Una familia que no está

La mirada de Ledy se oscureció cuando vio a su compañero muerto en el suelo, dio media vuelta, dirigió la mirada hacia los árboles, en donde sintió múltiples miradas que desprendían solo odio y sed de sangre, "está bien si me odian, así podre matarlos sin compasión" pensó Ledy, al mismo tiempo que cortaba las bases de los árboles, para que estos no tuvieran más remedio que atacar directamente, lo que no sabía que al tomar esta acción estaba separándose del grupo, siendo atraído nuevamente hacia una trampa, aunque de haberlo sabido igual habría ido.


Una niebla que gradualmente se denso hasta impedir todo rastro de visibilidad, se levantó a su alrededor, aunque eso no le importaba después de todo tan solo debía seguir la sed de sangre que desprendian, fue justo cuando el sonido de una rama rompiéndose dio la señal de ataque, varias cuchillas fueron lanzadas, Ledy las intercepto todas, al ser el más viejo, entre Sebastián y Grouw, contaba con mayor experiencia, razón por la que sus sentidos son agudos, desviar todas esas cuchillas serian pan comido, siempre y cuando algo de mayor nivel no interfiriera, y fue lo que paso.


Bajo sus pies se dibujó de repente un círculo mágico color negro, que no llego a notar hasta que este se completó, una vez dentro de este era imposible moverse, todas las cuchillas atravesaron sus gruesa armadura y penetraron la piel, la carne al dividirse dejo pase libre al filo, que se encargó de cortar las venas, arterias, tendones y todo lo que se cruzaba, a su vez el veneno dentro de estas se esparció dentro de su cuerpo, usando un hechizo acortado logro detener el avance del veneno, salvándose de la muerte.


Sus ojos se abrieron mientras sus pupilas se dilataban, no entendió lo que ocurrió hasta que su visión que ya de por si era borrosa, le dejo ver a cierto joven atravesándole la garganta con una daga purpura, la cual se bañó en su sangre, su alma abandonó su cuerpo en ese instante, dejando solo un cuerpo sin vida que solo se arrepintió de no haber vengado a su familia.


--- ¿¡Dónde está Ledy!?


Peguntó Marco mientras cortaba a todo espíritu de fuego que se le acercaba, hace tan solo unos segundos Sebastián murió frente a sus ojos sin poder hacer nada, y ahora perdió de vista a Ledy, el peso de la defensa había sido desequilibrado, tanto que solo él y Grouw no podrían encargarse, por un momento pensó en hacer que el muchacho pelee, pero vio como Amanda, lo protegía con su vida, aun cuando ya no le quedaba casi nada de magia, lanzaba hechizo simples para protegerlos de los cuchillos que eran lanzados hacia sus puntos ciegos; así que decidió no hacerlo, en su lugar escogió algo más osado, si funcionaba, dejaría una abertura en el círculo mágico y el resto podría escapar.


"Han transcurrido 99 años, 67 desde que te perdí, creo que ya puedo ver el sentido de mi vida... tal vez fue para este momento" Marcos pensó, al mismo tiempo que se determinó en hacer lo que pensaba que era su última misión, detener un hechizo de ese nivel, tan solo provocaría la muerte de quien lo intente, pero si así logra salvar a Grouw, Joseph, y más importante que todo, la sabia Amanda, sin ella, no se podría invocar a los siguientes héroes, si eso ocurre, el mundo humano desaparecerá.


Antes de hablar, Marcos apretó fuertemente sus puños, su espada vibro como respondiendo a la fuerte determinación que poseía su portador.


---Sr. Amanda, asegúrese de sobre-vivir por favor, si usted muere, y no se ha completo invocar a los héroes, todos...


--- ¿En qué estás pensando?


---Grouw, Joseph, les encargo la seguridad de la sabia Amanda.


Cuando termino, corrió lo más rápido que pudo, tanto que los espíritus que pasaban justo por su lado, no lograban ni tocarlo, a los pocos segundos alcanzo la cima de una de las cinco montañas, para su suerte no había nadie que pudiera evitar su plan, el cual consistía en interceptar la señal, básicamente este hechizo utiliza las montañas como una antena, a la cual envía una cierta frecuencia mágica, que es amplificada hasta crear un pase, del mundo de los espíritus y el real, si el pudiera evitar que la señal de aquí no pase a la siguiente montaña, tal hechizo se detendría hasta que la señal vuelva, eso significa, que hasta donde su cuerpo aguante.


---Aquí vamos.


Rápidamente acumulo toda la energía vital dentro de su cuerpo, lo mezclo con hechizos de fortaleza corporal y endurecimiento, cuando su cuerpo obtuvo una resistencia semejante al acero, se adentró a la curva de fuego, el intenso calor gradualmente se hizo cada vez más insoportable, el color de su cuerpo pasaba a ser cada vez más rojizo, sabía que ni con todo esto podría darles a sus compañeros mucho tiempo, con las justas podría resistir unos minutos, después su cuerpo se convertiría en cenizas.


--- ¡Debemos correr Joseph!


Dijo alterada Amanda.


--- ¿Que pasara con Marco?


--- No te preocupes, lo conozco de hace años, el no morirá tan fácil.


Amanda no supo cómo responder a la pregunta de Joseph, por lo tanto fue Grouw, quien respondió, no es como si no supiera la verdad, pero tampoco quería perder la esperanza que su compañero regresaría, sin decir nada más, se adentraron más hacia el bosque, con la máxima velocidad que sus agotados cuerpos le permitían, el emblema de fuego volvió aparecer en el cielo, lo quiso indicar la muerte de Marco, aunque para ese entonces ellos ya se encontraban fuera del rango del círculo mágico.


Siguieron corriendo, sin pensar en la hora o dirección, no detuvieron sus pies por nada del mundo, hasta que uno de ellos cayó al suelo, su rostro se enterró en el suelo, la tierra húmeda raspo su mentón, no era una herida grave a comparación con lo de su pierna izquierda en donde tiene incrustado una daga purpura.


--- ¡haaaa!


Joseph grito por el dolor que se extendió desde su muslo izquierdo hasta su cerebro, cada fibra de su ser empezó a enloquecer por el intenso dolor, pequeñas venas se enmarcaron en su cien, a consecuencia que el palpitar de su corazón se hacía cada vez más rápido, sus manos agarraron con fuerza el suelo e intento arrastrarse hacia Amanda, quien apenas noto que Joseph no les seguía el paso retrocedió.


---Maldición, falta un poco más, un poco más y podre recitar un hechizo de teletransporte.


La poca esperanza que aún conservaba Amanda, era en el hechizo de teletransporte, había estado juntando cada vez que podía un poco de su energía para poder recitar el encantamiento, aunque si lo lograba a lo máximo que podría llevar seria a uno más, eso significaba que Grouw debía quedarse.


Pero no podría decirlo, como podría decirle a alguien que muera para salvar su vida y el de Joseph, a lo mejor si hacían un poco más tiempo podría reunir la suficiente energía para llevar a los dos, pero a juzgar por el escenario frente a sus ojos, eso lo veía imposible, Joseph había sido herido de gravedad y probablemente no podría seguir corriendo, o eso pensó hasta que vio como la carne del joven hizo uno ligeros movimientos para desprender la daga del interior.


Al final, cuando la daga purpura cayó al suelo, la herida de Joseph desapareció, al igual que el veneno que había empezado a esparcirse en su cuerpo.


--- ¿Qué significa esto...?


Quien había visto todo eso, sin perderse ningún detalle, fue Grouw, esa pregunta salió de su boca, al no saber lo que estaba ocurriendo exactamente, no creía que su vista le estaba jugando una mala broma, además que una herida así de mortal sería imposible de curar para un mago corriente, tal vez si fuera de un nivel comparado a un sabio, podría ser, pero eso no fue magia, justo frente a sus, la carne de ese chico de nombre Joseph se movió de forma extraña, como si tuviera pensamiento propio.


---Joven Grouw, puedo explicarlo.


---No necesito explicaciones, solo quiero que se quite la capucha...


Grouw tomo una breve pausa, apunto la punta de su espada en dirección a Joseph, entonces continuo.


---Quítate esa capucha, niño.


En cuestión de un parpadeo un círculo mágico de color negro apareció bajo los pies de Grouw, evitando así la posibilidad de poder moverse, ya sin escapatoria, Amanda quiso tomar la mano de Joseph, para así teletransportarse, pero apenas estiro su brazo derecho este se le fue seccionado, su brazo cayó al suelo haciendo un sonido seco, la sangre formo una pequeña laguna a su alrededor, su mente se nublo por cortos segundos, pero aun así no se rindió, estiro el izquierdo, aunque el resultado fue el mismo, al final perdió ambos brazos.


--- ¡Amanda!


--- ¡EY, ey, ey, tú no te muevas!


Al ver como Amanda había perdido los dos brazos solo para protegerlo, Joseph se puso de pie para alcanzarla pero recibió un puñetazo en la cara de parte un hombre desconocido, inevitablemente cayo al suelo una vez más, la tierra entro en su boca en esta ocasión. Apoyó su peso en sus codos, escupió la tierra de su boca y subió la mirada hacia aquel hombre.


Sus características eran simples, tipo alto como de dos metros, una armadura azabache y aun aura que haría que se te congelara la piel de solo mirarla, su rostro no es visible pero, a través de ese casco se podría discernir unos horrendos ojos carmesí, este no era un hombre realmente, sino más bien un demonio menor que recientemente, a mediados de octubre; se convirtió en uno de clase media, gracias a 'cierto' hechicero que le puso un nombre.


---Les daré lo que quieran... pero dejen al chico...


El brillo de vida en los ojos Amanda, parecían tan débiles, como si en cualquier momento se apagarían y no volverían jamás, aun con todas las dificultades se las arregló para decir eso.


---No será necesario anciana decrepita, ya todo lo que queremos esta justo aquí.


---Muévete a un lado.


El de la armadura azabache negó toda opción de negociación con esa simple oración, que la hizo al mismo tiempo que señalaba al joven que lo miraba con intensidad, aunque obviamente no había odio, eso le pareció aburrido al demonio de clase media. En ese momento, de la oscuridad entre los árboles, una quinta persona apareció, era un anciano con una bata blanca, casi de la edad de Amanda, quien supo su identidad apenas lo vio.


---Pedro...


Así como ella lo había dicho, la identidad del anciano frente a sus ojos, era nada menos que Pedro, uno de los 12 sabios del pentágono.


---Oh, Amanda, así que te inmiscuiste en todo esto, te juro que te tome como uno de los sabios más inteligentes, pero a juzgar por tu situación, estuve equivocado.


--- ¿Qué es lo que tramas...?


Pedro, miró por encima del hombro a Amanda, y dijo.


---No tengo porque responder, además todos van a morir aquí.


Cuando terminó su oración, levanto su brazo al cielo y trono los dedos, a los pocos segundos un grupo de hombres vestidos con trajes negros y dagas purpuras salieron de entre los árboles y se pararon con respeto frente al anciano, uno de ellos llevaba el cuerpo de un hombre.


---Déjenlo cerca de su compañero.


---Como ordene gran sabio.


Respondió el asesino mientras llevaba el cuerpo de Marco, quien seguía a las justas vivo; hacia Grouw, cuando llego lo arrojó al suelo como si de basura se tratase.


Aun con el cuerpo quemado, este lo reconoció y lo llamo por su nombre.


---Marco...


Ignorando a esos dos tipos, Pedro volvió a seguir el paso, en dirección a Joseph, cuando llego este le quito la capucha, permitiendo ver su cabello negro y ojos verdes.


---Nos volvemos a encontrar, maldito engendro.


Esas duras palabras que cortaron el alma de Joseph, salieron de los labios resecos de Pedro, sus ojos solo reflejaban odio hacia una abominación que no debía estar en este mundo, pero sus retinas, en donde Joseph podía verse reflejado, encontró temor, tan solo por este pequeño inconveniente, él nunca podría odiarlo.


--- ¡Te atreves a mirarme con lastima, a mí, maldito demonio!


Pedro, notó el significado de esa expresión en el rostro del joven, la ira brotó por cada fibra de su envejecida piel, se puso de rodillas frente a Joseph, le tomó del hombro y con su brazo derecho atravesó el pecho del joven como si fuera mantequilla.


Una vez que sacó su brazo, una laguna de sangre, más grande que la persona en cuestión; se formó, la cara de Joseph se enterró en la húmeda tierra de donde ya no se levantó.


--- ¡Como podéis haber visto valientes guerreros, sacrificaron sus vidas por un demonio, eso los hace enemigo del pentágono, lo cual me da el poder para sentenciarlos a muerte!


Sin esperar un grito de lamento o de misericordia, los cuerpos de Marco y Grouw se consumieron en cenizas, fue una muerte tan rápida que posiblemente no habrían sufrido ningún tipo de dolor, al ver esta escena, pedro pensó que realmente era un ser amable por permitirles una muerte indolora.


Pero, fue por este descuido que Amanda se teletransporto justo al lado de Joseph, tenía la suficiente magia para teletransportar a dos persona, osea dos intentos en solitario, apego su cuerpo al del chico para alejarlo lo más pronto posible, una espada atravesó su espalda, perforo su pulmón derecho, siguió su camino hasta salir por el pecho y atravesar también el corazón de Joseph, quien había sanado ya su herida anterior.


---A...Ama...


Joseph trato llamarla por su nombre pero sabía que ella ya no lo escucharía, ella ya había perdido el color en sus mejillas y el brillo en sus ojos, su corazón ya se había detenido, lo que estaba al frente, era su cadáver, el cadáver de una persona que no perdió las esperanzas y logro llegar hasta el, y aunque hubo una persona que pensó que todo ese esfuerzo fue en vano, aun así lo intento, lo intento y gano, puesto que el hechizo fue culminado.


Un círculo mágico de color blanco apareció a espaldas del joven y fue succionado por este a la velocidad de un parpadeo.


Lo único que quedo en ese inmenso bosque fue un grupo de asesinos, el demonio de nivel intermedio, Pedro, y el cadáver de Amanda, el cual fue cremado en ese mismo instante.


Al otro lado del mundo, un círculo mágico apareció cerca de una cascada, de donde salió el cuerpo de un joven bañado en sangre, pero sin ningún tipo de heridas en su piel, este cayó dentro de un rio donde perdió el conocimiento al golpearse la cabeza con una roca, se dejó llevar por la corriente hasta llegar a una cascada, de donde no se supo nada de Joseph.


***


[Sábado 10 de abril del 2020 <10:52 pm>]


Bajo la oscuridad de la noche, se encontraba una jovencita de largo cabello color cereza, sus ojos, que eran del mismo color, veían con curiosidad cierta casa, de donde hace unos minutos apareció una luz de color verde claro, las luces de la casa se encontraban apagadas, como si todos ya se hubieran ido a dormir, razón por la que hasta ahora no se atrevió tocar el timbre, no quería molestar a sus vecinos, así que ahí se quedó, parada frente a la puerta alrededor de treinta minutos, hasta que una de las vecinas de al frente, quien recién había llegado de trabajar, se detuvo para preguntarle a la joven que si buscaba a alguien, a lo cual respondió.


---No, es solo que note una luz extraña y quería saber si estaban bien las personas que viven en esta casa.


La señora escucho la respuesta de la hermosa señorita, y pensó en lo que podría haber pasado, aunque no llegó a ninguna conclusión sobre que originó esa extraña luz, tan solo se limitó a responder.


---En esta casa solo vive una señorita de nombre María.


***


[Sábado 11 de abril del 2020 <09:35 am>]


La luz natural que el sol ofrecía al mundo no podían ingresar dentro de la habitación de cierta joven puesto que las ventanas se encontraban cerradas, el cantar de la aves era casi inaudible por culpa de una alarma, que ya desde hace unas horas, cumple con su función de despertar al propietario, pero a pesar del molesto ruido este no despertaba.


No paso hasta cierto tiempo que la persona en cuestión, despertó.


Sus ojos verdes claros empezaban a distinguirse a medida que sus parpados se levantaban, sus largas pestañas la hacían ver como si una hermosa muñeca de porcelana se preparaba para recibir las buenas nuevas del día.


Repentinamente sus ojos perdieron el brillo que le daba ese encanto a sus ojos, pasó porque al momento de abrirlos completamente, ella recordó cada escena, cada momento que estuvo en ese mundo, podría haber sido un mal sueño o pesadilla, sería normal para una persona llegar esa conclusión, y por supuesto María también llegó pensar así, solo que hubo cierto inconveniente, ella vio algo que superaba por creces a la ficción.


Frente a ella se encontraba su ropero, muy aparte de tener tres cajones largos y dos pequeños, en donde guarda su ropa, encima había un espejo de treinta por sesenta centímetros, el cual le mostró el reflejo de una joven con el cráneo abierto, una masa rosa palpitante parecía a punto de escurrirse de entre el orificio de donde podría caber fácilmente un puño, toda la sangre a su alrededor empezó a evaporarse como si la escena de terror que se reflejaba en sus pupilas solo fueran producto de su imaginación, al mismo que la mortal herida también empezaba a sanar, la piel y los huesos que constituyen el cráneo, se regeneraron a tal velocidad que si observabas atentamente, podías ver y escuchar lo grotesco que era.


Cuando la herida sanó, el cuero cabelludo volvió aparecer, al poco tiempo, frente al espejo solo se veía a una joven de 16 años, de nombre María Fernanda, la expresión de su cara empezó a retorcerse, la muerte de Amanda y los otros guerreros, las crueles palabras que se grabaron en su mente, "Nos volvemos a encontrar, maldito engendro" "¡Te atreves a mirarme con lastima, a mí, maldito demonio!", eran estas palabras, las que se repetían en su mente, una y otra vez, pasando a ser de un simple eco a uno cada vez más fuerte e insoportable.


La sensación de ser atravesada por una espada, su corazón haciéndose trisas, su tobillo siendo comido, múltiples pedazos de metal incrustándose en su carne... su cerebro no soportó la gran cantidad de información y se estremeció, algo dentro de su estómago, que pedía salir con ansias, no espero por afirmaciones, el calor se extendió por toda su garganta hasta llegar a su boca, María intento contenerlo pero el ácido gástrico, salió sin más, mojando así las sabanas.


Sus gritos de dolor y pesar, se escucharon por toda la casa, sus padres y hermanas, abrieron la puerta, la expresión de preocupación se reflejó en los vacíos ojos de María, una familia que se preocupaba y velaba por ella, eso era lo único que quería, y mientras lo tuviera, su personalidad despreocupada siempre prevalecería.


La pequeña línea entre la realidad y la locura, si alguien tratara de medirlo, entonces, definitivamente ella estaría sobre una delgada línea, una línea tan delgada como el grosor del hilo de una araña.


---Hija ¿Estas bien?


---Mira todo este vómito, es obvio que no está bien, un médico, ¿quieres que te llevemos al hospital?


Sus padres empezaron a marcar el número del hospital en sus celulares, pero fueron detenidos por la misma María, quien les dijo.


---No se preocupen, estoy bien, todo está bien.


Aun después de ver la sonrisa de su hija, la preocupación dentro de sus corazones no desapareció del todo, pero al menos sus cuerpos se relajaron, liberándose de la tensión de hace unos segundos.


En el caso de sus hermanas, la abrazaron sin intensión de soltarse, el afecto que le mostraron y el amor en sus ojos, hizo que la presión sobre su corazón se aliviara.


---Te queremos mucho, hermana.


---No sé qué haríamos sin ti.


Cada palabra, cada acción, cada gesto de amabilidad, todo era necesario para cerrar la herida en el corazón de María, sino fuera por ello, ir a una escuela y actuar como una estudiante normal, sería imposible. Todo esto fue su forma de apartarse de la realidad, una 'realidad' que enterró hace muchos años junto a su anterior familia, que hasta el día de hoy la atormentan como viejos fantasmas.


---Primero, debemos lavar estas sabanas, están todas sucias.


Dijo la madre mientras colocaba sus manos a su cintura, como si estuviera diciendo que se haría cargo, su padre comentó sobre que hoy él estaría a cargo del desayuno, las dos pequeñas se rieron forzadamente mientras corrían hacia la cocina gritando que no era necesario, que se las encargará a ellas, pero su orgullo como padre no le permitiría dejar que sus dos pequeñas hijas lo superen, así que también corrió en dirección a la cocina.


---Ayúdame a llevar las sábanas entonces, hija.


---Sí, madre.


Mientras salían de la habitación con las sábanas en manos, María notó que del espejo solo se reflejaba ella y no su madre, pero lo ignoró, siempre, cada vez que ocurre lo hace.


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