Sueños de un mundo alterno
-Isla Krakkataus-
Eran exactamente la una de la tarde.
Los residentes de la isla Krakkataus, que se ubicaba a varios kilómetros del continente de PACIFICA donde se sitúa el reino de Islami, se encontraban en su mayoría, pasándola en familia en un armonioso almuerzo.
La isla en sí está muy alejada de donde normalmente se da origen la guerra humana-demoniaca, por esa razón no tiene la necesidad de estar preocupados.
Los residentes son todos muy trabajadores y colaboradores, si alguien les pide ayuda ellos rápidamente forman un grupo de colaboradores y entre todos tratan de encontrar una solución.
Aquí no existen las clases sociales, no hay gente que es mejor que el otro, todos valen lo mismo, si una persona no puede lograr algo por sí sola o si está en algún peligro, entonces todos irán en su rescate.
Obviamente que todo no es paz y tranquilidad, después de todo hay un calabozo subterráneo lleno de todo tipo de monstruos que periódicamente es limpiado por el gremio de aventureros, y aunque se les dice que todo es seguro, nada les asegura que nunca vaya a ocurrir una desgracia.
Un día el poder del calabozo puede superar a los aventureros y entonces todo se saldría de control.
En esta isla hay más de 35 mil habitantes, y aunque fueran de diferentes edades, de diferente color, aunque la mayoría no sepa leer ni escribir y tal vez expresar se les complique... todos se apoyan como si fueran una familia.
El sol seguía estando en su máximo apogeo, sin nubes que lo oculten.
Las personas, ya sean niños, jóvenes, adultos y ancianos, todos se encontraban realizando sus actividades diarias, como si fuera un día común y corriente.
Fue justo este común y corriente día, que el fin de todo comenzó.
En el cielo.
En lo más alto.
Se encontraba flotando un monstruo cubierto de flamas azabaches, casi no se podía distinguir su cuerpo humanoide, pero lo que si se podía saber era que sus ojos eran verdes.
Este monstruo observó la isla con una sonrisa retorcida en su boca.
Observaba a todos los de abajo como si fueran simples cucarachas.
Como si fueran hormigas que podías aplastar con un dedo.
En sus ojos verdes solo se podía reflejar el inmenso odio que le tenía a todos los seres de este mundo.
Odiaba.
Los odia.
Los repugnaba.
Los detestaba.
No importa si eran niños o adultos.
Si eran hombres o mujeres.
Humanos o demonios.
Esa cosa odiaba con todas su fuerzas a todos los seres de este mundo, y eso es porque fue precisamente que este mundo le arrebato lo que más quería, la persona que más quería en su vida, que le enseñó el camino de la luz, quien la sacó del infierno de donde vivía, fue por esa persona que había empezado a creer que en la vida, existía algo por el que luchar, algo por esforzarse al máximo.
Su persona favorita era la más amable del mundo, su sonrisa lo salvó tantas veces de la oscuridad en su corazón, si este mundo no se la hubiera arrebatado, si este mundo no la hubiera traicionado, si este maldito mundo jamás la hubiera lastimado, fue justo este enfermo mundo que la arrebató esa sonrisa que atesoraba, este mundo está mal, este mundo está podrido, este mundo tiene que perecer.
Matarlos a todos, a cada uno de ellos.
Todos tienen que morir.
Como se atrevieron.
Como si quiera pudieron atreverse a tocarla.
Ella era dulce y amable.
Trataba a todos por igual.
Siempre sonriente y alegre.
Aun cuando esa COSA la trató mal en un inicio, aun cuando la odió con todas sus fuerzas, la lastimó y golpeó, aún con todo ese arrebato de ira que demostró, ella se quedó a su lado, ella sonrió para ella, le dedicó una cálida sonrisa que la salvó.
No pudo proteger su sonrisa.
No pudo protegerla.
La vio caer en el suelo.
La vio llorar.
La vio morir lentamente sin poder hacer nada.
Entre llanto y quejidos, ella solo pedía reencontrarse con su madre.
Aun cuando esa mujer la lastimó mucho en el pasado.
Aun cuando le provocó un trauma psicológico que le fue difícil superar, ella, su persona favorita, su ángel que era su todo, moría lentamente frente a sus ojos mientras escuchaba como pedía en sus últimos alientos ver a su madre.
Ella quería verla, a pesar de todo.
Sus ojos perdieron ese brillo y ella dejó de existir.
Aunque su cuerpo seguía intacto, su alma y toda su existencia desaparecieron sin dejar rastro.
No quedó nada.
De ser una muerte normal, su alma habría regresado a la rueda de la reencarnación, eso le hubiera asegurado que podrían encontrarse tal vez en su próxima vida... Pero este mundo la trató con tal crueldad que destruyeron todo.
Este mundo está podrido.
Obviamente ante sus ojos todos eran enemigos.
Todos esos asquerosos insectos deberían morir.
Así que eso haría.
Los matara, los eliminara, sin dejar rastro de que una vez existieron.
Esa cosa de ojos verdes que flotaba en el cielo con algún tipo de habilidad, estiró su brazo derecho, luego dijo algo en un idioma desconocido.
Entonces dibujó una línea horizontal, todo el camino desde su lado derecho hasta el izquierdo, en consecuencia aparecieron varios orbes de fuego carmesí de un metro de diámetros a una distancia de cinco metros.
Normalmente para realizar un hechizo de esta magnitud se necesitaba un cántico de casi treinta minutos, pero esa cosa lo realizó en un segundo, ni los sabios podían acortar tanto un hechizo tan poderoso, y eso que eran conocidos como los genios de la magia.
Esa cosa volvió a sonreír macabramente mientras observaba la isla Krakkataus.
Fue en ese momento que empujó su brazo derecho hacia el frente, los seis orbes de fuego cayeron en dirección a la isla.
Toda la isla se bañó en un mar de fuego.
No hubo tiempo para correr ni para gritar del dolor, ni siquiera pudieron abrazar a sus seres queridos en sus últimos momentos.
El fuego arrasó con todo en un santiamén.
El fuego se concentró en toda la isla de una forma extraña, como si un horno lo estuviera conteniendo, todo con el propósito de convertir en cenizas a cada uno de los habitantes, sin dejar sobrevivientes.
Hasta los demonios que se encontraban en el calabozo subterráneo fueron completamente eliminados.
Al final el fuego tomó forma de un remolino y desapareció gradualmente.
La isla Krakkataus se convirtió prácticamente en un pedazo de carbón flotante.
El verde de los árboles, toda la vegetación, todo lo que le daba vida, desapareció.
Esto en si fue un grave golpe para los humanos, ya que esta isla era la que le proporcionaba alimentos cuando se llevaba a cabo la guerra humana-demoniaca, ahora sin la isla... los humanos no se abastecerían los suficiente y perecerían, pero no solo ellos sufrieron daños graves, el lado de los demonios también sufriría por su poder.
Esa cosa.
Esa cosa de ojos verdes.
Era un ser inmortal que no podía morir por ningún medio, y encima poseía poderes que superaban a los mismo dioses.
Varios meses después, dos de los reyes demonios fueron consumidos por ese monstruo.
Medio año después, se alcanzó la paz entre las razas, la primera alianza humana-demoniaca, en donde un sinfín de razas, se unieron.
Los humanos poseían a los reyes, a los sabios y a los héroes.
Los demonios, a su poderoso ejército, a los generales y a los reyes demonios.
La raza de los enanos, tenían a sus héroes de guerra.
Los elfos, a sus soberanos ancianos, héroes de su comunidad.
Las sirenas y amazonas, a sus nobles guerreras.
Los magos oscuros.
El clan de asesinos de la niebla.
Elfos oscuros.
Gigantes.
Demi-humanos.
Ghouls.
Recolectores de almas.
Vampiros.
Hombres lobo.
Se podría decir que hasta los dioses rompieron su tratado y se unieron también a la guerra contra esa cosa.
Lastimosamente todo esperanza fue consumida a la nada.
Todos perecieron en ese mundo.
Entonces, esa cosa, ese monstruo de ojos verdes, con el poder de las tres leyes, junto a sus poderes <alfa> y <omega>, pudo abrirse paso entre los otros mundos, destruyéndolos cada uno de ellos hasta que su propia existencia desapareció en la nada.
<Este era uno de los tantos mundos paralelos originales que desaparecieron a causa de aquel monstruo de ojos verdes>
Y todo esa información solo era disponible para una sola persona, un simple chico que fue invocado hace varios años.
Su nombre es...
***
La guerra entre la alianza humano-demoniaca se encontraba en su punto más alto.
En esta ocasión a diferencia de los otros mundos paralelos originales, habían logrado salvar a la mayoría de los reyes demonios y generales para así combatir en un enfrentamiento definitivo contra esa cosa.
Muchos de los héroes de parte de la humanidad mostraron majestuosas habilidades que antes no pudieron apreciarse.
Las otras razas no se quedaron atrás.
Todos se esforzaron al máximo.
Todos pelearon de la manera más heroica, aun cuando antes eran enemigos jurados, aun cuando la discriminación entre sus propias razas no habían desaparecido, lucharon codo a codo, apoyándose los unos a los otros.
Era uno de esos milagros se realizaba una vez en la vida.
Un verdadero milagro que se le fue ofrecido por Dios.
Estratégicamente habían acorralado a esa cosa, no importaba su inmortalidad o si sus poderes superaban a un Dios, si se le acorralaba con un múltiples ataques, poderes combinados ya sean de los héroes, reyes demonios y dioses, poco a poco este cedería ante la presión.
El combate se extendió por varios años, era sorprendente la resistencia del Dios Dragón del Caos que se mantenía siempre en primera línea, siempre atacando, jamás descansaba, el mana de su cuerpo parecía ser ilimitado, gracias a su presencia en el sangriento campo de batalla es que la esperanza se mantuvo viva.
Pero aun cuando esa cosa fue acorralada hasta lo más profundo de la tierra.
Aun con todos las razas unidas por una sola causa.
Uno por uno, fueron pereciendo.
Al final dejando como únicos sobreviviente a tres héroes.
El Dios Dragón del Caos (Nohelia Parhelia), la princesa de cabello plateado (Eva Heinrich) y aquel que ha visto perecer al mundo ciento de veces (Félix Vizun).
Obviamente tomando en cuenta sus habilidades, solo dos se encargaban de atacar a corta distancia, el Dios Dragón del Caos y la princesa de cabello plateado.
Solo el héroe Félix vizun proporcionaba apoyo desde cierta distancia en donde no entorpecería el combate, ya sean con ataques sorpresas que perjudicarían el equilibrio del enemigo hasta proporcionar todo el mana posible que era guardado en sus pergaminos.
Se podría decir que hasta cierto punto ya no había nada que proteger, los ataques del enemigo y los suyos, aniquilaron casi un 99% la vida silvestre en la tierra, todo se había convertido en un desierto cubierto de fuego, las nubes eran tan negras que no dejaban ingresar ni un rayo de sol, de las grietas de los suelos empezaba a salir magma.
Definitivamente el precio a pagar para derrotar a esa cosa fue la destrucción completa de la tierra.
Pero si lograban pararlo justo aquí, habría valido la pena.
La tierra temblaba por cada choque entre sus poderes.
No quedaba mucho tiempo.
No se podía saber que se destruiría primero, la tierra o esa cosa.
La tensión aumentaba a cada segundo, segundos que se convertían en horas, horas que se convertían en días, días en semanas, semanas en meses, meses en años.
Sus cuerpos envejecían, pero no habían dejado de moverse, siempre peleando, ya ni se podía distinguir si era de día o de noche, no sabían cuando tiempo ya había transcurrido, siempre peleando hasta el final.
Hasta que en uno de esos contra ataques, el poderoso Dios Dragón murió.
Dejando solamente a una sola persona en pie.
El héroe Félix Vizun ya había sido derrotado por el cansancio y quedó inconsciente sobre el suelo agrietado.
Esa única persona de pie contra la peor amenaza de los mundo.
La princesa de cabello plateado, Eva Heinrich.
Su descomunal fuerza y múltiples habilidades que hacían explotar al máximo sus poderes, la habían permitido seguir en pie contra esa cosa.
Pero como todo en la vida, ese fuego que ardía con el poder de mil soles en su pecho, desapareció gradualmente.
Ya no había mana de apoyo y la fuerza principal había muerto.
El cansancio y el peso de salvar el resto de mundos eran cargados sobre sus delgados hombros.
Aun cuando perdió su brazo derecho.
Aun cuando lentamente le arrancaron las piernas.
Aun cuando derritieron su piel.
Aun cuando triturando sus huesos.
La luz de vida en sus ojos amatistas, no desapareció.
No se rendiría.
No era el momento para pensar en rendirse.
Se levantó.
Aun cuando todo jugaba en su contra, se levantó una y otra, y otra vez.
Hasta que todo terminó.
Su cabeza fue cortada y pisoteada hasta quedar irreconocible.
Esta escena pasó justo en el momento que el Héroe Félix Vizun despertó.
Todo había terminado.
Los dos poderosos guerreros que habían acorralado a esa cosa murieron.
[Esta línea temporal tampoco pudo salvarse...]
Fue lo que pensó.
Había visto esta misma escena cientos de veces.
No importaba cuantas estrategias pensara, a cuantos guerreros reuniera, todo culminaba de la misma forma.
Se había estancado.
No había una salida, simplemente no encontraba ese único final en donde ellos ganaban.
Lo había intentado todo.
Todo lo que una persona podía lograr.
Pero no daba resultados.
La impotencia de no poder salvar a sus camaradas y a los otros mundos.
El sufrimiento de sus anteriores muertes.
El dolor que se arraigaba fuertemente entre sus nervios.
--- ¡¡Agg... ¡¡
Su brazo derecho fue cortado en un santiamén.
Otra vez ese mortífero dolor.
Otra vez ese instinto asesino.
Otra vez volvemos a la misma tortura.
Su cuerpo fue cortado por diferentes partes, su brazo izquierdo, su pierna derecha y la izquierda.
Lentamente con un espadón azabache dibujaba líneas alrededor de su cuerpo.
Él no sabía la razón, pero en todas las líneas temporales esa cosa siempre se divertía torturándolo.
Así que, sabiendo que igual iba a morir, decidió preguntarle el porqué de su odio contra el mundo.
--- ¿...Por qué razón... odias tanto a—
Tosió un par de veces para deshacerse del coágulo de sangre en su garganta.
--- ¿Por qué odias tanto a este mundo...?
Esa cosa le abrió el pecho de un solo corte.
Un corte tan rápido y preciso, que dejaba vivo a la víctima el tiempo suficiente para ver como sus pulmones y corazón reventaban por la presión.
Poco antes que Félix Vizun muriera, esa cosa dijo algo que se le quedó bien grabado.
--Eso es... porque este mundo me arrebató lo que más quería.
Eso fue todo.
La vida de Félix Vizun terminó.
Entonces fue ahí cuando todos los recuerdos, todas las experiencias de las otras líneas temporales fueron a la siguiente línea de sucesión.
El mundo paralelo original, código <609>.
***
--- ¡AAAAH!
Un grito se extendió por los alrededores.
La persona a la que le pertenecía ese grito, era el actual héroe, Félix Vizun, 27 años.
Nuevamente había tenido esos extraños sueños, esto era bien sabido por sus compañeros de viaje que ya estaban acostumbrados.
--- ¿Existirá una mañana en donde no te despiertes gritando como un demente?
---Deja ya semejantes bromas señorita Eva, perturbará más al pobre loco que le gusta gritar por las mañanas.
---Yo creo que ambos están exagerando. ¿Se encuentra bien señor Vizun?
Sus compañeros de viaje son nada menos que Eva Heinrich, quien ya estaba irritándose de ser despertada por sus gritos.
La otra era un mujer que cubría su rostro bajo un capucha color café oscuro, aunque su identidad era desconocida para Eva y el joven Dass Fell, quien se preocupó por su salud y le acercó una bolsa de cuero con 'supuestamente' agua; esta era conocida de Félix Vizun.
---Gracias joven Dass... ¡Ey! ¡Ustedes dos no se pongan de acuerdo para molestarme! ¿¡Creen que no me he dado cuenta!?
Después de beber el agua de la bolsa de cuero, su cuerpo se sintió algo caliente y su cabeza le daba vueltas, sin darse cuenta ya estaba gritándole a esas dos.
---Oe, Dass... ¿Qué se supone que le has dado?
---Es solamente agua.
La mujer de la capucha color café oscuros al ver la bolsa de cuero, se echó a reír a carcajadas.
--- ¿Qué te parece tan gracioso...?
Eva le quitó la bolsa de cuero a Dass y lo acercó a su nariz.
---Esto es...
Liberó un suspiro de cansancio y dijo.
---Cerveza.
La mañana no solo comenzó con un grito repentino, sino también con un sinfín de quejas de parte de Félix Vizun.
Dass Fell solo pudo ver todas esas vergonzosas escenas con una sonrisa forzada en el rostro.
***
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