Un momento feliz para variar.
[*** 10 de *** del *** <09:36 pm>]
El extenso cielo azul había desaparecido en esta zona del lugar hace ya mucho tiempo, fuertes lluvias, cosechas destruidas y gente pobre, era lo único que podrías encontrar en el sur de Hinduis reino de Antártica, por lo único que este lugar, muy parte de su gran pobreza, podría ser conocida por alguna persona de alto nivel social, sería la norme cascada, que ha consumido la vida de cientos y miles de personas, no importa si eran niños, mujeres o ancianos, una vez caías en sus fauces, jamás serias encontrado, la razón de este suceso solo era conocido por aquellos valientes guerreros que desafiaron a la cascada y sobrevivieron, pero no era algo que ellos podrían llamar 'victoria', puesto que en general todos los que pudieron sobrevivir, regresaban sin piernas o sin brazos, no es necesario aclarar que varias de esas personas, al caer en la desesperación de no tener un futuro, recurrieron al suicidio, sin dejar una respuesta a los interesados.
Fue justo en este lugar donde un joven de cabello negro, ojos verdes y piel clara, cayó la madrugada de hoy.
Una señorita de cabello y ojos color rojizo, alrededor de los 16 años, la cual vive en las cercanías del lugar; vio el suceso.
Se había levantado esa noche por que uno de sus perros no dejaba de ladrar, al salir de su casa, observo en el cielo un círculo mágico de color blanco que brillaba intensamente, entrecerró sus ojos mientras se cubría con su mano derecha, para no perderse ningún segundo de esta rara aparición, que jamás en su vida había visto, pasado unos pocos segundos, las escrituras en el círculo mágico tomaron cierta forma, fue ahí donde un joven salió, el cuerpo de un joven de casi su edad salió del círculo mágico, y cayó en algún lugar entre el bosque, pero a juzgar por el sonido parecía haber caído en algún rio, y el único por esa zona, era la que iba directo a la cascada.
No sabía si era un joven o persona lo que había salido de ese círculo mágico en el cielo, el cual acababa de desaparecer; pero su cuerpo rápidamente se puso en marcha, corrió lo más que pudo, el perro de pelaje blanco con una mancha marrón en su ojo derecho, corrió junto a su ama, sin separarse de ella en todo momento, cuando la joven llego al ancho rio, de casi veinte metros, vio a un joven de cabello negro con ropa desagarrada, como si hubiera pasado por el mismísimo infierno, siendo arrastrado por la fuerte corriente, en los últimos horas no había llovido, pero aun así la corriente era tan fuerte que si ella tratara de ir a salvarlo, encontraría el mismo final, aunque no se rindió, la joven pensó y pensó, hasta que una idea apareció, se adentró al bosque una vez más y cuando regreso trajo consigo una rama lo suficientemente larga como para alcanzar al chico, lastimosamente la rama no llego al joven, encima se rompió, la chica se quedó en shock y de pronto.
Ese joven...
Su rostro ensangrentado fue lo último que vio antes que este fuera tragado por la cascada
Sudor frio recorrió por el lado derecho de su rostro y cayo de su mentón hasta su gran pecho, su respiración se detuvo por unos segundos, apenas se recuperó del shock corrió hacia bosque, pero no en dirección a su casa, sino más bien a unas escaleras de cemento que descendían hasta las faldas de la cascada.
Bajo los escalones lo más rápido que podía, poniendo atención en sus pies para no tropezarse, mientras más descendía mayor el frio que ingresaba por sus poros, haciendo que todo su esbelto cuerpo temblara, aunque como ya estaba acostumbraba a este clima, simplemente lo soporto, cuando llego a la orilla, en donde las aguas de la cascada eran más tranquilas, busco con la vista al joven que había caído, ella sabía muy bien que era imposible que sobreviviera, pero entre su gente era una tradición encontrar los cuerpos de esas desafortunadas personas para así darles un entierro.
Pasado una media hora, el cuerpo del joven, que estuvo buscando intensamente, salió a la superficie, el ancho y la profundidad en esta parte del rio, era la suficiente como para cruzar caminando, la joven en esta ocasión no dudo y entro al rio, el agua sumamente helada, lo suficiente para matar a una persona de hipotermia en una hora, le llego hasta un poco más debajo de las rodillas, apretó sus manos para soportar el frio que se extendía desde la base de sus pies hasta su cabeza, solo estaba caminando por un rio, pero esto no era muy diferente de caminar por un suelo cubierto de carbón ardiente.
Cuando alcanzo al joven, rápidamente lo llevo hasta la orilla, fue ahí donde se percató que el joven, aún, teniendo la cabeza partida, casi con su cerebro deslizándose hacia afuera; seguía respirando, ella no era alguien tan débil que se desmayaría con ver a una persona en tal lamentable estado, razón por la que no apartó la mirada y cargo al joven en su hombro derecho.
Cuando llego a su casa, algunos de sus vecinos que habían salido por curiosidad, la ayudaron a llevar al joven a un cuarto vacío dentro de su casa, al final, dentro del cuarto solo se quedó la joven, sus pies desnudos estaban dentro de una tina con agua tibia, y sus manos sujetaban con fuerza la manta gruesa que llevaba alrededor de su cuerpo, tal vez por ser alguien acostumbrada al clima no se enfermaría, pero no debía confiarse, después de todo enfermarse en un lugar pobre y sin recursos como lo es su pueblo, solo atraería a la muerte.
Sus padres antes de pasar a retirarse le pidieron que no se sobre-esfuerce, ella entendió que lo decían porque al chico no le quedaba mucho tiempo y que era mejor descansar, pero negó movimiento ligeramente su cabeza, después de asentir sus padres se retiraron.
Había empezado llover, normalmente siempre está lloviendo, provocando que los ríos se desborden, razón por la cual no se puede producir ningún tipo de cosecha, pero hoy paso algo extraño, las lluvias se detuvieron justo cuando el apareció, la joven pensó que tal vez el chico era alguien especial y que posiblemente podría sobrevivir.
Cuando paso esa idea por su cabeza, la joven de cabello rojizo miro una vez al joven, la herida en su cabeza era más pequeña de lo que recordaba, aunque eso sería imposible, su vista descendió al suelo y entonces escucho un sonido extraño, como si alguien estuviera destrozando la cascara de una nuez, y el sonido se incrementaba cada vez más, rápidamente se puso de pie y camino hacia chico.
---Dios santo, ¿qué está pasando?
Esa palabras salieron de sus delgados labios color cereza, su cuerpo se puso a temblar, aunque esta vez no era por el frio, sino más bien por la extraña escena frente a sus ojos, el cráneo de ese joven debía tener un orificio lo suficientemente grande donde podria caber un puño, pero ahora difícilmente entraría un limón, los espantosos sonidos venían de los huesos de su cabeza regenerándose a una velocidad que pareciera repugnante a la visa, cuando la herida desapareció, el cuero cabelludo empezó a crecer, finalmente solo quedo un joven sobre la cama, sin ningún tipo de herida visible, como si nada hubiera sucedido desde un principio.
Una sensación parecída a la de querer vomitar la abrumo, pero se contuvo, se cubrió la boca con su mano izquierda y con la otra sostuvo la manta para que no se le cayera al suelo.
¿Quién... quien es este chico?
Pensó la joven mientras observaba dormir plácidamente al joven de cabello negro, obviamente despertarlo para querer respuesta no sería apropiado, mejor dejarlo para mañana, con este claro pensamiento, la joven, en esta ocasión no tomo asiento sino más bien paso a retirarse a su propia habitación, mientras cerraba la puerta observo por sobre su hombro al joven con intensa curiosidad.
***
[Sábado 11 de abril del 2020 <02:57 pm>]
El cielo azul se extendía hasta donde la vista alcanza a ver, y al no haber nubes, el sol podía alumbrar todo a su paso, esto podía ser cómodo para algunos, pero para Carol, amiga de María, era un total sufrimiento, su madre le había advertido antes de salir de casa que se llevara una sombrilla o bloqueador, porque estaba haciendo mucho calor, no es necesario decir que su terquedad la llevo a este cruel destino.
Sudor caía por su piel clara como la nieve, su cabello negro atado en dos colas a los costados, se agitaban cada vez que se movía de un lado a otro, como si fuera un zombi, sus ojos café oscuros veían la calle interminable, posiblemente nunca llegaría a la casa de su amiga, pero ella hizo una promesa, que iría 'hoy sábado' a la casa de María, que se reuniría con todas, era su primera visita a su casa a lo que respecta a lo de este año, así que se aseguraría de cumplir su palabra, tomando fuerzas de donde no había, apretó los dientes y siguió caminando, cuando cruzó la calle en una intersección, se encontró con un grupo de tres chicas, da la casualidad que eran sus amigas.
---je.
--- ¿Estás bien, Carol?...
---Apuesto que otra vez le llevaste la contraria a tu jefa.
La joven de lentes y cabello azulino atado en una trenza que se movía ligeramente a su espalda, de nombre Isabel, cuando vio a Carol en ese lamentable estado de sufrimiento soltó una risa de burla mientras se cubría sus tiernos labios con sus finos dedos, a su espalda, una señorita de cabello y ojos color almendra, de nombre Rebeca, preguntó mientras intentaba sacar una toalla húmeda de su cartera, al percatarse que solo estaba su cámara profesional, se quedó en silencio, a su lado derecho se encontraba Lucia, ella empujo su lago cargo cabello turquesa hacia un lado y la empezó a regañar.
Daba la casualidad de que Isabel si llevaba bloqueador y toallas húmedas en su cartera, pero no dijo nada, una gran parte de ella apreciaba la escena frente a sus ojos, podría ser que por dentro soy una S, con este pensamiento siguió caminando hacia la casa de María, en donde ella y el resto de sus amigas se toparon con un desafortunado problema, un problema con el que siempre se encontraban cada primera visita del año, 'el quien tocaría primero la puerta', tal vez sea algo sin importancia para ojos ajenos pero a lo que respecta a ellas, es tan importante como los regalos de navidad, puesto que quien toque 'primero', muy aparte de estar en primera fila, sería la primera en recibir el abrazo de bienvenida de María, sea como sea, nadie quería perdérselo, a lo largo de los años, todas ya habían tenido su oportunidad, hasta se podría decir que están empatadas, así que este año la ganadora tendría un punto de ventaja, el fuego en sus ojos dejaba ver la determinación en sus almas, paradas frente a la puerta de María, empezó una vez más la competencia del yan ken po.
Los transeúntes seguían su paso, algunos con sombrillas, otros soportaban el calor, pero todos los que justo pasaban por el costado de una determinada casa, veían incomodos la ferviente guerra entre cuatro mujeres, obviamente lo que estaban haciendo era jugar el simple juego de yan ken po, o eso era lo que ellas creían, las personas ajenas tan solo dudaban lo que sus ojos habían visto y proseguían caminando.
Al final la ganadora fue Isabel, su cabello azulino se había liberado de la trenza por el arduo enfrentamiento, sudor caía de su frente, se deslizo hasta sus mejillas rosadas en donde fue intervenida por una toalla húmeda, Carol, al notar un bloqueador justo al lado de la toallas húmedas la miró con enfado, mientras el resto caía de rodillas al suelo mientras miraban su mano, gritándose a sí mismas que debían haber elegido tijeras y no piedra.
---Bien, mi momento ha llegado.
Ya con el rostro limpio y presentable, Isabel llevo su temblorosa mano derecha hacia el timbre, la emoción del momento hizo que todo su cuerpo se estremeciera, sentía un hormigueo en el estómago, que la obligo a poner su mano izquierda sobre este.
En este momento, yo, Isabel, voy a invocar a un ángel.
Su rostro sonrojado y su sonrisa que se hacía para un lado, un mal hábito que ya había corregido cuando ingreso a la secundaria, pero que ahora se hacía presente, por surte su amigas están lo suficientemente ocupadas por su falta de suerte que no lo han notado, su dedo índice llego a la base del timbre y al sacar fuerzas de donde no existían antes, empujo su cuerpo.
El sonido del timbre recorrió cada rincón de la casa, era el habitual tin-ton, que se suele oír en las películas, pero eso no le importaba a Isabel, una vez que escucho los suaves paso llegar a la puerta, su cuerpo casi convulsiona, apretó ambas manos para evitar a toda costa que eso ocurra, la puerta entonces se abrió dejando solo ver una sombra, antes de darse cuenta todas se encontraban espaldas contra el suelo mientras eran abrazadas por una sonriente chica.
María había estado esperando en la sala a partir de las dos, esperaba la llegada de sus amigas, aunque habían quedado para las tres, la emoción de que vendrían a visitarla le dio una sensación de calor en el pecho, fue entonces cuando el sonido del timbre que tan había esperado que sonora, lo hizo, se levantó de su silla y corrió hacia el pasillo, corrió lo más rápido que sus piernas le permitió, abrió la puerta y sin dudarlo salto sobre Isabel, cayó al suelo, en donde aprovecho en abrazar a todas.
---Estas demasiado alegre el día de hoy, vamos que estas exagerando.
---Bien que estas feliz por el reciente suceso, basta, deja de babear.
---Así que esto es el paraíso.
---Luna de miel.
Los ojos de Isabel daban a entender que ya había encontrado el camino astral, mientras Carol le reclamaba que dejara esa extraña mueca en su cara, puesto que una brillante saliva empezó a recorrer desde la esquina de sus labios hasta su mentón, en donde su cara estaba muy cerca, intento moverse pero el abrazo de María, no se le permitió, no es que ella tuviera más fuerza es solo que la suave sensación de tener su cuerpo contra el suyo le hizo dudar, lucia parecía estar siendo llevaba al cielo por los mismo ángeles y Rebeca, ya estaba organizando la luna de miel en su cabeza.
No paso mucho tiempo para que esta burbuja rosa terminara, después de todo, quien no notaria a toda esa gente parada en la calle, mirándolas con disgusto, se disculparon un par de veces y luego entraron a la casa, en donde todas juntas al mismo compás liberaron un suspiro, sus hombros se soltaron, que vergüenza..., todas compartían ese mismo pensamiento, a excepción de una, quien se paró al frente de las cuatro chicas, sonrió y dijo.
---Bienvenidas.
Isabel, Carol, Rebeca y Lucia, le devolvieron la sonrisa aunque sus rostros aun reflejaban la incómoda situación de hace un momento.
***
---ta-daaaaan.
Sobre la mesa del comedor se colocó una torta multicolor de gelatina, la persona sonriente que había comprado este presente antes de encontrarse con sus dos amigas, fue Lucia, había aprovechado que al frente de su casa hay una pastelería, y como conoce a los dueños de hace varios años, le dieron un buen descuento, todas vieron la torta y a Lucia con incredulidad, no podían creer que la tacaña del grupo había comprado una torta lo suficientemente grande para todas, de repente empezaron a medirse la temperatura o pellizcarse para despertar del sueño, cuando comprobaron que todo era real, gritaron.
--- ¿¡Quién eres, y que hiciste con Lucia!?
--- ¡Ella nunca gastaría su dinero en comprar un presente!
--- ¡Habla o calla para siempre!
Lagrimas se formaron en sus ojos, la sonrisa aún se mantenía, pero parecía como si solo fuera una muñeca, había comprado la torta circular con mucha emoción y solo recibió reproches, la única que no dijo fue María, quien solo se acerca y la abrazo, le susurro en su oído un gracias, lo que provoco que una línea roja se dibujara desde su nariz hasta sus labios, sus amigas se quedaron en silencio, esperando que pase lo mismo que el año pasado.
---...
Como si le hubieran cortado las cuerdas a un muñeco, Lucia se cayó entre los brazos de María, mientras que algo parecido a un alma, salía por su boca.
---Se desmayó.
---Eso parece.
---Bueno, más torta para nosotras.
---Dejen de hablar y ayúdenme.
Rebeca observo como su amiga se movía como si fuera un trapo, Carol afirmo e Isabel se puso a buscar un cuchillo y así partir la torta, María solo se quejó porque todas se habían puesto a balbucear lo que querían y nadie iba a su ayuda.
Había transcurrido veinte minutos, Lucia ya despierta, conversaba alegremente con sus amigas sobre una silla alrededor de una mesa ovalada, tazas de té caliente se encontraban al frente de cada una junto con respectiva porción de torta.
---Y a todo esto, ¿Dónde están tus padres otra vez?
---Yo pensaba que en esta ocasión si me presentarías a tus hermanas.
---Nunca están cuando venimos de visita.
---Será que nos odian...
Isabel separo la taza de té de sus labios y lo bajo hasta la mesa, luego pregunto sobre una duda que tuvo desde que entro a la casa, le siguió Carol, quien parecía desilusionada, Lucia comento mientras miraba el comedor, gracias a lo que dijo Rebeca, todos bajaron la cabeza algo tristes, siempre habían querido conocer a sus futuros suegros, como pre-sintiendo lo que cada una acaba de pensar, todas se miraron con el ceño fruncido.
---No es eso, se los juro, mis padres también querían conocerlas, pero les surgió un trabajo y tuvieron que salir urgente, lastimosamente ya es costumbre llevarse a mi hermanas, es un poco triste para mí también, por eso, estoy muy, pero muy feliz que hayan venido.
Las palabras y la sonrisa de su rostro, despejo cualquier signo de tristeza en sus rostros y almas, tal vez sea esta una de las razones por la cual siempre quieren estar a su lado, el sentimiento de calidez que María les ofrece, es como si fuera la reencarnación de alguna Diosa, la luz en toda la oscuridad de este mundo.
Cuando observo que sus amigas ya se encontraban con la mirada en alto y con enorme sonrisa en sus rostros, María libero un suspiro interno y se puso de pie para llevar su plato al lavatorio, pero fue intervenida por Lucia, quien iba a pedirle que le dejara llevar el suyo, pero ambas chocaron y la taza que sostenía María cayó al suelo y se rompió en pedazos.
---Discúlpame, no fue mi intención.
Para cuando termino de disculparse, María ya había estado recogiendo los trazos esparcidos por el suelo, tratar de ayudarla podría hacer que provocara otro accidente sin querer, así que se quedó en silencio hasta que escucho un auch..., el leve quejido provino de su ser mas preciado, de su ángel de la guarda, sus pupilas se contrajeron con tal fuerza cuando fue testigo de varias gotas de sangre que pintaban el suelo mayólicado.
El corte fue masomenos de cinco centímetros, bastante profundo como para necesitar atención médica, cuando Isabel se arrodillo para ver la herida de María, este ya no estaba, posiblemente había un error así que llevo de la mano a su amiga hasta el lavatorio, lavo la sangre en su dedo índice derecho, cuando su mano quedo limpia, reviso y masajeo con sus dedo, para encontrar el corte que ella misma había visto.
---No esta...
Estaba segura que lo vio, era un corte lo suficiente profundo como para hacer ver la carne colgando a un lado de la herida, sus boca se quedó floja y no supo que más decir.
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[*** 11 de *** del *** <02:57 Am>]
---No, no puedes estar hablando en serio...
Esas palabras ahogadas salieron de los labios resecos de jeremías, quien acaba de recibir la noticia que una de los 12 sabios, y amiga de hace mucho tiempo, había fallecido.
Su muerte había sido confirmada hace una hora, cuando los reyes del pentágono, notaron que una de las 12 orbes, que representan a los sabios, había apagado su luz de vida, era algo que jamás, a lo largo de la historia, había ocurrido, muy por encima que los sabios están en la cúspide del poder y que matarlo es casi imposible con los recurso actuales, siempre, cada vez que invocan a un determinado héroe, tiene la estricta norma de ser resguardarse dentro de templo sagrado, si uno de los sabios acababa de morir, era imposible que haya sido dentro del templo, lo que llevo a varias dudas y rumores, aquellos rumores llegaron a la gente de confianza de Jeremías, y uno de ellos rápidamente fue informar.
El joven al notar la mirada vacía en el rosto del sabio, a quien le tenía un gran respeto, apretó los puños y con una expresión decaída paso a retirarse.
Jeremías ni siquiera había escuchado cuando el joven cerró la puerta, solo se quedó ahí, sentado en su escritorio con la mirada perdida en alguna parte de esta amplia habitación.
Es... es mi culpa.
Un leve susurro que se perdió en el viento salió de su débil boca.
Pasado unas horas, la noticia de que uno de los sabios había muerto, recorrió cada parte de los cinco reinos, la desesperación y horror empezó a desatarse en las grandes ciudades, era obvio, puesto que solo se podría detener la amenaza de los reyes demonios y sus subordinados, con los 72 héroes, ahora que uno ha muerto, invocar al resto sería imposible, este mundo acaba de ser condenado a su extinción.
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[Sábado 11 de abril del 2020 <06:22 pm>]
El cielo se oscurecía a medida que el tiempo pasaba, a estas horas de la tarde, se podía apreciar un cielo naranja, las nubes se formaban alrededor del sol, como si lo estuvieran acompañando a su retiro.
Habían acordado que se quedarían a dormir, después que maría comentó sobre que sus padres y hermanas no vendrían a dormir el día de hoy, lo que sorprendió a María fue la rápida idea que se les ocurrió a sus amigas después de la notica, 'ya que no estarán, podríamos hacer una pijamada', sus ojos suplicantes fue demasiado como para alguien tan amable como ella rechace, así que asintió.
Ahora se encontraban haciendo la cena, dos de ellas habían ido hacer las compras, y el resto se encargó de cocinar. Cansadas de haber corrido ida vuelta del supermercado más cercano, Lucia e Isabel, se encontraban sentadas, intentando calmar su respiración mientras observaban las habilidades de Carol, quien se encontraba haciendo el aderezo para los tallarines rojos, ante sus ojos, la ama de casa perfecta a aparecido, su vista luego paso a Rebeca quien junto a María, freían partes del pollo en una sartén, sin contar a rebeca, la vista para estas dos jóvenes es la perfección, si solo hubiera un picazo que pudiera plasmar el bello arte frente a sus ojos. Suspiraron.
Como era de esperar el tiempo paso más rápido de lo que pensaban, un rato se encontraban comiendo los tallarines entre risas y comentarios sarcásticos, y ahora se encontraban todas juntas durmiendo en un solo cuarto, habían puesto varias sabanas gruesas en el piso para usar de colchón, apagaron las luces mientras corrían juguetonamente para acomodarse, de ante mano, se había acordado entre cuatro señoritas, que su Diosa, María, iba ir al medio, así que disimuladamente, sin que ella lo note, la llevaron al centro de formación y ahí se quedó.
---Misión cumplida, je, je, je.
---Guarda silencio que se dará cuenta.
---Nada disimulada puede ser.
---Deja de babear.
Por el nivel de felicidad, que jamás creyó llegar en toda su vida, la sonrisa de Isabel se retorció a un lado, y no evitó soltar el plan que habían armado, Lucia se quejó, Rebeca suspiro y Carol le advirtió mientras intentaba alejarse de la baba que se le estaba escurriendo de la boca a Isabel.
La formación era una sola línea, primero por la izquierda estaba Carol, le seguía Isabel, María en el medio, seguida de Lucia y Rebeca, la comodidad fue tanta que después de varios minutos sucumbieron contra el sueño, eran ya casi las once de la noche, aunque habían estado tan emocionadas diciendo que se amanecerían conversando, el cansancio fue un factor determinante, María observo los angelicales rostros dormidos de sus amigas, no es como si no tuviera sueño, más bien sus ojos le rogaban que los cerrara, pero...
Y si vuelvo tener la misma pesadilla...
Aun no había olvidado lo que había ocurrido en sus sueños, tampoco lo que el espejo le mostro al despertar, el miedo se extendía por cada fibra de su piel, no quería dormir, no quería regresar, el trauma que se había ido gracias al afecto y amor familiar, había chocado contra ella una vez más cuando paso lo del corte en la tarde, ella vio fijamente la herida que se había infringido a propósito, rogaba para que la herida no se cierre, y olvidar todo lo que la mañana, pero contrario a sus suplicas, la herida cerro a tal rapidez que parecía enfermizo, fue una suerte que Isabel pensara que tal vez sus ojos la engañaron.
--- ¿Qué pasa? ¿No puedes dormir?
Una cálida mano acaricio su mejilla, cuando observo, vio que se trataba de Isabel, quien se había despertado hace unos instantes, sus suaves y delicados dedos, recorrieron de su mejilla hasta mentón, parecía a punto de darle un beso, pero Carol le dio un codazo en la espalda mientras susurraba, no te pases de lista.
---yo, tuve una pesadilla...
Con su mirada vacilante, María empezó a hablar.
---Tengo miedo que se vuelva a repetir.
Al ver a su ángel tan desprotegida, la expresión preocupada de Isabel, cambio la de un zorro hambriento, otro codazo se le fue dado en la espalda, el dolor en esta ocasión fue tan intenso que sin querer ya había abrazado a María, su expresión se volvió rígida porque sabía que llegado a estas alturas si se propasaba, el aura asesina de sus tres amigas, la terminarían consumiendo a cenizas.
---N-no te preocupes, nosotras estamos aquí contigo, te aseguro que nada va a pasarte, así que, puedes dormir tranquila.
Trato de usar un tono de voz especial, para darle la seguridad que ella necesitaba, y al parecer había funcionado bastante bien, lagrimas se habían formado en los bordes de María, y al no contener la emoción abrazo a Isabel con todas sus fuerzas, quien soporto la presión y acaricio de su cabeza poco a poco hasta que se quedara dormida.
Cuando inhalo el dulce aliento de María, esta se desmayó.
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