Segundo infierno, DOLOR.
Lo único que Joseph encontró al llegar a la ciudad portuaria SIR BLANCA fue el final de su esperanza, la cual abrió las puertas a su segundo infierno.
Se quedó de pie al borde del acantilado observando como la ciudad se consumía en el fuego, intentaba autoconvencerse que lo que veía a través de sus ojos solo era una ilusión, que la ciudad portuaria SIR BLANCA, que poseía aventureros de rango A y B, que eran considerablemente fuertes, valientes y amables, puesto que él llegó a conocer a algunos cuantos; no se encontraba destruida, bajo las llamas y con todos sus residentes descuartizados, ¿Cómo podrías aceptar que la última de tus esperanzas habría sido ya aplastada? Joseph se encontró arrinconado, y entre aceptación y contradicción, empezó mover su cuerpo hacia adelante, sus pies avanzaban lentamente como si estuvieran arrastrando gruesas cadenas, que representaban su "miedo" por adentrarse en busca de respuestas, tenía que comprobarlo después de todo, tenía que saber si Zen se encontraba allí.
Bajo el acantilado por un camino un poco empinado en forma de zigzag hasta llegar a las mismas puertas de la ciudad portuaria, antes había un letrero enorme de madera perfectamente trabajado para que no se apolillara y tampoco se desgaste por el intenso calor; que decía "BIENVENIDOS A LA CIUDAD PORTUARIA SIR BLANCA", ahora solo quedaba las cenizas de un viejo recuerdo, las casas estaban chasmusqueadas y a punto de colapsar, los puertos en donde zarpaban sus barcos y botes, las cuales, manejados por sus capitanes y su tripulación, que se aventuraban al mar para proporcionar a su ciudad del pescado más fresco; eran solo madera quemada, el daño que le hicieron a la ciudad era irreversible, mataron a toda su gente y destruyeron lo que los hacía uno con el mar.
Joseph siguió caminando por la calle principal mientras se aseguraba que ninguna de las mujeres muertas a los alrededores fuera su amada Zen, cada vez que volteaba un cuerpo para ver su rostro o cada vez que veía a una con el cabello carmesí... su corazón y alma rezaban por que no fuera ella, tal vez 'María/Joseph' nunca fue una persona que podrías llamar, religiosa, pero tampoco era que negara la existencia de Dios, tan solo que su vida era demasiado pacífica como para que—*sonido de un televisor perdiendo señal* ¿su vida fue pacífica y hermosa? ¿Acaso hubo una vida así para María Fernanda Torres?*— pero justo ahora, ella y él, María y Joseph... rezaban para que Zen se mantuviera a salvo.
Pero sus oraciones no fueron escuchadas, ni tomadas en cuenta, fueron excluidas por el todo poderoso, como si un odio personal existiera entre ambos.
(Dato: ciudad portuaria tiene dos salidas y dos entradas, en este caso Joseph tomó la 'entrada' del lado este y la 'salida' del norte)
Al salir de la ciudad portuaria SIR BLANCA un poco aliviado de no haber encontrado el cuerpo de Zen entre las víctimas, encontró una baratija en el suelo manchado de sangre seca, una parte de él le gritó que no lo recogiera, que solo siguiera su paso, que fingiera no haberlo visto, y en el mejor de los casos, la mejor opción, con este desenlace tan horrible, continuar su camino sin mirar atrás, eliminando toda curiosidad de su mente; habría sido lo correcto, pero.
Joseph recogió lo que parecía ser un anillo de bodas, el diámetro era lo suficiente para que entrara perfectamente en el anular de una señorita de unos dieciséis o dieciocho años.
El color dorado del anillo brilló aún con las nubes grises en el cielo que evitaban que el sol proporcionara a la ciudad portuaria con sus cálidos rayos... lo cual le permitió a Joseph ver el encriptado que se encontraba dentro del anillo, el cual decía "con amor para Zen Fell", el cuerpo de Joseph fue sometido a una descarga eléctrica que recorrió toda su espina dorsal, esto es lo que podríamos llamar un sentimiento de 'felicidad', el brillo de vida volvió a sus ojos verdes claros, lágrimas empezaron a recorrer sus mejillas hasta caer de su mentón, ¿Cómo podría evitar no estar feliz? Si después de todo encontró una nueva luz, era una pista, conociendo lo lista que es Zen, Joseph supo que lo dejó caer a propósito para que alguien supiera la dirección a donde las llevaban para que puedan ir a salvarlas, aún había esperanza, no todo estaba perdido, ella se encontraba con vida y eso es lo más importante ahora.
Dándose las fuerzas que hace tiempo no se imponía, Joseph ordenó a sus piernas a correr y estos, escuchando su voluntad se movieron, con algo de dificultad pero no a una velocidad que podrías llamar 'lenta', su respiración se mantenía estable aun cuando su corazón latía fuertemente por la emoción, se secó las lágrimas y se concentró solo en una cosa, llegar a toda prisa hacia ella.
Nada de lo que había pensado con anterioridad pasaba por su mente, ¿Qué hará una vez que llegue? Lastimosamente Joseph no cuenta con súper fuerza y tampoco puede usar magia, y en esa ocasión cuando todos saltaron contra los demonios no evolucionado solo por el impulso del odio, y en caso anteriores cuando iban a cazar, y en el otro mundo... Joseph/María, nunca le habían quitado la vida a un ser vivo, ¿Cómo se supone que rescatará a Zen? Si mides la fuerza, velocidad y experiencia en batalla entre Joseph y un Goblin, Joseph perdería no importa cuántas veces se regenerara, y eso que con solo 'uno', ahora compáralo contra toda una armada de doscientos.
Pero si comparas a Eva Heinrich/Adán kruger... las cosas serían muy diferentes, después de todo ella sola podría destruir a todo ese ejército por sí sola, sin soltar una sola gota de sudor, 'sería pan comido' como dice la misma Eva Heinrich.
Aunque nada de esas pequeñas cosas le importaban a Joseph, ¿Poder? ¿Fuerza? ¿Velocidad? ¿Habilidades con la magia? ¿Un héroe con poderes rotos? Nada de eso importa si no tienes a alguien con quien compartir tu felicidad, además que él solo deseaba, anhelaba, una vida normal, una vida feliz... ¿Por qué nada de lo que quería podía dársele? ¿Por qué la vida le impedía ser feliz? Era solo el deseo de una inocente niña, que pedía no ser lastimada, ¿entonces por qué alguien que no pedía lujos o vanidades, tenía que sufrir tanto?
Después de correr por casi siete horas, siendo la una de la tarde actualmente, Joseph llegó a lo que era conocido por todo el mundo como la 'grieta del mundo', la cual podrías comparar con el gran cañón, que se encuentra en el estado de Arizona, o eso usó Joseph como referencia.
Justo abajo, en el medio de la grieta del mundo, había varios campamentos que recientemente fueron abandonados por los demonios no evolucionados, los cuales fueron vistos por Joseph, quien se concentró en la pequeña línea de humo del fondo, casi a las afueras del gran cañón.
No hubo más dudas, los demonios estaban partiendo a la siguiente ciudad y como no llevaban ningún rehén, quería decir que los dejaron el campamento, esto era la oportunidad precisa para rescatar a Zen, tan solo debía entrar con mucho sigilosidad para no encontrase con algún demonio que estuviera escondido, encontrar a Zen, escapar e ir a la ciudad principal, donde estarían bajo la protección del pentágono, una vez ahí podrían reconstruir su vida... tal vez sea difícil, pero si eran ellos dos, a lo mejor.
Joseph sacudió su cabeza y se cacheteo a sí mismo con ambas manos, para darse el valor para avanzar, "vamos, todo estará bien..." pensó Joseph antes de descender la grieta del mundo, fácilmente podría usar el camino que usaron los demonios para avanzar pero como no hay nada que evite no ser visto, descender por ahí resultaría peligroso, así que decidió deslizarse por la empinada pared, usando las rocas como punto de apoyo, un solo error o un mal cálculo podrían costarle la vida, pero eso no le importaba, si él cayera y se rompiera cada hueso del cuerpo o si su cuerpo se partiera en dos, lo único que tendría que hacer sería, "seguir avanzando".
Y como se dijo, Joseph no calculo bien la distancia con la siguiente roca e inevitablemente rodó sin ninguna posibilidad de detenerse, se golpeó con varias piedras que cortaron su piel desnuda hasta que finalmente cayó al suelo, sus extremidades se encontraban en una dirección incorrecta y su cabeza, que impactó fuertemente contra una roca; dejaba ver su cerebro, la cual fue ocultándose por la sangre fresca que salía sin detenerse.
Aun con todas estas lesiones, Joseph se impulsó a seguir adelante, no espero que su cuerpo empiece a regenerarse, no tenía la paciencia para esperar a que eso ocurra, con sus brazos y piernas fracturadas se arrastró con dirección al campamento, una línea de sangre se dibujó desde donde cayó hasta la primera carpa, ingreso como si fuera un gusano, habían transcurrido apenas cinco minutos pero su cuerpo, de la cintura para arriba ya se encontraba totalmente recuperado, lo único que lo retenía todavía eran sus piernas, las cuales sanaron en otros cuatro a cinco minutos.
De la carpa en donde se encontraba, Joseph tomó ropa y una espada algo desgastada pero lo suficiente para atravesar el cuello de alguien, en este caso el de un demonio no evolucionado, aunque la espada era lo suficiente, la pregunta era si el portador podría usarla, 'matar', era algo que el portador jamás hizo, una vez que se encuentre con algo goblin, troll u orco, ¿Cómo actuará?
Despejando su mente de toda inseguridad, Joseph salió de la carpa, llevando consigo una camisa negra, pantalón y un par de botas marrón oscuro, además de una espada en su funda de cuero sujeta a su cintura, prácticamente si lo vieras caminar por las calles, podría confundirlo con un espadachín con mucha experiencia, pero la realidad sigue siendo cruel hasta en momentos así.
Joseph se desplazó por todas las carpas, encontró varias mujeres habrían muerto recientemente, el calor en su piel aún podía sentirse, más bien, es por este pequeño detalle que siguieron siendo violadas aun después de morir, Joseph, con un poco más de confianza; empezó a buscar a Zen, afortunadamente ninguna tenía el cabello rojo así que el recorrido termino rápido, el último lugar, que no se había dado cuenta de su existencia hasta el final, era una cueva, lo suficientemente grande como para hacer pasar una caravana, o a lo mejor un tráiler.
Era el último lugar que faltaba revisar, ya se había asegurado que ningún demonio no evolucionado se quedó a proteger su campamento, o no temían que alguien se acercara o ya no tenían planeado regresar, ya fuera cualquiera de las dos opciones, Joseph debía asegurarse rápido, si dentro de ese lugar se encontraba o no su esposa, así que dio el primer paso—
Un mal presentimiento, fue lo que sintió por todo el cuerpo, cada fibra de su ser le gritó que no entrara, esa sensación fue aún más fuerte que hace horas atrás cuando encontró el anillo de bodas de Zen, esto era aún más oscura, como si las tinieblas estuvieran a punto de consumirlo, pero una pequeña luz lo evitaba, la decisión quedaba en manos de Joseph, si entrar o no... "¿Qué más podría ya perder?" fue lo que Joseph se dijo a sí mismo para darse ese leve impulso que necesitaba para avanzar.
Lo primero que sintió al entrar a la cueva fue un fuerte olor humedad, la cantidad de mosca que se juntaba a su alrededor era molesto, poco a poco, mientras más se acercaba el olor de cuerpos entrando a la etapa de putrefacción, llegó hasta su nariz, lo que llevó a cubrirse con su mano derecha, siguió caminado, cada vez más sus pasos se hacían lentos y por alguna razón ya estaba llorando, ¿Por qué lloraba? Era lo mismo que se preguntaba, siguió caminando, el dolor en su pecho era insoportable, quería gritar y llorar, siguió caminado hasta llegar a una zona más extensa que era el final del camino, el radio podría ser de unos veinte metros y la altura de diez, había un trono como para un rey a su al frente, varias mujeres muertas a los alrededores, cada rostro era uno conocido, una persona con la que había entablado un conversación, la esposa de Nicole, Hoss, Pacco.
Siguió viendo a las esposas de sus compañeros de caza, sus nombres se le habían ido de la mente y el de sus compañeros también, pero... vio el rostro de una mujer que lo había tratado igual de bien que Zen, aun siendo un desconocido le ofreció una mano, también le dio la oportunidad de pertenecer a su familia, la esposa de San, madre de Zen y su adorada suegra, Ann.
Se encontraba sin ropa, con los pechos al aire, las piernas abiertas, desde la posición donde Joseph la observaba con lágrimas en sus ojos, podía apreciarse cada parte de su ser que fue abusada hasta llevarla a la muerte, todo el sufrimiento que soportó, mientras miraba fijamente a cierta dirección, Joseph notó que lo que Ann miraba fijamente era cierta jaula a sus espaldas, la puerta de esa jaula se encontraba abierta, como dándole la bienvenida, no supo la razón, pero su cuerpo quiso correr ahora mismo hacia afuera, correr y gritar, pero solo le quedaba avanzar, apretó los dientes y caminó.
Cuando llego a estar parado justo frente a la jaula su peor miedo fue concedido.
Frente a Joseph se encontraba su esposa, la persona que posiblemente más amo en toda su vida, la mujer que era el pilar de su mundo, quien no le importo que el fuera de otro mundo, un héroe inútil y débil, ella lo quiso por lo que era... Zen, estaba muerta.
Los vacíos ojos verdes de Joseph observaron cada parte de Zen, los moretones alrededor de su cuerpo, su cabello y ojos rojos que no brillaban con esa intensidad que cuando estaba viva, cuando corrían por el bosque jugando a las chapadas, sus labios que una vez beso, llenas de sangre... sus pechos, donde en ocasiones le gustaba recostarse, había una herida de cuatro centímetro de ancho que se extendía hasta el ombligo, fácilmente podría apreciarse los órganos que ya empezaban a descomponerse... sus piernas que apuntaban en una dirección incorrecta, como si al oponer resistencia se las habrían roto, el dolor que soportó mientras rogaba que se detuvieran, lloraba por el amor que perdió y no podía venir a su rescate... de entre sus piernas, un líquido verdoso se podía apreciar, dando a entender que fue violada, alguien profano el cuerpo de su amada.
De pronto, como si fuera un títere al que cortaron sus cuerdas, Joseph cayó sobre sus rodillas, sus ojos verdes no mostraban ninguna señal de vida, vacíos como un profundo abismo, el pilar que sostenía su mundo se desplomo, la luz que evitaba que su alma fuera consumida por las tinieblas, desapareció al igual que toda esperanza, ya no había absolutamente nada, ahora si lo perdió todo.
***
Poco a poco, mientras era consumido por la oscuridad, el cerebro de Joseph/María le fue recordando su pasado, como si el sufrimiento de ahora solo sería el comienzo.
***
Esta parte de la historia de la vida de María, nos lleva a cuando ella apenas cumplió los 6 años.
Fue una mañana cálida, después de todo comenzaba el verano, momento perfecto para un día de campo, además como era el cumpleaños de su querida hija no podía decirse que no, así que sin más, Salomón Torres, llevó a su esposa, Juliana, y a sus dos pequeños hijos de síes y cuatro años, María (quien era la cumpleañera) y Joseph, a Machu Picchu, como esta familia era propia de Cusco, el costo no sería tanto como otras personas que viajan desde otros países para llegar.
Partieron ese mismo sábado por la mañana, tomaron un bus y luego el tren, para poder llegar lo más rápido posible, aunque la idea principal era que se divirtieran haciendo el recorrido, tal vez Salomón y juliana ya conocían cómo era el lugar, pero para sus hijos esta sería la primera vez, así que debían hacer de este viaje muy aparte de divertido, también didáctico, porque le podrían hacer preguntas referentes al cusco, y ellos como cusqueños, descendientes de Incas, quienes fueron dueños de un gran imperio que era casi todo sur-américa, debían por lo menos conocer su raíces.
La familia pasó por un divertido viaje, aunque hubo algunas veces en que pasaban por un susto enorme cuando uno de sus hijos desaparecía de su vista de la nada, perderlo en un lugar tan grande como era Machu Picchu, era peligroso, no solo podrían caer por algún acantilado para nunca ser encontrados sino también podrían ser llevados por algún extraño para luego ser vendidos, bueno, nada malo sucedió, más bien, la vida de esta familia continuó de lo más normal hasta por lo menos unos meses, hasta que.
Una tarde, el padre se había desmayado en el trabajo, en donde con su esposa eran encargados de coser prendas de vestir, ese día justo su esposa se tomó el día libre por eso que no se enteró del incidente hasta después que Salomón llegara al hospital, una vez que fue contactada y le contaron lo sucedido, Juliana encargó a sus hijos con la vecina y tomó un taxi con dirección al hospital.
La situación de sus esposo no era tan grave, parece que era solo un resfriado, pero por si acaso la esposa pidió que le hicieran unos análisis, lo que fue aceptado, obviamente esto tenía un costo, pero sin problemas eso se pudo pagar, después de todo Juliana era una gran administradora, no había terminado sus estudios puesto que nació María, pero tampoco era un impedimento para encontrar un buen trabajo donde le pagarían más que esa pequeña empresa textil, solo que ahora se encontraba bien de dinero y no era necesario.
Los resultados se le fueron entregados al pasar tres días, el sobre cayó de las manos de Juliana hasta el piso, el doctor por amabilidad lo recogió, miró a la pareja de esposos un poco triste y dijo.
---Lo sentimos, no importa si desde ahora su esposo se sometiera a un tratamiento, el cáncer ya ha avanzado demasiado, a lo sumo le quedara un par de meses.
Ambos quedaron en silencio.
Puede que al principio las cosas se tomaron de la mejor manera pero, pero fueron golpeados brutalmente por la realidad, para empezar la empresa textil donde trabajaban de un día para otro se fue a la quiebra, y se quedaron sin empleo, buscaron por todos lados, pero no hubo suerte, el dinero formaba parte de sus ahorros poco a poco desaparecía, el estrés de saber que pronto no tendrán ni para darle de comer a sus hijos fue consumiendo sus cuerpos, y en el que mas se notaba era en Salomón, quien había adelgazado hasta ser casi piel y huesos, los hijos escuchaban a veces como sus padres discutían, hasta que una tarde de diciembre un día antes de navidad, los gritos de ambos cesó.
Su padre fue llevado al hospital en donde paso sus últimas semanas de vida.
Una vez que su esposo falleció, las cosas empezaron mejorar, un ejemplo seria que Juliana encontró empleo como administradora en una empresa afiliada a la minería, la paga era buena, pero al no tener título, el dinero que recibía era mediocre para el resto del personal.
Fue tratada mal en peor, algunas veces escondían sus cosas, la golpeaban supuestamente por error, pero no podía dejar el empleo puesto que sus hijos necesitaban comer, así fue como día tras día, Juliana soportó el estrés, todo el peso del mundo bajo sus hombros, entonces una noche, para deshacerse de esa carga un poco, empezó a ingerir alcohol, dando inicio al infierno de María.
--- ¡Porquería de mocosos estúpidos ya me tienen harta, hartaaaaa!
Día tras día, Juliana golpeaba a sus hijos, para poder quitarse esa carga de la espalda, el estrés que se acumulaba en solo día, lo anestesiaba con el alcohol y al llegar a casa lo liberaba contra María y Joseph, ambos, al ser unos pequeños de seis y cuatro años no podía defenderse, solo les quedaba disculparse y llorar, hacer todo lo posible por hacer que su madre no los odie, ellos se esforzaron, limpiaban la casa y se portaban bien, María estudio lo suficiente para no causarle problemas a su madre... aun así, aun con todo ese esfuerzo ella venia y los golpeaba con cualquiera cosa que encontraba a la mano.
Un día era un 'san Martin de siete puntas' otro día era una soga, cadena, alambre, cualquier cosa que llegara a su mano era suficiente para pegarles, así fueron pasando las semanas, meses, hasta que uno de esos días, por fin ocurrió lo inevitable.
Juliana, en uno de sus ataques de ira, agarró sin pensar un cuchillo y lo clavó en el pecho de Joseph, su pequeño niño que apenas había cumplido los cinco años, murió entre los brazos de su madre, parecía que lo último que dijo fue "lo siento...", Juliana no pudo evitar llorar y preguntarse qué es lo que la llevó hacer todo esto... ¿Por qué estaba sosteniendo el cuchillo que le arrebató la vida a su hijo? Eso era porque ella era la asesina, mató al pequeño ser que salió de ella, la alegría que sintió al tenerlo en sus brazos por primera vez, parecía tan lejana, Juliana volteo a ver a su hija pero ella.
Cargaba el muñeco que Salomón, su padre; le había regalado cuando cumplió los tres años, el nombre del muñeco era Miki, pero justo ahora, frente a Juliana quien cargaba a su hijo apuñalado, María decía.
---Tranquilo, tranquilo hermanito Joseph, todo estará bien, madre no es mala, solo tiene algunos problemas, ya volverán los tiempos felices... padre también volverá, cruzará esa puerta con su típica sonrisa bobalicona y dirá que iremos a comer pollo broster... Joseph, ya no llores, no llores............
María giró su rostro un poco a la derecha, para ver a su madre por el rabillo de su ojo, entonces continúo.
---Madre, ¿Qué puedo hacer? Joseph no para de llorar.
Juliana se quedó paralizada y fría del miedo, no solo los ojos de su hija no tenían signos de vida, sino que cargaba al muñeco de trapo como si fuera un bebe, y lo llamaba como su hermano menor, como si la escena frente a ella no ocurriera, esos ojos vacíos, que reflejaban el rostro horrorizado de una asesina que empezada a pagar por sus pecados, llevaron a Juliana a un nuevo nivel de desesperación.
Los gritos y llantos de Juliana alarmaron a los vecinos quienes entraron a la casa por la fuerza al estar preocupados por la situación, pero lo que encontraron fue lo suficiente para hacer que tres señoras se desmayaran y uno de los esposos vomitara en cerca al sofá...
Obviamente llamaron a la policía, la madre de María, muy aparte que era culpable gracias al testimonio que dieron sus vecinos, quienes declararon que últimamente escuchaban a los niños llorar y que cuando los veían en la calle iban intranquilos como si trataran de ocultar los moretones, hasta ella misma confirmó que el testimonio que dieron su vecinos era cierto, y se señaló como la asesina de su hijo.
Al final la madre fue condenada por filicidio y condenada a seis años de cárcel, y la hija fue puesta bajo el cuidado de un familiar, quien en este caso era la hermana menor de su madre, puesto que el padre no tenía familiares cercano, ni lejanos, según el historial de vida que se reunió, toda la familia del joven van muriendo a una temprana edad, como si fuera algún tipo de maldición.
La nueva familia de María consistía en solo su tía, de nombre Elena Campos, quien resultó ser una persona muy amable, cuido de ella como si fuera su propia hija, la llevó a su casa, la cual quedaba en la ciudad de lima, pagó un tratamiento psicológico para María, para revisar si el tiempo que vivió con enferma de su hermana mayor no la afecto...
Pasó el tiempo y nada fuera de lo común ocurrió, María crecía saludablemente y hasta en su nueva escuela ya había hecho cuatro amigas, Lucia, Isabel, Carol y Rebeca, quienes la trataban como si fuera un ángel o una divinidad, Elena se preocupaba por su sobrina, puesto que con amigas así, conseguir un novio en el futuro sería difícil, liberó un suspiro de solo pensar que tal vez María pase lo mismo que ella pasó en la secundaria.
Uno de esos días, una de las amigas de María, quien en este caso sería Isabel, le preguntó en privado que cuando volverían los padres de maría, Elena justo le iba a decir el discurso que había preparado meses antes, pero lo que la pequeña le dijo la dejó impactada.
---María siempre nos cuenta que sus padres son muy amables que siempre la hacen reír por las tardes, y que tiene dos hermanas recién nacidas que son tan adorables y dulces como caramelos... pero hoy parecen que no están, ¿A qué hora regresarán?
Elena se cubrió la boca... e intento no llorar.
Terminó el día, e Isabel, al igual que las demás niñas, fueron recogidas por sus respectivos padres a la hora acordada, Elena los despidió y dio algunos cumplidos, que las niñas se portaron increíblemente bien, que de grandes serán unas hermosas señoritas, es obvio no dijo que probablemente confundan su admiración por María por amor en algún futuro, y que eso les llevara por un camino lleno de tijeras, primero, que sería golpeada por los padres , segundo, que el futuro no está escrito en piedra así que algo puede cambiar.
Al día siguiente, después de dejar a María en la escuela y de preparar el almuerzo, Elena partió a su trabajo a eso de las once de mañana, pero antes dejo un par de cámaras tanto como en la cocina y en el cuarto de María.
De su trabajo salió a eso de las nueve de la noche, estaba cansada y deseaba llegar a casa lo antes posible, tomó como siempre el corredor y luego el tren eléctrico para poder llegar a casa, y una vez estuvo ahí, llevo la cámara que había dejado en la cocina.
Para entrar al cuarto de María tuvo que ser silenciosa como un ninja, puesto que a estas horas ella suele dormir, sin mucha dificultad recupero la cámara y regresó a su habitación que quedaba en el primer piso.
Conecto la cámara con el televisor para ver lo que María había hecho por la tarde, fácilmente podría verlo directo de la cámara pero le incomodaba ver una pequeña pantalla, el video de la cocina empezó a reproducirse...
La puerta se abrió y María apareció, lo primero que dijo fue.
---Mamá, papá, ya llegué, ¿Cómo están mis hermanitas?
María le hablaba a la nada, reía como nunca lo había hecho, esa simpleza y tranquilidad, era como la María que Elena conocía no existiera, que solo estaba conversando con una imitación y que la verdadera María estaba justo ahí, en la grabación, hablando con unos padres imaginarios, cargando unas hermanos imaginarias...
Fue en ese momento que Elena se dio cuenta que María, su adorable sobrina, no estaba bien de la cabeza, y que la situación era peor de lo imaginado, no paso mucho para que decidiera darle un poco de espacio, ya que antes había recorrido aún psicólogo y hasta de un psiquiatra, que ni si quiera ellos encontraron algo malo en ella, lo mejor sería darle un poco de libertad, para que superé la situación de a pocos.
Pero todo fue yendo de mal a peor.
***
No supo cuánto tiempo había transcurrido desde que se quedó de rodillas frente al cadáver de su esposa, de solo verla un gran dolor en su pecho se incrementaba, sus ojos se humedecían, apretó los dientes mientras soportaba la perdida, tanto de Zen como la de su familia, había recordado, la muerte de su padre, la violencia de su madre que conllevó a otra muerte, la pérdida de su hermano menor, Josehp... su querido hermano de quien apenas recuerda su voz, no recuerda ni sus gestos... "que pésima hermana mayor soy..." Joseph presionó sus manos hasta que sus uñas se incrustaron en su piel... "que insensible hija he sido..." sus dientes empezaron hacer sonidos raros por la presión que ejercía la mandíbula... "una horrible sobrina... mal amiga..." cada fibra de su ser se endurecía como si fuera una armadura (no es literal), queriendo evitar, lo que su corazón roto y su alma colapsada, le pedían a gritos liberar.
Su mirada dejó el suelo y se concentró solamente en Zen, intentar aceptar la realidad, afrontarla, dar de hecho que nunca más escuchara su voz, su tan esperado "amor ven a desayunar", los abrazos por las mañanas, sus caricias en las tardes, su berrinche, su sonrisa, sus ojos carmesí que lo veían como si fuera el mejor hombre del mundo, el aroma de su cabello... nada de lo que él amaba de ella volverá... jamás...... nunca regresara...............
¿Todo esto debía ser aceptado?
¿Está bien dejar que esto sea permitido?
¿Por qué tendría que sufrir todo esto y luego dar vuelta para ocultar su dolor?
¡¡¡ELLA NO ESTA, ZEN, NO ESTÁ!!!
¡¡¡NI MI PADRE, NI MI MADRE Y TAMPOCO MI HERMANO MENOR!!!
¡¡¡MI TIA PERDIO LA ESPERANZA EN MI!!!
¡¡¡LE MIENTO A MIS AMIGAS DE COMO SOY EN REALIDAD!!!
¡¡¡LO HE PERDIDO TODO...!!!
De sus ojos una gran cantidad de lágrimas salió... se deslizaron por sus mejillas y una por una fue cayendo al suelo... el cascaron se rompió............ y rompió en llanto, Joseph lloró con tanta fuerza que parecía el rugir de una bestia salvaje, como si truenos cayeran a la tierra... de la desesperación llevo sus manos a su rostro y se clavó las uñas......
Sus ojos verdes solo reflejaban el dolor de su alma...
El anillo de Zen había desaparecido y reaparecido en otro mundo, justo en el anular izquierdo de María, quien también se resistía a gritar... su cabello castaño claro poco a poco iba cambiando de color, se iba volviendo negro... tan negro como las profundidades del averno.
Finalmente Joseph, después de tantos años y gracias al dolor de perderlo todo... cayó por el acantilado de la locura hacia la oscuridad sin retorno.
Dando inicio a su tercer infierno.
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