículo escolar conmigo, pues lo iba a necesitar. Sin duda lo necesitaría.
Cuando llegué al tan alto lugar, me fijé que las nubes se estaban juntando, dando como resultado un muy posible pronóstico de lluvia. Un perfecto ambiente para terminar de una manera tan dramática esta historia. Yo me dispuse a enviar el mensaje que serviría de anzuelo para cazar a semejante hermoso pez. No la tenía registrada como contacto. A decir verdad, no tenía a ninguno de mis compañeros. Pero eso no sería un inconveniente para este asunto, pues los muy idiotas se tomaron la molestia de agregarme al grupo de “LINE” en donde todos están incorporados. Así que busqué entre todos esos mensajes el número que tendría una posible foto de Sakura, y lo encontré. Luego empecé a escribir el mensaje:
[Si no vienes sola al tejado en estos momentos, les diré a todos la clase de persona que eres en realidad]
Y me escondí detrás de la puerta. Luego señalé un mensaje en ese estúpido grupo de farsantes, para enviarlo en el momento justo y necesario, a pesar de no haberlo intentado antes desde el inicio de las clases en abril. Después, pasando unos cinco minutos aproximadamente, la chica apareció en la azotea respondiendo a mi llamado. Y sola.
Caminó hacia adelante mirando a todos lados con el propósito de localizarme. Yo cerré la puerta de la azotea, dejándome por completo a la vista de ella, pero, también, a nosotros dos encerrados en ese lugar. No había a donde huir. Y envié el mensaje al grupo.
— ¿Qué quieres? —me dijo con altivez.
— ¿No hay un solo momento de tu vida en que puedas actuar sin esos absurdos aires de arrogancia?
Era el momento de tener una breve charla con la muy popular Sakura Amane.
—No tengo motivos para actuar de buena manera contigo. Ni uno solo que valga la pena.
La chica no tenía ninguna intención de abandonar su atragantado orgullo. Yo me acerqué a paso lento hasta ella, quedando parado justo en frente suyo. Sakura se exaltó gradualmente ante mi movimiento.
—Me gustas —le dije.
Ante tales palabras, todo lo que hizo fue desviar la mirada con frustración hacia un lado.
—Pero… —agregué.
Llamé su atención por segunda vez. Y luego, le di una muy fuerte bofetada en su hermoso rostro. Tan fuerte que ella cayó desplomada al suelo. Aun con todo ese orgullo y altanería de su parte, seguía siendo solo una chica después de todo.
—Solo eres una maldita zorra.
A diferencia de mí, ella si mostró reacción ante tal movimiento de mi parte.
— ¿¡Por qué me golpeas!?
— ¿Y todavía tienes la desfachatez de quejarte? Tú lo haces cada vez que se te viene en gana, y yo nunca muestro reproche alguno por eso.
—Eres un maldito —dijo.
—No. Tú eres la única maldita aquí. La única con el corazón lo suficientemente podrido como para abusar de sus propios compañeros y conocidos.
Era la verdad. Sakura representaba un peligro para todos aquellos que se movían a su alrededor. Una chica incapaz de demostrar un poco de empatía hacia las personas. Solo era alguien que se aprovechaba de su inocente y falso perfil, además de su hermosa cara, para hacer toda clase de bajezas y actos sin escrúpulo a los demás.
—Una basura como tú no tiene ningún derecho a juzgarme.
— ¿Eres idiota? ¡Soy yo precisamente quien tiene todo el derecho del mundo para juzgarte! ¿Se te olvida quien es la víctima de tus desagradables e irracionales actos?
Una chica que siempre les enseña a todos la sonrisa más hermosa de todas, unas actitudes positivas, actos correctos, pensamientos lógicos. Una chica que se destaca por ser excelente, tanto física como académicamente. En los resultados de los exámenes es un prodigio, en las clases de educación física una atleta sin comparación…
—Tú mismo te lo buscaste. Nadie te mandó a meter tus narices donde no te estaban llamando —me respondió.
Es la chica con la desearías tener un inocente y dedicado vínculo. La chica ideal.
— ¿Ese es todo el fundamento para cometer tus acciones? Siempre intuiste que me gustabas, ¿no? pues te observaba todo el tiempo, y tú lo notabas.
Nadie puede rivalizar ante su belleza, y decir que es la más linda de la escuela no sería una exageración. A donde quiera que vaya atrae las miradas de todos.
— ¿Alguna vez se te pasó por la mente que nunca sería capaz de delatar a la chica que despertó mi completo interés? ¿Alguna vez fuiste capaz de imaginar que sería imposible para mí el pensar intentar causarle algún daño a tu perfecta imagen? —agregué.
Un hermoso y largo cabello, figura esbelta y de altura perfectamente acorde con su edad. Es como convivir con una auténtica deidad.
—Causarte daño sería mucho más efectivo que basarme en probabilidades sin sentido. Y al final, funcionó de manera perfecta.
Pero aun con tanta perfección, aun con tantos beneficios para ser completamente feliz, aun con tantos motivos para sonreír todos los días de su vida… es la persona más oscura y putrefacta de todas.
Le di una patada en la parte abdominal. Ella se quejó debido a eso.
—Eres un ser despreciable. Siempre fuiste consciente de esas posibilidades, y aun así elegiste cometer los actos más nefastos.
Es egoísta, y por eso la envidia la consume de una manera indescriptible. Envidia por una chica que, a pesar de ser hermosa, pero no tanto como lo es ella, sigue sintiéndose de igual forma inferior ante su presencia. Yo agregué:
—Te arrastras a ensuciarte las manos solo para poder liberar esa inconformidad tan estúpida que te invade.
Ella continuaba con el cuerpo encorvado debido a esa patada, pues le había sacado el aire por completo. Luego, habiéndose recuperado un poco, mostró una leve sonrisa.
—So-. Solo algui-. Solo alguien con una existencia tan miserable como la tuya, sería capaz de comprenderme —me dijo—. Aunque eres alguien muy inteligente de todos modos. El único capaz de vencer a la perfecta Yumiko Namikaze diecisiete veces consecutivas.
Y es justo todos esos sentimientos lo que la han llevado a vivir bajo la sombra de alguien más. La sombra de la otra reina. La sombra de Yumiko Namikaze.
—Y tú la única zorra capaz de vencerme catorce veces consecutivas. Por eso siempre he pensado que si te lo propusieras, fueras incluso mucho mejor que ella. Pero dejas que tus malas intenciones se apoderen de ti y pierdas el perfecto control de las cosas. Un error que Yumiko jamás comete, ya que ella es otra clase de chica, y con otra clase de pensamientos.
—Qué irónico, ¿no?
—Se llama “debilidad humana”, Sakura. Yo me siento débil ante ti por estúpidos sentimientos de amor. Y tú te sientes débil ante ella solo por estúpidos sentimientos de envidia.
Sentimientos que logran despertar en ella a un demonio muy peligroso, pues es un demonio indetectable. Capaz de cometer las peores atrocidades y pasar desapercibido ante los ojos de todos.
—Voy a gritar—me dijo.
Entonces, saqué de mi bolsillo ese elemento que iba a necesitar en algún momento, todo con el propósito de ponerle punto final a aquella situación tan complicada. Ella lo notó, y su mirada reflejó asombro.
—Si gritas…
Ya no me importaba nada.
—Alguien como tú jamás tendría el valor de hacerlo.
— ¿Por qué? ¿Porque me gustas? ¿Porque me siento débil ante ti? Me subestimas, Sakura.
Pero, desafortunadamente, así de ilógicos somos los seres humanos. Como Sakura, que aun con todas esas cualidades, para su infortunio, siente envidia de alguien más y eso le impide ser feliz. Y yo, que a pesar de estar enamorado de ella, estoy a punto de cometer una estupidez que marcará y sentenciará lo poco sobrante de mi triste existencia. De mi humanidad.
Me acerqué con toda la calma y le propiné otra patada. La chica gimoteó. Luego la agarré de sus largos cabellos, postrando su rostro justo en frente del mío.
—Mal- mald-.
No podía pronunciar una palabra después de recibir esas dos fuertes patadas.
—Quizá deba cortar tu lindo rostro para ver si así puedes llegar a despertar un poco de humanidad en ese petrificado corazón que tienes.
En ese momento, alguien decidió aparecer. Alguien quiso unirse a esa escena en donde yo, estaba cometiendo tan desagradables actos en contra de una chica, y que resulta era la chica que, aun después de todo lo que me había hecho, yo seguía amando. Que ilógicamente seguía amando.
—Así que al fin te decidiste a hacerlo… “ángel”.
La única que podía recitar una oración tan extraña, era ni más ni menos que la misma Karen. Aquella Karen que yo creí me había abandonado, pero que, al parecer, solo estaba escondiéndose para luego hacer una mágica aparición en el final de todo esto. Entonces, me coloqué justo detrás de Sakura, pasé mi brazo alrededor de su delicado cuello, y levanté todo el peso de su cuerpo de un solo impulso. Su flujo de respiración se vio afectado debido a eso, y si le agregamos los golpes que le había dado segundos antes, era más que claro que no podía respirar en absoluto.
La estaba ahorcando por completo.
Y, mientras lo hacía, con una mirada oscura y neutra, me quedé observando fijamente a la chica que ahora estaba de espectadora en aquella escena tan lamentable.
— ¿La vas a matar? —agregó.
Sakura, con las pocas fuerzas que tenía, intentaba soltarse de mí, pero era algo imposible de conseguir, pues a su cuerpo no le infiltraba rastro alguno de oxígeno. Sus movimientos se iban haciendo débiles poco a poco.
—Es lo que siempre deseaste, ¿no?, que perdiera lo poco que me quedaba de humanidad.
—No es mi culpa que esa zorra haya abusado de ti, y de lo que sientes por ella, ¿o sí?
El cuerpo de la chica dejó de moverse. Yo bajé la intensidad de mi fuerza para evitar que perdiera el conocimiento. Por otra parte, debía comentarle un pequeño detalle a Karen con respecto a lo que estaba sucediendo.
—Ahora ya no somos diferentes.
— ¿Diferentes? ¿A qué te refieres?
—A ella le encanta abusar y maltratar a los demás, trayendo solo dolor y tristeza a aquellos que le apetece señalar como sus víctimas, todo para cumplir el egoísta propósito de liberar su frustración, ¿no? Entonces te pregunto, Karen… ¿Hay alguna diferencia entre esto que estoy haciendo y lo que ella ha hecho?
Karen no contestó.
Ahora yo me había convertido en eso que tanto me atormentó durante toda mi vida, en una persona capaz de hacer daño físico y verbal a los demás, en una persona capaz de actuar de manera irracional, sólo con el único propósito de liberar una frustración que puede llegar a tener distintos puntos de inicio, y que en mi caso, era la frustración de haber sido lastimado por personas a las que no les importaba abusar de los demás. Como aquellos compañeros de primaria, como esa mujer que se encuentra en mi casa en estos momentos, o como a Sakura que me maltrataba cada cuando se le venía en gana.
Ahora me había convertido, “en un ángel con el privilegio de actuar como un demonio”.
—Si ella saldrá mal de esta situación debido a todo lo malo que ha hecho… ¿Qué te hace pensar que yo saldré bien entonces? Si ahora también soy un maldito abusador justo como lo es Sakura Amane. La muy hermosa e inocente Sakura Amane —agregué.
Entonces, coloqué el cúter donde está su cuello, justo donde queda la vena yugular para ser más precisos.
—Un corte ahí sería fatídico para esa zorra, Shunsuke.
— ¿Recuerdas aquel niño que durante mi niñez, fue encontrado muerto por una herida que estaba ubicada justo en su yugular? ¿El que de seguro desangró lentamente hasta haber perdido el último de sus alientos? Pienso que sería un excelente final, ¿no crees?
— ¿Te refieres a tu compañero de primaria? Si, lo recuerdo. ¿Piensas recrear esa misma escena?
Al día siguiente de aquel acontecimiento, todo fue un completo caos. La muerte de ese niño causó una estrepitosa polémica en el país, y lo peor es que nunca pudieron hallar a la persona que cometió semejante acto tan alocado. Solo diré una cosa con respecto a todo eso, y es que me sentí aliviado, pues, el niño que fue asesinado, era el líder del grupo que abusaba de mí en aquel entonces.
Y cuando todo no podía estar peor, apareció una cuarta persona en el lugar, aunque, si lo pensamos por un momento, sería la tercera persona, ya que Karen no representa algo como lo es un ser humano o por lo menos una presencia que tenga vida. La puerta de la azotea se abrió con mucha rapidez, y quien estaba ahí parada, delante de nosotros, era Yumiko. Por otra parte, yo solo pensaba cómo pudo saber que estábamos justo en ese lugar.
Ella quedó anonadada por lo que estaba presenciando, por esa escena en donde tenía a Sakura ahorcada con mi brazo izquierdo, mientras que, con el derecho, la tenía señalada con el cúter en la parte de su cuello. Y caminó unos pasos hacia adelante con lentitud. La puerta se cerró sola debido al viento que estaba presente, incluso el ambiente olía a lluvia. Solo era cuestión de minutos para que cayera la lluvia. Ahora éramos tres las personas atrapadas en aquella escena.
— ¿Qué estás haciendo, Shunsuke? —me preguntó Yumiko, quien se encontraba alarmada debido a lo que estaba sucediendo.
Yo sonreí de forma maniática, y mi respuesta fue muy sencilla:
—Encontré al demonio que estaba camuflado como ángel.
— ¿Qué piensas hacer con ese cúter?
La situación no había cambiado, ya que mi propósito era uno solo, y la aparición de Yumiko no era algo que afectaba a eso en lo más mínimo.
— ¿Quieres que te diga una verdad que sea dolorosa o una mentira que te haga feliz?
Ella se quedó en silencio por unos momentos.
Esa es la decisión que a diario, debemos tomar todos los seres humanos por igual en algún instante de nuestras vidas. Algunos deciden vivir engañados, otros deciden afrontar la realidad que, a veces, puede traer lamentables consecuencias. Literalmente, me moría por saber qué decisión elegiría Yumiko en este caso.
—Quiero la verdad por muy dolorosa que sea.
Es consciente de lo que está sucediendo aquí, lo cual no es para nada normal, y aun así, enfrenta la terrible verdad por muy triste que sea… siempre será alguien a quien admiraré profundamente.
Yo aparté el cúter del cuello de Sakura, y lo bajé con toda calma, hasta ubicarlo en su muñeca derecha, y haciendo un fuerte corte allí. Un estruendoso relámpago se hizo presente.
— ¡No, Shunsuke! —gritó.
Karen sonrió, y Yumiko se exaltó mucho al apreciar esa acción. Luego lágrimas se fueron asomando poco a poco en sus ojos. Ella estaba viendo como lastimaba de forma indebida a Sakura, y no tenía idea de qué hacer al respecto.
Luego hice un mismo corte pero en su otra muñeca. En la izquierda.
— ¡Deja de lastimarla!
Y solté el cuerpo, el cual cayó desplomado en el suelo, derramando sangre.
—Corte en las muñecas. Quince minutos para que muera por desangrado —dijo Karen.
— ¡Cállate! —le reprochó Yumiko.
Eso llamó mi absoluta atención, pues Yumiko le había contestado a Karen como si estuviera hablando con cualquier otra persona. Con cualquier persona viva.
— ¿Tú…? —dije en estupefacción.
— ¿¡Por qué te dejaste manipular de ella, Shunsuke!?
Ya no existía duda, con esas palabras me lo había confirmado, ella era consciente de la existencia de Karen, lo cual no entendía cómo era posible, pues esa chica era solo parte de mí, y de nadie más.
—Demasiado tarde, Yumiko —le dijo Karen.
— ¿¡Quién eres tú!? ¿¡Por qué arrastraste a Shunsuke a cometer semejante locura!?
—No creo que este sea el momento adecuado para tomar café y conocernos mejor. Tu compañera está desangrándose —le respondió.
Yo hice mi intervención ante la circunstancia que se había presentado. Ante esa extraña anomalía.
— ¿Puedes… verla?
Yumiko no respondió nada, solo me observaba con mucha alteración.
— ¿Desde cuándo? —agregué.
Luego dio dos pasos con la idea de acercarse hacia mí, aunque, es obvio que su propósito era otro. Ayudar a Sakura. Yo le apunté con el cúter. Ella se detuvo inmediatamente.
—Por favor, déjame ayudarla, y déjame ayudarte.
— ¿¡Desde cuando puedes verla!? —pregunté con furia.
Por algún motivo en particular, darme cuenta de eso me hacía sentir como un completo estúpido.
— ¿Desde cuándo, preguntas? —Dijo Karen— Yo te daré la respuesta… desde esta mañana que estuvimos en tu habitación.
Recuerdo que en la mañana hubo cierto momento en donde tuve esa leve sospecha, pues justo cuando Karen decía algo, Yumiko remataba con una respuesta que tenía total relación con eso. Pero abandoné la idea luego, pues me pareció imposible que algo así fuera verdad.
— ¿Y cómo es eso posible? —le pregunté.
— ¿Recuerdas hace una semana cuando esa zorra te llevó a contra de voluntad hasta el almacén de gimnasia, junto con sus guardaespaldas? Bueno… la perra estuvo ahí presente. Ella observó estando escondida entre el desorden todo lo que ocurrió ese día.
— ¿Qué? —dije.
—Ella fue testigo de esa escena. En otras palabras, ella era consciente de la terrible situación por la que estabas pasando, y por lo que parece, nunca tuvo la disposición o intención en ayudarte con eso.
Yo solo escuchaba cada palabra en completo silencio, y Yumiko también. Karen continuó:
—Dime, Shunsuke… ¿Sabes lo que es la culpabilidad? ¿Tienes idea de lo que es sentir esa sensación de saber que puedes ayudar a alguien con algún tipo de problema que tenga, y no lo haces, y que al final, esa persona salga perjudicada de ese problema en particular? Tú y yo conocemos a Yumiko por ser una chica que siempre está dispuesta a ayudar a los demás, con cualquier tipo de dificultad, pero, al parecer, esta vez fue algo que ella simplemente ignoró por completo. ¿Bajo qué circunstancias? Es algo que desconozco y no me importa en absoluto. El punto es que, durante el transcurso de esta semana no te habías presentado a clases. Podemos asumir que a partir de ese punto ella empezó a despertar esos sentimientos, porque en el fondo, es consciente de que, con solo decir lo que estaba ocurriendo a escondidas de tus compañeros y maestros, la situación pudo haber cambiado radicalmente. Pero no lo hizo. Prefirió guardar silencio.
— ¿¡Como sabes que fue justo por sentimientos de culpabilidad!?
— ¿Qué otra cosa podría ser? ¿Amor acaso?
Karen tenía razón. Si de algún modo nació alguna especie de conexión entre ellas dos, todo apunta a que debía ser por eso. Eso y solo eso. Por otra parte…
—Pero tú también guardaste silencio, ¿no? Sabías todo esto y nunca me lo dijiste —le dije—. Me traicionaste, Karen.
La chica solo sonrió al escuchar mis palabras.
—Yo no te he traicionado, Shunsuke. Solo digamos que… confiaba en que ella haría lo correcto, pero me equivoqué.
Karen estaba cometiendo una de las acciones que más odiaba de este mundo.
— ¡Solo intentas lavarte las manos! —le grité.
—En realidad no, pero, si ese fuera el caso… ¿Tendrías algún motivo para señalarme? Solo mira lo que está a tus pies. Puedes enojarte todo lo que quieras, pero las cosas no cambiarán. Tu compañera está muriendo, y todo porque tú la lastimaste. No puedes esperar que yo sea perfecta sólo por ser una invención de ti. Todo lo que nace en este mundo tiene fallas o defectos, ya sea el sistema o las personas, todo tiene un engranaje que no está perfectamente atornillado. O en el peor de los casos, al menos colocado donde debería estar. Y si hablamos de ti, creo que ahora hasta el tornillo perdiste.
— ¿Estás insinuando que…?
—Tic-tac. Tic-tac. Tic-tac —respondió, y señaló a Sakura.
Luego hubo silencio.
El tiempo de Sakura se acababa. Es más, lo más probable es que ya no habría posibilidad de salvarla. En el suelo se podía apreciar una cantidad considerable de sangre, lo cual no era una buena señal. Yo había atentado gravemente en contra de su vida, y como dijo Karen, ya eso no se podía cambiar.
Pero entonces, Yumiko, en medio de lágrimas, dijo:
— ¡Perdóname, Shunsuke! ¡Perdóname por no haber hecho lo correcto! ¡Perdóname por no haber tomado una decisión! Hoy me divertí mucho mientras estuve en tu habitación, y en toda la mañana, solo deseaba que llegara el momento en que pudiéramos volver a jugar ajedrez. El momento en que me pudieras dar la opción de revancha. Quería jugar y vencerte, quería jugar y vencer a esa persona con la que me he enfrentado en línea, esa persona que me ha vencido tantas veces, y que admiro tanto en silencio, y no intentes negarlo, porque sé que eres tú esa persona. También deseaba que me prestaras tus novelas de misterio, o si existiera la remota posibilidad, leer juntos aquellas novelas. Nunca me caíste mal, pues era todo lo contrario, te reconocía como alguien importante para mí, y siempre supe que algo pasaba en tu vida. Pero, como delegada de la clase, como compañera, y más importante, como persona, fallé. Fui débil. Nunca supe como acercarme a ti, nunca supe cómo tratarte, nunca supe cómo hacer las cosas, y fue justo por esa debilidad que la situación está ahora de esta manera. Si hay alguien a quien debes culpar, ¡es a mí, Shunsuke! ¡Perdóname!
El silencio se hizo nuevamente presente.
En ese momento, bajé la mirada y observé a Sakura, quien estaba ahí tirada, pero, con una pequeña peculiaridad… estaba llorando. Yumiko notó esa peculiaridad debido a mí delatora expresión, y salió disparada con la idea ayudarla, sin importarle lo que yo hiciera. Aunque, después de lo que dijo, tampoco tenía el valor o la intención de si quiera poder mirarla.
Agarró a Sakura con sus brazos y repetía su nombre en varias ocasiones. Le pasaba la mano por la frente, intentado darle consuelo ante tal lamentable tragedia. Pero entonces, mostrando el impulso de querer mencionar unas palabras, Sakura le dijo una declaración a Yumiko que, sin ella imaginarlo, se encargaría de sentenciar mí desagradable existencia para siempre:
—Al fin… al fin… pude vencerte, Yumiko… su corazón… es mío —y sonrió. Luego la chica cayó desplomada por completo.
El tiempo de Sakura pareció haber llegado a su final.
— ¿Sakura? ¿Sakura…? Oye. Sakura, despierta… despierta. Por favor… no así. No de esta manera. ¡No de esta manera, por favor! —dijo Yumiko en llanto sollozo.
Esas palabras que mencionó la chica en sus últimos momentos, me dejaron completamente confundido. En blanco. No entendía que era lo que había intentado decir con esa extraña declaración de victoria. ¿Vencerte? ¿Corazón? ¿Mío?
Alguien tan podrido como yo nunca pudo haberse dado cuenta en esos instantes. Yumiko solo abrazó el cuerpo de la chica con mucha fuerza. Yo volteé la vista para ver a Karen.
—Por tu expresión es obvio, Shunsuke. No lo entiendes, ¿verdad? Alguien con esos pensamientos tan retorcidos como los tuyos jamás podría comprender el corazón de una persona. Y menos el de una chica.
Desvié de nuevo la mirada, hacia Yumiko, y ella me respondió con lo mismo. Con sus ojos invadidos por la humedad de sus muy puras lágrimas de dolor. Karen, continuó:
—Así es… Ella también te ama.
No pude retenerlo más. Mis lágrimas también hicieron acto de presencia en aquella triste situación, acompañando mi perpleja expresión. Karen continuaba con el testimonio en mano en el diálogo de esta historia.
—Y como es típico en los seres humanos, solo en medio del desastre masivo, y al borde del terrible final, en ese conjunto de minúsculos instantes o segundos, en ese mínimo estímulo en donde sus corazones logran reflejar la afortunada, o quizá maldita naturaleza pura y noble con la que tienen que cargar, es donde logran enseñar sus verdaderas caras… es donde deciden quitarse esa estúpida máscara con la que tienen el inmaduro hábito de esconderse siempre. Aunque, siendo sincera en esta ocasión, ya que ninguno de los tres aquí presentes, en este momento, tiene en sus rostros esa estúpida máscara, debo decir que como humanidad, me compadezco de ustedes. Son criaturas que lamentablemente deben cargar con muchas cosas sobre sus hombros, a tal punto que, a veces, cuando no logran soportar esa carga, terminan siempre de dos posibles maneras: o alcanzados por la locura… o muertos. Pero, ¿por qué? ¿A qué se debe tan incoherente desenlace? La respuesta a esa pregunta es demasiado compleja como para ser contestada. Parámetros, factores, requisitos, estados mentales, emociones, sentimientos… todas esas cosas que albergan en el interior de cada uno de ustedes, son las que se encargan de proveer un sinfín de resultados que aunque los entiendan, nunca son capaces de anticiparlos. Viven en un mundo donde las posibilidades, probabilidades, teorías, incluso algo tan estúpido como lo es eso que ustedes llaman “suerte”, tienen muchísima más coherencia que la insignificante existencia que representan. Por ejemplo, Shunsuke. ¿Alguna vez, durante todo el transcurso de tu vida… tuviste la intención de contarle a alguien lo que te estaba ocurriendo? Ni siquiera a tu difunta madre, quien realmente se preocupaba por ti, tuviste la disposición de confiarle tus problemas. ¿Y todo por qué? Por los insensibles pensamientos acerca de la sociedad que habías creado dentro de tu cabeza a tan temprana edad. En otras palabras, despreciabas tanto a tus congéneres que se te hacía simplemente imposible confiar en ellos. Preferiste encerrarte en tu pequeño, oscuro y miserable mundo creado por ti mismo en donde te sentías un rey con la completa razón de todo, y el derecho de juzgar a los demás cuanto tanto te apetecía. Creías que nadie aparte de ti, podría ser el auténtico protagonista de una desafortunada historia. Pero sabes, debo aplaudirte por la magnitud de tu estupidez, ya que fue tan poderosa, que incluso sí terminaste siendo ese protagonista, y en qué lamentable historia como lo es ésta. No debiste leer tantas novelas, Shunsuke. Por otra parte, tenemos a Yumiko, quien parece ser una persona un poco más razonable. Pero, aun con ese beneficio, se engañaba a ella misma sin darse cuenta. Siempre ayudaba a los demás con la única intención de llenar ese vacío que le producía el no tener valor suficiente para hacer lo correcto. En otras palabras, confesar su amor por ti. Un amor que, como podemos llegar a imaginar, pudo liberar o salvar de esa oscuridad sin sentido que arrastraba al pobre de Shunsuke. Se dejó confundir por estereotipos sociales como por ejemplo: “una chica popular nunca puede estar en una relación con alguien tan insignificante”. Sobrepuso la estupidez a la lógica, a lo que sentía, y todo por bajezas sin fundamento como esas. Quién lo diría, es exactamente igual que la aterradora chica llamada, Sakura Amane. Motivos diferentes pero que ilógicamente llegan a un mismo punto… amarte. Y finalmente y no menos importante, la pobre de Sakura, quien su envidia por ti la llevaba a actuar de manera irracional en contra de las personas que la rodeaban. Una persona que, gozaba de todos los posibles beneficios imaginables que pudiera llegar a adquirir una chica. Inteligencia, belleza absoluta, popularidad, e incluso el amor de la persona que estaba en medio de la incoherente batalla entre las dos reinas. Reinas que nunca se preocuparon por proteger a ese rey que supuestamente debían defender, sino que incluso una de ellas llegó a cometer la mayor idiotez de todas, lastimarlo… aun siendo consciente que el corazón de él le pertenecía. Siempre tuvieron cada uno de ustedes la respuesta correcta a todo este caos en frente de sus narices, pero, como dicen por ahí: “no hay peor ciego que el que no quiere ver”. Allí es donde me pregunto… ¿De qué valdrá poseer tanta inteligencia, si al final, no logran comprender las cosas más simples de este mundo? (Leves carcajadas).
Luego solo hubo un silencio sepulcral. Unas pocas gotas de lluvia iban descendiendo desde el parcialmente nublado cielo, haciendo honor al tan lamentable escenario para el fantástico final. Un muy diferente y fantástico final. Karen había terminado sus burlonas carcajadas.
Entonces yo empecé con mis muy burlonas carcajadas. Ambas chicas se sorprendieron al instante. Luego dije:
— ¿Compadecerte, dices? Estás completamente equivocada, Karen… Los únicos que pueden llegar a sentir eso, son los seres humanos —carcajadas—. ¿Puedo hacerte una pregunta? Tú, ya que aparentemente eres una invención de mí, entre comillas, aseguras también que todos usan una máscara, ¿no? Ya que tú y yo tenemos los mismos pensamientos acerca de todo. Entonces te pregunto… ¿Qué pasaría si nos revelaras tu verdadera naturaleza? ¿Acaso, seguirías siendo igual de linda? ¿Seguirías teniendo esa misma apariencia que nos estás mostrando justo ahora mismo?
La chica reflejó en su rostro un ligero tono de palidez. Mis palabras habían hecho cambiar su semblante por completo. Luego agregué:
—Sabes, hay algo que siempre tendremos la habilidad de hacer los seres humanos, Karen. Se llama “reescribir”. Podemos cambiar la historia que escribimos a nuestra voluntad tanto como queramos. Podemos incluso reescribir nuestras propias vidas. Tener un nuevo inicio. ¿Pero qué crees? Eso es algo que alguien como tú jamás podría entender, porque sencillamente… tú no eres un ser humano.
— ¿Qué quieres decir? —me preguntó.
—La primera creación siempre es defectuosa, Karen. Incluso si nos referimos a proporciones divinas como nuestro querido Dios, en donde su más bella creación resultó terminar siendo el inicio de un completo e inimaginable caos. Un caos que quizá nunca tendrá fin. Pero, de los errores se aprende, y yo aprovecharé ese defecto tuyo para dar destrucción total a un posible problema futuro. Fui yo quien te creó, y soy yo quien puedo detenerte.
La chica se quedó observándome detenidamente por unos segundos. Luego sonrió de forma malévola.
—Tienes razón. Pero, ¿crees que podrás detenerme? ¿Crees que un perdedor como tú podrá atarme? ¿Crees que podrás destruirme?
—Que idiota eres. No tenía constancia alguna de que fueras la primera creación en tu “especie”, por decirlo así… pero acabas de confirmármelo, y te lo agradezco, eso me ahorró el tener que plantear muchas hipótesis que al final no tendrían un fundamento de uso. ¡Ah!, y te diré una cosa más. No seré yo quien te ate, será Yumiko Namikaze quien lo hará. Y no seré yo quien te destruya… será Sakura Amane quien lo hará. Por un momento creí que este era el punto de reinicio del bucle en el cual nos encontramos, pero veo que no es así. La historia empieza a repetirse de nuevo a partir de algún instante en el futuro. Un futuro en el cual solo sobrevive una persona a toda esta situación, ¿no es así? Y esa persona… es Yumiko.
Karen quedó asombrada ante mis palabras. La chica llamada Yumiko se dirigió a mí en esos momentos.
— ¿Qué cosas estás diciendo, Shunsuke?
—Solo debes recordar una cosa, Yumiko, cambia mi destino, y te prometo que yo me encargaré del resto. También debo buscar a Sakura de donde sea que haya ido a parar. Ella será el arma final que detendrá a Karen de una vez por todas.
—No entiendo nada —me dijo.
—Escucha, esto que estamos viviendo en realidad no está sucediendo. El verdadero punto en donde quedó la existencia verdadera de todos nosotros es en el futuro. Contigo. Podría explicarte ahora mismo, pero todo te parecería irracionalmente imposible. Solo debes tener algo grabado dentro de tu mente, y recordarlo cuando llegue el momento justo de hacerlo. Cambia mi destino.
—Shunsuke…
La chica no hacía otra cosa que derramar lágrimas una y otra vez.
—He descubierto la verdad, y todo quedará resuelto en cuanto conozcas la verdadera identidad de ella —le dije, señalando a Karen.
Ahora solo faltaba una cosa por hacer. Una cosa que aunque no parezca lógico, debo hacer. Todo sea para resolver el asunto que involuntariamente había creado. Pero, sea como sea, Karen fue la única que estuvo conmigo en los peores momentos de mi vida, y eso será algo que, a pesar de no haber sido bajo una correcta intención, le agradeceré siempre. Como dije, su mismo defecto es lo que se prestará para acabar con su oscura existencia.
Moví la mano, ubicando el cúter a un lado de mi cuello, y solo dije una última cosa:
—Gracias por todo, Karen… y adiós.
— ¡No, Shunsuke! —gritó Yumiko.
Luego rebané mi cuello con el cúter de extremo a extremo.
1001
Yumiko
Ahora que la señora Naomi es consciente de muchos factores con respecto al acoso escolar, y quedándole muy en claro que de eso se trata el problema que está padeciendo su hijo, lo siguiente sería hacer entrar al paciente, pues es muy importante que, como víctima, y yo, como psicóloga, empecemos a entablar una relación para poder solucionar ese inconveniente que está viviendo el tan inocente niño. Ambas nos pusimos en pie, y luego la señora Naomi caminó hasta la puerta con la idea de llamar a su hijo, y que entrara a mi consultorio.
El niño caminó hasta hacer completo acto de presencia en la escena, y en cuanto lo tuve en frente, solo una reacción pude tener… quedar totalmente petrificada.
—Tú… —dije.
Luego de unos segundos, di dos pasos hacia atrás en completa estupefacción.
Debo decir que lo que vi no me agradó para nada. Se mostraba impasible ante los ojos de ambas, como si no le importara nada. Con la mirada agachada, sus ojos apagados, su aura que te podía desconcertar y crear total incertidumbre en ti. Era una persona que propagaba un peso enorme sobre el ambiente con su sola presencia. Y no la mejor presencia.
— ¿Pasa algo con mi hijo, doctora? —me preguntó la señora Naomi. Lo único que pude hacer es mirarla con cara de horror en mi rostro. Y una vez más, todo tipo de imágenes aparecían en mi mente como si de una película se tratara, algo en relación a ese incidente que ya les había mencionado antes, a esa oscura parte de mi pasado que nunca podré olvidar. La señora Naomi se acercó lentamente a su hijo.
—Él es mi hijo. Su nombre es Shunsuke Suzuki.
— ¿Shuns-? —respondí. Mi respiración se había agitado.
Maltrato, ajedrez, novelas de misterio, una chica extraña, una actitud impasible, una indiferencia como ninguna otra, una falta de interés por su entorno. En efecto, se trataba de aquel compañero mío de la escuela, ese compañero que se supone, había muerto hace veinte años atrás. Pero entonces, ¿cómo era posible que pudiera estar justo aquí en frente mío en estos momentos? Mi cabeza solo continuaba dando vueltas mientras aquella infinidad de imágenes bailaban sin cesar. Y todo terminó en un solo punto.
—Ella… ella está… ¿Ella está contigo? —le pregunté tarareando.
El niño alzó la mirada con lentitud al escuchar la pregunta que le había hecho.
— ¿Ella? ¿Quién?
La señora Naomi también se sintió alarmada ante tal pregunta de mi parte.
— ¿A quién se está refiriendo, doctora?
Yo continuaba completamente alterada, recordando todas esas palabras que alguna vez escuché por parte de esa chica a la que me estaba refiriendo. Cada vez que me llamó “perra”, cada intercambio que tuvimos en aquella fatídica escena en la que estuve vinculada durante mi pasado. Donde vi como el chico aquí presente, se rebanó el cuello con un cúter él mismo sin previo aviso. También cuando cortó las muñecas de una compañera nuestra en esos momentos. Sakura Amane… así se llamaba. Sé que aún no les había mencionado nada acerca de eso, pero les juro que fue algo real y que sucedió. Ese día murieron delante mío las dos personas que acabo de mencionar.
Algo más empezó a aparecer dentro de mi cabeza de forma borrosa. Algo como una petición.
«Cambia…».
— ¿Cambiar? —dije en voz alta.
—Doctora, ¿qué le ocurre? —me dijo la señora Naomi.
No recordaba quién era la persona que había mencionado algo tan extraño como eso. Pero, por alguna razón, como que significaba algo muy importante para mí. Como si esas palabras hubieran estado siempre presentes, pero nunca se mostraron con claridad. No hasta este preciso momento.
«Destino… cambia mi destino».
— ¿Cambiar tu destino? —dije.
— ¡Ayuda, por favor! —gritó la señora Naomi. Yo estaba sufriendo un ataque de paranoia.
Luego me acerqué al niño que estaba parado ahí en silencio, me agaché y postré mi rostro justo en frente del suyo.
— ¿Dónde está esa chica? —le pregunté.
No podía recordar su nombre. Lo intentaba pero me era simplemente imposible.
— ¿Cual chica? —me preguntó el niño.
— ¡La chica delgada y de cabello negro… la que siempre está contigo!
Al niño se le iluminó el rostro, demostrando que finalmente sabía a qué me estaba refiriendo.
— ¡Ah, ella! —me respondió. Luego acercó su boca a mi oído, y susurró agregando—: Está parada justo detrás de usted.
Un escalofrío recorrió cada centímetro de mi cuerpo, porque, por algún extraño motivo, sabía que no se trataba exactamente de algo como un ser humano. Era otra cosa muy diferente. Era otra clase de entidad.
Luego fui dando la vuelta con total lentitud, para fijarme en la chica que al parecer estaba parada justo detrás de mí.
Hasta que… la vi. Mi rostro reflejó total perplejo. Luego recordé de quién se trataba.
—Kar-.
—Sshhhhh —me interrumpió, mientras puso su dedo índice en mi boca. Entonces, con esos brillantes ojos grises clavados en mí, y con aquella malvada y pícara sonrisa que ya había presenciado antes en mi vida, agregó:
—Hola… perra.
MEDIOS DE COMUNICACIÓN
LINE: GRUPO DE CHAT: CLASE 2—B — 6 DE JULIO.
13:31 pm
Shunsuke: ¿Sabías que los demonios tienen la habilidad de camuflarse como ángeles? 13:31 √
— Shunsuke ha abandonado el grupo —
EL BUCLE DE LA CULPABILIDAD @KuHaKu_1996
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