El bosque, la cascada sagrada y el evento de la luna rosa (1)

[Jueves 16 de abril del 2020 <09:12 pm>] --- [*** 16 de *** del *** <09:12 pm>]


Han transcurrido ya cuatro días desde que Joseph se integró a la familia de Zen, fue aceptado como yerno tanto por San y Ann, que eran los padres, y reconocido por los lugareños como un miembro más de 'Ramus'.


Una de las tradiciones más importantes, de las tantas que tenía el pueblo, era sin duda el evento de la "Luna Rosa", no es como si la luna se volviera de ese color, aunque tampoco es como si no fuera a cambiar, para ser más específico, los días que hay luna de sangre, osea cuando la luna en el cielo cambia a un tono rojizo, que ocurre una vez cada veinte años en este mundo, es considerado por los lugareños como el mejor día para procrear, donde sus jóvenes hijos suben la escalera de la adultez con sus respectivas parejas, pero antes que llegue ese ardiente momento, los hombres, tienen la responsabilidad de construir sus propios hogares. La porción del terreno y lugar es seleccionado por los más ancianos. Como la última señorita aun no conseguía pretendiente, el evento se estaba retrasando, aunque con la llegada de Joseph todo se solucionó, los preparativos avanzaban al pasar de los días, se podría decir que todo estará listo para fecha límite que es el Domingo 24 del siguiente mes, que es cuando la luna se volverá roja, como la sangre de las mujeres que dejaran atrás su virginidad.


Las horas en los que los hombres jóvenes iban a cazar al bosque para conseguir el alimento para el pueblo, los adultos, sin distinción de familia, ayudaban a construir las casas para sus futuros nietos o vecinos, todos se ayudaban entre sí, dando entender que lo que más se valoraba no era los lazos de sangre, sino los lazos de amistad. Las mujeres jóvenes, iban en busca de leña en compañía de las madres, mientras que el sol aún no era opacado por las nubes grises, que traían con ellas la intensa lluvia, que eso era entre las 9 am (que dejaba de llover) y las 4 pm (que volvía).


Tal vez fue algo temprano pero antes que el reloj marcara las nueve de la mañana, que es cuando usualmente la lluvia se detiene, ya había dejado de llover, el tiempo de diferencia era mínimo por lo que las personas no le dieron importancia. El sol de la mañana se abrió paso entre las nubes grises que opacaban el cielo, trayendo consigo un hermoso y extenso azul claro, al pasar los minutos, levemente se podía oír el cantar de las aves en el gran bosque y si te concentrabas también podías escuchar el ruido que hacen los animales al buscar alimento entre los árboles, sin duda alguna un pintoresco paisaje que solo los habitantes del pueblo llamado 'Ramus', tienen la dicha de disfrutar.


La luz de sol se filtró de entre las cortinas de la ventana como un vil ladrón, cubriendo el rostro de cierto joven de cabello azabache, quien por el fastidioso calor repentino se vio obligado a despertar de entre sus sueños, sus párpados se abrieron lentamente al mismo tiempo que con su antebrazo se cubría el rostro, obviamente le fastidiaría los ojos si mirara directamente hacia la luz, así que también giró su cuerpo hacia su lado izquierdo, el colchón de la cama se movió ligeramente mientras cambiaba de posición, entonces cuando la luz ya no alcanzaba su rostro, bajó su brazo derecho pero este no llegó a extenderse en la suavidad del colchón, más bien, tan solo las yemas de su dedos se encontraban rozando las sábanas, su vista era borrosa pero podía notar una mancha color rojizo descansando sobre la almohada, mantuvo la calma pero sudor frío ya empezaba a caer de su rostro, la sensación de abrazar a una persona, que a juzgar por la suavidad, calidez y respiración, se trataba de una mujer; lo inundó en una emoción extraña que jamás podría llegar a acostumbrarse, estaba entre feliz, de tenerla tan cerca, y asustado, de haberle hecho algo antes del evento de la luna rosa, según escuchó en la plática con la matriarca antes de ayer, estaba estrictamente prohibido tener relaciones sexuales antes del día prometido, si algo así ocurría ambos serían penalizados con el destierro, uno no se podría imaginar como esa noble ancianita dijo algo tan severo con una sonrisa, "no es normal..." pensó Joseph en ese momento.


La joven de cabello rojizo, que dormía plácidamente a su lado, dejó escapar un "Mm..." mientras estiraba sus brazos y piernas, se colocó de costado (al igual que Joseph), girando su cuerpo hacia su lado derecho. Estando ambos frente a frente, con sus rostros tan cerca que podrían sentir y escuchar la respiración del otro, el silencio que perduró unos cortos segundos, fue interrumpido por Zen.


---Buenos días, Joseph.


---Pe-perdón, ¿te desperté?


---No te preocupes, está bien. La lluvia ya se ha detenido así que creo que es buen momento para ir a preparar el desayuno para mi futuro esposito.


---Déjame ayudarte—


---Sabía que intentarías decirme eso, pero déjame hacerlo sola, hay días en que las mujer desean atender al hombre que juraron amar para toda su vida. Y sabes, no hay nada más feliz que esa persona especial, halague tu comida.


Parecía la escena típica escena de unos recién casados, ella, dando los buenos días a su amado, él, preocupado por no dejarla descansar, cuando la mujer con orgullo propuso preparar el desayuno, el hombre trató de persuadirla de ayudarla pero fue detenido cuando unos delgados dedos se posaron en sus labios, Zen miró a Joseph con ternura y dejó escapar unas palabras que hicieron que su corazón se acelerara, su rostro se sonrojo y no pudo evitar dejarla ir.


Zen llegó hasta la puerta, la abrió al girar la perilla de forma horaria, salió de la habitación y mientras cerraba la puerta dijo, a su vez que observaba a Joseph por el rabillo de su ojo izquierdo.


---Así que asegúrate de alabar mi comida, ¿está bien?


Joseph asintió con entusiasmo, entonces la puerta se cerró, dejando oír unos rítmicos pasos y el tarareo de una mujer feliz.


---Bien, creo que también debo prepararme.


Cada mañana, antes de la hora de ir a cazar con el grupo de jóvenes al gran bosque, y trabajar en la construcción de su nuevo hogar; debía realizar una serie de ejercicios que le ayudarían tanto como en su velocidad, agilidad y destreza, para poder desarrollarse como cazador, ya que ahora es parte de esta gran familia llamada "Ramus", no le quedaron muchas alternativas que digamos.


Una vez que se cambió de ropa, que consistía en un pantalón y camisa simple, probablemente de una tienda de ofertas en la capital que se ubicaba a unos cincuenta kilómetros de donde estaban, en comparación, las botas de cuero podrían ser un poco más caras, el confort del material era prueba irrefutable de ello.


Ya listo, Joseph salió al patio trasero de la casa, sus suegros seguían durmiendo así que no se encontró con nadie en su trayecto, aunque, espió por unos segundos lo que Zen hacía en la cocina, por un momento pensó, "espero que no sea de esas personas que su cocina es altamente tóxico..." el años pasado había visto una película en donde la hermosa chica de cabello rosado, que era casi perfecta en todo, le compartió un poco de comida casera al chico que le gustaba (aparte de ser el protagonista, era un idiota), lo que le pasó después de probarlo, fue censurado. Pero, contrario a sus expectativas, Zen cocinaba con elegancia, cortaba la cebolla, zanahorias y papas, con una precisión, como si el cuchillo en su mano, fuera una extensión más de su cuerpo, suspiró internamente en alivio, y salió de casa.


Antes de empezar con el sed de entrenamiento, calentaba el cuerpo con unos ejercicios básicos, cómo hacer abdominales, sentadillas y planchas, unas veinte por cada una era suficiente. Una vez terminó de calentar agarro el hacha frente a la base de un tranco y empezó cortar la leña que sobró de ayer, lo importante de este ejercicio es desarrollar fuerza tanto en los brazos como en los hombros, así como los abdominales al momento de elevar y bajar el hacha, también al control total de los pasos que haces al retroceder para tomar impulso, esto ayudaría a que no se tropezara en pleno enfrentamiento con algún animal salvaje.


Este tipo de ejercicio es prácticamente su trabajo de toda la vida, al igual que cortar leña, cazar y formar una familia, aunque quién se quejaría de una vida tan pacífica. Como el pueblo tiene los recursos suficiente para el bienestar de todos, nadie sufre de hambre, no son egoístas y tampoco envidiosos, razón por lo que nunca ha existido problemas al momento de repartir la carne que traen los encargados de la caza (que son por su mayoría los más jóvenes), se podría decir que es el lugar perfecto si quieres pasar unas vacaciones, o hasta asentarse sería buena idea.


El único inconveniente que podrías encontrar en este lugar tan pacífico y lleno de vegetación, sería que están justo al lado de la frontera del reino demoníaco, lo único que los protege es el gran bosque y la cascada, que fueron bendecidos por los anteriores doce sabios poco antes de sus muertes, tal vez pensarías, ¿entonces, estas personas se quedaran a morir una vez que esa protección desaparezca?, pues la respuesta sería un "no", estas personas han vivido ya en este pueblo por cientos de años y no son nada ignorantes en ese tema, saben que la protección del gran bosque y la cascada desaparece cuando los Reyes demonios, que representan a los pecados capitales, regresan a la vida, para lo que falta todavía tres años, pero como ellos tienen la costumbre de tomar las cosas con calma, se preparan medio año antes, a lo mucho se demoran un mes en los preparativos, luego parten a la ciudad central del pentágono, donde reciben la protección de los 12 sabios y 72 héroes.


Joseph, apretó el mango del hacha con ambas, inhalo con fuerza, se concentró lo más que pudo para esta vez darle en el centro de la leña, una vez listo bajo el filo del hacha con todas sus fuerzas, tensando todo su cuerpo, el descenso ganó más velocidad, iba ser, por primera vez, un corte limpio, después de haber estado tres días practicando por horas, pero...


---¡¡Cariño, el desayuno esta listo!!


El repentino grito de Zen lo desconcentró, sacándolo de balance, el filo del hacha se desvió de su dirección original, golpeando el borde del trozo de leña, el cual salió volando e inevitable golpeó la cabeza de Joseph. Un "Auch..." salió de su boca, retrocedió un par de pasos mientras escuchaba el trozo de leña caer unos dos metros atrás de él, cayó sobre sus rodillas y llevo sus manos hacia su cabeza, cuando bajó la derecha, vio como toda la palma estaba cubierta de sangre, poco después su visión era del mismo color, sus pupilas de contrajeron, y por un momento fue llevado a un tren de pensamiento que le recordó lo de ayer en la tarde.


***


Por lo general las clases en la escuela de María Fernanda terminan a las tres de la tarde, pero justo hoy jueves, culminaron cerca del mediodía, por la reunión de profesores, en donde se decidiría qué nuevas reglas se incorporarían, cosa que no les incumbe a los estudiantes.


Como había tiempo antes de volver a casa, Carol, Rebeca, Lucía e Isabel, le propusieron a María ir a pasear al parque de las aguas, a lo cual ella asintió con entusiasmo, conversaron un montón de cosas en el camino, cosas como 'si se dieron cuenta que el profesor de historia no se afeito bien la barba y lo hacía ver ridículo' y 'lo que venden en la cafetería sigue aumentando su precio" fueron los temas que se desarrollaron más tiempo, entre risa y risa, al pasar casi una hora, llegaron a su destino.


---Sigo pensando que este lugar desperdicia demasiada agua, ¿acaso les cae del cielo?


Fue lo primero que preguntó Carol, cuando observo las atracciones del parque desde la fila de la entrada, sus demás compañeras se pusieron algo incómodas por lo que demás personas voltearon a verlas por unos segundos.


---Cuando no la tacaña.


---Si algún día te casas, matarás a tu familia de hambre.


---Ya puedo ver a tus hijos correr hacia mi casa por comida.


---No exageren, yo no creo que...


Eva lanzó ese comentario mientras se cubría el rostro con su mano derecha. Rebeca y Lucía solo podían ver la desgracia que depara el futuro para su amiga de casi una vida. María trató de intervenir pero guardó silencio al pensar que tal vez ese futuro no sería tan imposible. Carol observó a las que llamaba "mejores amigas" con una expresión incrédula.


---Para empezar, Carol, el parque de las aguas no malgasta el agua como si fuera un recurso inagotable, tampoco tiene duendecillos bajo tierra que mágicamente hacen aparecer el agua.


Todas prestaron atención a lo que Isabel iba a decir, al ser la más lista del grupo, de vez en cuando, lo que soltaba deliberadamente en su intento por llamarles la atención, resultaba ser de utilidad para los exámenes.


---El parque de las aguas trabaja con un sistema de bombas hidráulicas que—


---Siguiente.


Isabel, quien ya había empezado a hablar como erudita, fue interrumpida por el que atiende 'caja', cuando eso pasó, recién se dieron cuenta que la larga fila ya había desaparecido, un poco nerviosas y avergonzadas, deslizaron sus billeteras de sus mochilas y pagaron cada una su entrada.


Una vez ya dentro, sin rastro de ninguna cara conocida, descansaron sus hombros y soltaron un suspiro.


---Todo esto sin duda, lo ocasionó Carol.


---Sin objeción.


---El pueblo ha hablado.


---No creo que haya sido su culpa.


Al escuchar como Isabel, Lucia y Rebeca la difamaron, su única fuente de luz se abrió paso, entre ese montón de gárgolas burlonas, un sedoso cabello castaño, ojos verdes claros y un color de piel semejante al de la porcelana, brillaron con la luz del sol de la una de la tarde, casi parecía un ángel, su ángel. Sin poder resistirse, abrazo a maría mientras restregaba su mejilla con la de ella.


---María, como lo pensé, eres mi única aliada. Está bien, casémonos.


La palabra "casémonos", justo ahora no era una simple palabra, dentro de su corazón tenía un profundo significado, el palpitar de su corazón se aceleró y sus mejillas se sonrojaron, recordar todo lo que ha pasado en estos días junto a Zen, cada mañana despertar mirándola, tomar el desayuno juntos, pasear en sus tiempos libres mientras se toman de las manos; no fue una buena idea, puesto que sus amigas la miraron fijamente mientras trataban de analizar cada leve movimiento de su rostro, tan minuciosamente que hasta creerías que la están acosando.


--- ¿Qué pasó con esa expresión?


---Se puso nerviosa de repente.


---No será que...


---María... ¿se piensa casar?


La pregunta que Isabel hizo fue como la gota que rebalsó el vaso, todas perdieron la calma y empezaron a googlear desde su celular, buscando la mínima información en la red sobre ese joven que apareció el domingo en la mañana, "¡si claro, venir a entregar un encargo, ese maldito!", todas tenían impresiones que harían llorar a cualquier niño, más bien, uno de los niños que corría en las cercanías lloró al verlas mientras salía corriendo en busca de su mamá, la madre sostuvo a su pequeño de seis años y con el rostro pálido se alejó del lugar.


---Tranquilas, aun no tengo edad para casarme, además no hay ningún chico que me guste.


---...Y qué nos dices de ese chico, ¿Lion creo que se llamaba?


---Si quiera trata de recordar bien su nombre. Es leo.


---Eso no importa, solo responde, por favor...


Cabizbajas, con expresiones tristes, esperaron la respuesta de María, quien solo se limitó a decir.


---No tengo sentimientos de ese tipo por ningún chico. No estoy mintiendo. Yo solo quiero estar siempre con ustedes.


"siempre con nosotras..." fue lo que simultáneamente pensaron las cuatro chicas frente a María. Sus ojos se abrieron como platos mientras una sonrisa se dibujaba en sus rostros, a una extrañamente le empezó a caer una pequeña baba de la comisura de su boca, pero lo limpió antes que las demás se dieran cuenta.


"Mira que proponernos matrimonio a todas... María resultó ser pervertida de lo que pensábamos. Aun así es nuestro ángel" al mirarse para confirmar que todas pensaban en lo mismo, asintieron levemente y regresaron su mirada al frente, fijamente miraron a María y dijeron.


---Entonces siempre estaremos juntas.


Una risilla traviesa vino de esas cuatro, solo que María se hizo la de la vista gorda, con un movimiento exagerado giró su cuerpo 180ª, ahora, con la vista hacia las atracciones del parque, señaló a la más cercana y gritó.


--- ¡Ahora vamos a divertirnos!


Un segundo de silencio mientras sus amigas salían de su burbuja de felicidad.


--- ¡Ooooh!


Todas levantaron sus puños al aire y asintieron.


Primero que nada fueron a las fuentes cibernéticas, se mezclaron con la gente alrededor que miraban los movimientos programados que hacía ver como si el agua estuviera encantada, los movimientos fluidos como si tuvieran vida propia y tratarán de ganarse el aplauso del público, los niños pequeños juntaban un poco de agua en sus pequeñas manos y se las arrojaban a sus amigos, risas por ahí y por allá, las parejas jóvenes mojaban sus dedos con el agua y trataban de secarse con el rostro del otro, las parejas adultas solo se abrazan mientras veían con calidez a sus hijos.


Casi la misma vista podías ver en las fuentes ornamentales, y algunas zonas donde trataban de resaltar la ecología, básicamente pasearon por todo el lugar en al menos dos horas, es una lástima que la función principal de la fuente de la fantasía era en la noche, y no podrían verlo, pero se fueron con rostros conformes y con la promesa de volver algún día.


Todas, como era de esperar, acompañaron a María hasta su casa. Al ser ignorantes de lo que ocurrió aquel viernes, donde María fue interceptada por Sara y sus compinches una cuadra antes de llegar a su casa, volvieron a cometer el mismo error. Luego de llegar a una esquina, dos cuadras antes de la casa de María; Isabel, Carol, Lucia y Rebeca, se despidieron mientras tomaban otro camino, donde también cada una de ellas tendría que decir "hasta mañana".


María caminaba con pasos cortos por la vereda, tarareaba una canción de la radio, del cual no se acordaba ni la letra ni el nombre, pero eso no le importaba. Movía alegremente su cuerpo de un lado a otro mientras recordaba las horas de diversión que tuvo con sus amigas, el transcurso del colegio hasta el parque de las aguas, las conversaciones sin sentido que solo las hacía reír, los momentos incómodos cuando las personas las veía con expresiones que claramente decían "y ¿Quiénes son esas locas?" no tendrías que ser un psíquico para saber eso. Cada uno de estos recuerdos, por muy simples y casi sin importancia para la gente ajena, era irremplazable y muy importante para María.


Una pequeña sonrisa apareció en el rostro de María, había llegado a su casa, un vacío hogar en donde solo la locura era un analgésico para evitar que su corazón se rompiera, bajo su cabeza y la cálida sonrisa que tenía desapareció, justo en ese momento cuando iba a dar un paso para acercarse a la puerta principal, un auto negro se detuvo justo a sus espaldas. Del auto salieron tres hombres musculosos con lentes oscuros y vestidos con smokings, rápidamente cubrieron la cabeza de sara con un pequeño saco, ella intentó forcejear pero sus brazos fueron sujetados por unas grandes manos, tan ásperas como las de un herrero, sin poder resistirse, fue metida al auto negro, el cual aceleró, en tan solo siete segundos, se había llevado a cabo un secuestro perfecto, sin testigos y con una rapidez increíble, tan solo fue llegar meter a la bolsa a la víctima y desaparecer. Tan sencillo que nada podría salir mal, sino fuera porque cierto personaje de cabello azabache, ojos púrpuras y sonrisa retorcida, que se encontraba justo saltando entre los techos, vio los hechos.


María fue golpeada brutalmente en el rostro y en estómago por uno de los hombres con smoking hasta que dejó de gritar por ayuda y oponer resistencia. Su boca se sentía entumecida y el sabor de la sangre abundaba, uno de sus molares no soportó la fuerza de los puñetazos y se rompió, dejando solo un pequeño trozo de lo que era antes, sus dientes delanteros se aflojaron, parecía que se saldrían con solo tocarlos, su cara le dolía y más en la zona de su ojo izquierdo. No podía ver nada por el pequeño saco en su cabeza, lo cual la inundó en un miedo y desesperación imposible de imaginar. Tenía mucho miedo, su pulso se aceleraba, su cerebro se estremecía, un nuevo nivel de locura se abría paso entre la pequeña y cálida luz que aún existía en su corazón, de seguir esto así, tanto como su corazón y su alma.


Quería pedir ayuda pero eso sería en vano, nadie vendría en su ayuda, después de todo no tiene a nadie en esta vida, por un momento la existencia de sus amigas paso por su mente, y eso hizo que su cuerpo se retorciera del miedo, de solo imaginar que ellas estuvieran en la misma situación, su corazón no lo soportaría, quejidos ahogado empezó salir de su boca llena de sangre, a los pocos segundos recibió otros tres puñetazos y una patada, todas en el rostro... su mente empezó vaciarse hasta quedar en blanco, su conciencia lentamente se apagaba.


---Creo que ya la golpearon lo suficiente, espero que no olviden que mi intención solo es divertirme con su sufrimiento, si se muere no habría gracia.


---Sí señorita Sara, discúlpenos.


La voz que escuchó María era la misma que aquella chica que la golpeó detrás de la sala de profesores y en un callejón cerca a su casa, trató de rechazar esa idea puesto que creía que esa chica jamás haría algo como esto, pero cuando uno de los hombres de smoking se disculpó, mencionó su nombre por costumbre, así que fue unánime, su compañera de colegio, de nombre Sara Hellen, había planeado este acto tan vil. Sin más, la conciencia de María desapareció


---Hum, no crees que te has pasado un poco las mano, sara.


---Sí, pienso lo mismo.


Dentro del auto negro que era por así decirlo una limusina, no solo estaban esos tres musculosos con presencias intimidantes, y Sara Hellen, sino también, Gabrielle Rodríguez y Daniela López, sus dos amigas, quienes se podían considerar camaradas del crimen. Al principio les pareció divertida la idea de un secuestro fingido, para molestar a María, pero al ver la horrible golpiza que le han dado, más la sangre que sale del pequeño costal, tal vez, en esta ocasión, sería mejor abortar el plan y dejarla en paz, razón por la que comentaron de esa manera.


Sara solo las vio con recelo, de repente cerró sus ojos y miró hacia otro lado mientras sonreía.


---No está muerta, y mientras que no lo esté, podré hacer lo que yo quiera...


Tomó una breve pausa, y continúo al mismo tiempo que frunció el ceño.


---O se me están oponiendo.


---No, claro que no, somos tus amigas, nunca haríamos eso. ¿Verdad, Daniela?


---Aunque el mundo se acabase, jamás nos opondríamos a ti.


Sudor empezó a caer del rostro de ambas chicas, estaría de más decir que se han puesto pálidas por el miedo a ser golpeadas del mismo modo de la chica bajo sus pies, quien había dejado de moverse ya de hace un rato. Un silencio incomodo se extendió por un par de horas hasta que llegaron a su destino, el cual era un precipicio cerca al mar de barranco.


La limusina se detuvo, los tres hombres musculosos se encargaron de abrir las puertas para las señoritas, quienes salieron sin decir ni una palabra de agradecimiento, solo salieron con indiferencia mientras se degustaban con la fresca brisa del mar. Uno de los hombres de smoking, agarró sin preocupación las piernas de María y la arrastró como si fuera un animal sucio hasta cerca al precipicio, lo arrojó y luego tomó distancia cuando Sara, hija del señor para el cual trabajaban como guardaespaldas; le hizo una seña con su mano derecha.


Entonces, con total paciencia se acercó al maltratado cuerpo de María y le sacó el pequeño saco de la cabeza, para su sorpresa su rostro no estaba tan mal como lo había imaginado, se imaginaba su cara moreteada y con los dientes rotos, pero solo su tabique está torcido, y sus labios rajados y con manchas de sangre, (aunque ella no sabía que el rostro de María, al comienzo había estado peor de lo que estaba imaginando, solo que en el transcurso de tiempo sus heridas empezaron sanar a una velocidad descomunal).


---Despierta bella durmiente, ya casi va anochecer.


Sara agarro sin ningún tipo de vacilación el cabello María, lo jalo hasta que su mirada coincidiera con la suya, espero unos segundos, hasta que el dolor transmitido de su cuerpo cabelludo la despertó. Sus cejas temblaban, se podría decir que todo su cuerpo temblaba, sus ojos llorosos podían ser vistos luego que los párpados se levantaron.


---Estupendo, ya despertaste. Me recuerdas, soy 'yo' otra vez.


--- ¿Por qué... por qué haces...esto?


Sara hablaba de una manera muy relajada, como si torturar personas sería algo cotidiano, un trabajo de todos los días, pero María, apenas podía vocalizar bien las palabras, su garganta estaba siendo obstruida por la sangre, así que se le hacía difícil tanto como hablar y respirar, aunque hizo lo posible para que su pregunta fuera entendible. Sara sonrió.


--- ¿Por qué? Pues...


---...


---Porque es divertido, supongo.


"supongo que es todo por hoy, solo diré un par de cosas más para sentirme satisfecha y luego me iré... supongo que la ambulancia que pedimos llegará en una media hora" esto de por sí era lo pensaba Sara, no había arrepentimiento o culpa, para ella era algo normal, ante sus ojos, lo que ella hacía no era malo, estaba bien, se le podía permitir... mientras no cruzare esa línea.


---...Debes...sentirte muy sola...entonces.


--- ¿...Eh?


---...


---...


La expresión de Sara se endureció, sus pupilas se contrajeron y la ira parecía irradiar de ella, lo que más odiaba en este mundo es que alguien sintiera lástima por su persona, que la miraran con esos ojos piadosos, que le mencionen lo sola que está desde la muerte de su Madre... lo odia, lo odia, lo odia tanto, ese odio está arraigado en lo más profundo de su alma, ella no está sola, jamás estará sola, tiene amigas, que nunca le contradicen, a su Padre, que siempre le da todo lo que quiere, sus guardaespaldas, que obedecen cada palabra de lo que dice. No siente soledad, mientras pueda divertirse. Sus dos amigas retrocedieron dos pasos, al saber que la situación se había vuelto peligrosa, solo tuvieron que ver la expresión de Sara para saberlo, sus expresiones se pusieron de color azul pálido, ganas por ocultarse detrás de la limusina no le faltaba.


--- ¿¡Que me has dicho zorra!? ¿¡Sola!? ¿¡Yo!? ¿¡Debes estar jodiendo!?


Mientras perdía la calma y gritaba como una demente, Sara golpeaba la cara de María contra el suelo, el agarre en sus cabellos se había hecho tan fuerte, que casi se los arranca, pero después de soltarla, (que era cuando sus amigas pensaron que se había calmado), sara corrió en dirección a uno de sus guardaespaldas y le quitó su arma, en esta ocasión, Daniela y Gabrielle si se escondieron detrás de la limusina, se sentaron, cerraron sus ojos con fuerza mientras con sus temblorosas manos cubrían sus oídos.


--- ¡Repítelo de nuevo, estúpida! ¡Repítelo!


El rostro de Sara se había convertido en la personificación de un demonio, (hablamos metafóricamente, no es literal). Su corazón latía con tal fuerza que era lo único que escuchaba, su enfoque sólo se concentró en María, quien seguía con la misma mirada piadosa; todo lo que no tenía nada que ver con ella había sido cubierto en oscuridad. Para Sara, en este precipicio frente al mar, solo se encontraba ella y María.


Obviamente aún con todo su ataque de ira, se mantenía cuerda, no iba a dispárale, a lo mucho solo asustarla con un disparo al aire, pero... no previó que uno de los guardaespaldas, a quien le quitó el arma, se acercaría por detrás para tranquilizarla, entonces, en ese instante, cuando tocaron su hombro derecho, su dedo índice se contrajo, presionando así el gatillo.


El arma se accionó y la bala salió con una rapidez imperceptible, lo único que se pudo ver fue como la espalda de María, en la zona del pulmón derecho, se formó una mancha de sangre, que gradualmente se extendió hasta parecer una pequeña laguna que rodeó casi todo el cuerpo de la víctima. 'Esto no fue lo que había planeado, tan solo quería divertirme, ¿por qué tenía que pasar esto?' Sara intentó autoconvencerse de que no había sido su culpa, que ella misma se lo busco por provocarla, 'si, exacto, es su culpa, yo no la tengo... es su culpa' poco a poco consiguió tranquilizarse, su respiración volvió a la normalidad, cuando ya había estado más calmada, se dirigió hacia la limusina en silencio mientras le devolvía el arma a su guardaespaldas, dos de ellos abrieron las puertas laterales para que Sara y sus amigas pudieran entrar, una vez las puertas se cerraron, uno de los guardaespaldas habló.


---Señorita, la bala impactó limpiamente en el pulmón derecho, ¿no sería mejor darle fin en vez de dejarla sufrir? De igual manera va a morir.


---...


Sara solo asintió. Se había calmado, pero solo porque puso su mente en blanco, justo ahora no sabía ni a que le estaba dando su aprobación, ni tampoco le interesaba saberlo. Sus amigas guardaron silencio mientras observaban en pánico cómo se abría la luna polarizada de la limusina, el musculo hombre con smoking deslizo su arma de su funda hasta fuera del auto, apuntando hacia la cabeza de cierta chica que moría desangrándose. Entonces el sonido de la segunda bala hizo eco en el vacío, el hombre volvió a guardar su arma y la luna se cerró mientras el auto avanzaba.


Este día, para esas tres sería inolvidable, sería el día que por primera vez que sus travesuras cruzaron la línea, el día que mataron a una persona. La limusina dejó la zona del crimen tan rápido, como una escena de la película de rápidos y furiosos.


Cuando la primera bala había perforado el pulmón derecho de María, una cierta sensación de intenso calor combinado con mucho dolor, estremeció su cerebro, respirar se había dificultado por la sangre en su garganta pero ahora ya ni siquiera podía exhalar, el palpitar de su corazón se detenía gradualmente, cuando el pensamiento de que iba a morir pasó por su mente, el sonido de un disparo llegó a sus oídos junto con golpe en su cabeza que le dio la paz que tan quería... había muerto.


O eso pensó.


A las pocas horas, vapor empezó a salir de sus heridas de gravedad, la sangre coagulada desaparecía junto con el vapor y era reemplazada con una nueva, claro está que el orificio en su pulmón derecho ya se había regenerado, también la reconstrucción de su cerebro. Cuando solo quedaron heridas superficiales la regeneración de su cuerpo volvió a hacer la de una persona ordinaria, los latidos de su corazón se escuchaban tan fuerte y claro que la trajo de vuelta de su subconsciente, sus párpados se levantaron lentamente hasta que sus ojos verdes pudieron ser vistos por el anochecer.


Se puso de pie.


La sangre a su alrededor se había evaporado sin dejar rastro, dejando solamente dos casquillos en el suelo, sus ojos vacíos solo podían ver el extenso cielo azul oscuro, que daba a entender que el sol ya se había ocultado, para esperar el día siguiente. Una leve sonrisa casi indetectable apareció en su rostro.


---Se hace tarde...tengo que ir con Zen.


Utilizando la existencia de Zen, María eludió la locura.


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